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OBITUARIO

Khushwant Singh, el escritor de la partición de la India poscolonial

Su novela ‘Tren a Pakistán’ narró el drama del subcontinente tras la independencia

El escritor Khushwant Singh, en 2004 en Nueva Delhi.
El escritor Khushwant Singh, en 2004 en Nueva Delhi.AFP

“Aquí yace uno que no se ahorró ni hombre ni Dios. No desperdicies tus lágrimas en él, era un cabrón. Escribiendo cosas ofensivas que consideraba diversión. Gracias al Señor que está muerto, este hijo de la pistola”. Había escrito ya su propio epitafio Khushwant Singh, uno de los escritores y periodistas más reconocidos en India, que murió el jueves a los 99 años. Él hubiera dicho que a los 100 porque siempre le gustaba agregarse un año.

Escribió tantos libros que ni él mismo recordaba cuántos; los medios indios dicen que más de 80. Tren a Pakistán es su novela más leída y la que más reconocimiento internacional le trajo. Es una referencia en la historia del subcontinente que habla de la Partición de India y Pakistán tras la independencia de los ingleses en 1947. “La escribí por desilusión, por tristeza. No estaba de acuerdo con la teoría de las dos naciones, en la que los musulmanes y los hindúes tenían que vivir en diferentes países”, declaró en una entrevista en EL PAÍS en 2011.

Todavía entonces hablaba con dolor de esa época en la que él mismo tuvo que huir de Lahore, donde era abogado. Era lo mejor que podía hacer: por su origen sij, más cercano a los hinduistas, estaría mejor en India, según le aconsejaron. Eso a pesar de que él fuera un renegado de la religión y la mayoría de sus amigos fueran musulmanes. “En la Partición casi 10 millones de personas tuvieron que emigrar y un millón murieron. No creo que el mundo haya visto un sufrimiento de esa magnitud”, dijo sentado en su sillón favorito, en su majestuosa casa en el centro de Nueva Delhi.

Estaba ya disminuido y cansado por la edad, pero nunca dejó su mordaz sentido del humor y la irreverencia que lo identificaba. “Siempre he dicho que no creo en el amor, sino en la lujuria. Es lo más honesto”, aseguró con su vaso de whisky que se bebía, eso sí, religiosamente cada atardecer. Así, bebiendo whisky escocés, es como lo recordarán sus amigos, según los tuits que no han dejado de escribirse en su honor desde que su hijo anunció su muerte, causada por problemas respiratorios. Murió poco después de acabar un crucigrama.

Entre sus últimos libros está The Sunset Club (El club del atardecer), una historia de tres ancianos que se juntaban en Lodhi Garden para hablar de amor, sexo y deseo. Y apenas el año pasado publicó Khushwantnama: The lesssons of my Life (Khushwantnama: las lecciones de mi vida) donde hablaba de cómo vivió intensamente y lo que aprendió de eso.

Su columna Con malicia hacia todos era muy esperada por sus seguidores y aparecía en varios periódicos del país. Se levantaba a las cuatro de la mañana y la escribía con un bolígrafo en una libreta. Allí se burlaba de todos, también de sí mismo. Su humor alcanzaba también para eso.

Fue muy criticado por su apoyo a Indira Gandhi cuando impuso en 1975 el estado de emergencia. Pero en 1984 dio un revés al Gobierno al devolver la prestigiosa condecoración Padma Bhushan. Fue su forma de protestar por el asedio al Templo Dorado —máximo centro religioso de los sijs— que ordenó Indira Gandhi que dejó centenares de muertos.

Tras la muerte, cientos de condolencias llegaron de toda India. Entre ellas las de Vikram Seth, que dio el adiós a “un escritor sin miedo, un hombre de gran disciplina, pero lleno de ganas de vivir. Un gran indio que representaba nuestros valores nacionales de afección, tolerancia y comprensión. Y un verdadero amigo”. Al caer el sol se servirá un whisky menos en Nueva Delhi. Pero con otros muchos se brindará en su memoria.

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