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Despertar en una dulce pesadilla

El autor Juande Garduño visita el plató de 'Welcome to Harmony', primer filme del fantástico español cofinanciado por Hollywood

Matthew Fox en el postapocalipsis con zombis de 'Welcome to Harmony'.
Matthew Fox en el postapocalipsis con zombis de 'Welcome to Harmony'.

Le ha costado casi la vida, literaria y literalmente. Pero Juan De Dios Garduño (Sevilla, 1980) ya vive su pesadilla. Con una sonrisa. En dos visitas al set de Welcome to Harmony en Budapest Garduño ha cumplido el sueño de todo novelista, ver los personajes y escenarios de su imaginación recreados por el mundo del cine con Matthew Fox a la cabeza del reparto. Y lo cumple haciendo historia: es el primer escritor del fantástico literario español que ve su película realizada con un reparto internacional y con una major de por medio, Sony / Columbia Pictures —que ha asumido un tercio de los 4,5 millones de euros dejando completa libertad creativa a Vaca Films, cabeza visible del proyecto—, en un momento de auge inédito para los autores nacionales del género.

Juande Garduño, Matthew Fox y Miguel Ángel Vivas en el set de 'Welcome to Harmony'.
Juande Garduño, Matthew Fox y Miguel Ángel Vivas en el set de 'Welcome to Harmony'.Á.L.S.

La primera vez que Garduño mira el plató de su criatura —la novela apocalíptica con unos zombis a su manera Y pese a todo (Dolmen, 2011)—, lo sobrecoge el silencio. Sonríe, pero no dice mucho. Algún: "Joe, joe" y poco más. Ante él tiene dos enormes casas cercadas por alambre de espino y con una línea de estacas por si los monstruos, que los hay, con una carretera enterrada en la nieve (artificial) de la que medio asoman un par de coches y una motonieve que profetiza una futura huida al límite. Matthew Fox está al llegar, pero Garduño tiene tiempo para pasear por los 2.500 metros cuadrados de plató, en el que una docena de técnicos hormiguean aquí y allá, con las caras cubiertas por mascarillas porque la nieve en polvo tiene la manía de queda suspendida y molestar la respiración. Le da tiempo a brujulear en las casas de sus personajes, dos vecinos de una pequeña ciudad estadounidense que no pueden ni verse y se verán obligados a convivir puerta con puerta con el postapocalipsis, uno con su perro (Matthew Fox) el otro con su hija. Dentro de una de las casas, la del Patrick de Matthew Fox —polvo, botellas de whisky, un estudio radiofónico, un candil, un mando de Playstation y más polvo— exclama por primera vez: “Es igual que lo imaginaba. ¡Calcado!”. No será la última.

De la nada al todo

"Éramos pobres, sin más". Así se encontró Juande Garduño cuando escribió Y pese a todo. Frisando los 30, con su primer matrimonio y de vuelta al hogar paterno en las montañas cordobesas, sin euros que rascar en el bolsillo. "Era bastante desesperante. Mi familia siempre había creído que eso de escribir no me llevaría a nada. Y parecía que iban a tener razón".

Garduño escribió muchas veces con el portátil en las rodillas, sin apenas espacio en la habitación que le cedían sus padres, que los mantuvieron a él y a su mujer durante varios y duros meses. "No se pudieron portar mejor conmigo, pero la situación era muy dura. Estábamos sin trabajo y sin muchas perspectivas de encontrar uno. Como están tantos españoles hoy en día".

Pero la novela se terminó. Aunque con un susto final. A poco de salir a la venta, Juande Garduño ingresó en el hospital de Urgencias. De máxima gravedad. "No sabían qué tenía. Pero me estaba muriendo. No contaban conque la contara. Pero la contó, y la última broma macabra del destino le mostró la cara. La novela fue un éxito de público y de crítica (ganó el Premio Nocte a la Mejor Novela de Terror de 2011), confirmó el éxito de la editorial Dolmen al apostar por novelistas españoles para el terror (de ellos el descubrimiento de Carlos Sisí y Manel Loureiro) y fue rápidamente comprada por Vaca Films cuando Miguel Ángel Vivas decidió que ese era su próximo proyecto.

El primer encuentro con Matthew Fox, breve, para una foto de trío junto con el director, el también español Miguel Ángel Vivas, no le hace decir lo mismo: “A ver, la barba está muy bien, pero ese pelo corto no me acaba de convencer. Siempre me lo he imaginado como el Mel Gibson de Arma Letal, con el pelo largo y desgreñado”. Fox luce el mismo rapado de Perdidos que contrasta con una espesa barba canosa, suya, no con extensiones. En su primer bis a bis Garduño y su Patrick cruzan un abrazo, un par de palabras —Fox le dice lo que toca, que “gracias por haber escrito un personaje tan maravilloso”—, el posado y vuelta al camerino para terminar de maquillarse.

Cuando llega el momento de rodar, el “¡Quiet Please!” y el “¡Action!” y las primeras secuencias del día, con la joven actriz Quinn McColgan, que interpreta el vértice infantil del complicado cuadrado afectivo perro/vecinos que se odian/niña. Armada con un candil, se cuela por una verja y cruza los poco más de diez pasos que median entre puerta y puerta. Allí se detiene y espera. Lo siguiente será verse con la criatura. En el descanso antes del combate, Garduño recibe sus dos primeras sorpresas. La primera es ver al primero de los infectados del filme. Calvo, con el pecho y el abdomen hundidos, una nariz chata de reptil o vampiro, una dentadura a juego con su aspecto y completamente albino. Eso sí, con pantalón de chándal, que aún no tocaba rodar. El escritor se queda con la boca abierta: “¡Es tal cual el de mi portada!”. La segunda le llega el corazón. Aparece McColgan, ya sin su bello abrigo rojo borgoña, y se acerca tímida a Garduño, al que el inglés aún no se la da muy bien. “¿Qué quiere?”, pregunta. Y mediado el intérprete, se entera que lo que quiere la niña de su novela es que le firme el guion. McColgan no se contiene: “Gracias por esta historia tan maravillosa, eres alguien de mucho talento e imaginación”. Garduño, emocionado, lo firma y luego le pide a la niña que haga lo propio en un ejemplar de su novela, el que guardará como oro en paño. Ya tiene uno de tres.

El plató de 'Welcome to harmony', la superproducción española de Vaca Films que también financia, en un tercio de su presupuesto, Sony Pictures.
El plató de 'Welcome to harmony', la superproducción española de Vaca Films que también financia, en un tercio de su presupuesto, Sony Pictures.

Antes de conseguir el segundo, varias sesiones de dailies, las tomas aún sin el retoque fotográfico, los efectos de sonido y visuales, y demás etcéteras de la postproducción. Ahí ese Matthew Fox rapado tan lejano al kamikaze Martin Riggs de Arma letal demuestra su valía. Fox aparece en escena con una melena leonina, la de un hombre que lleva siete años dejándose llevar. Garduño, ahora sí, lo dice: “Es tal como me imaginaba”. Se sobrecoge al ver el lento plano secuencia con grúa de uno de los momentos álgidos de la trama: El Patrick de Fox cargando en sus brazos a su perro, bajo una nieve inclemente. Y se sonríe cuando ve la interacción entre Jeffrey Donnovan (padre) y Quinn McColgan (hija). Hay frialdad entre ellos, sobre todo por parte del padre, y Garduño cree que es justo lo que esos dos personajes necesitan para crecer según avance la trama.

Matthew Fox en un momento del rodaje de 'Welcome to Harmony'.
Matthew Fox en un momento del rodaje de 'Welcome to Harmony'.

Un café con Matthew Fox le sirve para sumar otra rúbrica a Y pese a todo y para hablarle también de El arte sombrío (Dolmen, 2013), su otra novela de horror yanqui, porque la ocasión la pintan calva. Con McColgan y Fox en el bolsillo, solo faltaba la de Donovan para completar el hattrick. Pero los días vuelan y Garduño se encuentra apurando sus últimos minutos en el set con la espinita de perder a su tercer protagonista. Pero se intenta olvidar viendo una emocionante escena entre padre e hija, una que hace saltar de entusiasmo a Miguel Ángel Vivas de su silla de director. De pronto, Ana Coto Fernández, la prometida de Garduño —la también escritora y coeditora junto con él de Palabras de Agua—, desaparece del escenario por media hora. Desaparece también el ejemplar con las dos firmas. Y vuelve, 30 minutos después, con tres. Coto le ha conseguido el autógrafo de Donovan.

Es hora de partir. Pero Garduño no quiere irse. Cuando vuelva describirá con sencillez, para unas memorias que publica la revista de cine fantástico Scifiworld, la emoción de esos momentos: "Estoy triste, han sido días muy especiales y no quiero que se acabe". Garduño se agacha, toma un puñado de nieve artificial y se la guarda en el bolsillo.

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