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Vidas dedicadas a la educación

Se estrena 'Las maestras de la República', ganador del goya al mejor largometraje documental

Rocío García
Las maestras de la República centraron su trabajo en las áreas rurales.
Las maestras de la República centraron su trabajo en las áreas rurales.EL PAÍS

"Alma, María, alma”. El pedagogo de la Institución Libre de Enseñanza Manuel Cossío recomendaba a la maestra María Sánchez Arbós trabajar con alma, con entusiasmo. Eran los tiempos de la República, los tabiques de madera que separaban hasta entonces en las escuelas a niños y niñas habían caído. Comenzaba entonces un periodo corto, apenas cinco años, pero intenso y fructífero en los que la labor por una educación pública, laica y solidaria rompería todos los tabúes vividos hasta entonces en España. Y ahí aparecieron las maestras, que simbolizaron como nadie los valores de la Segunda República, enfrentándose a un pensamiento conservador y católico y luchando contra un analfabetismo que alcanzaba al 32% de los mayores de diez años. Echaron abajo barreras y con su trabajo en ciudades y, sobre todo, en el campo, se convirtieron en las nuevas mujeres, independientes, libres y defensoras de la igualdad entre sexos. El documental Las maestras de la República, que se estrenó ayer en las salas, rastrea por las vidas de todas aquellas mujeres comprometidas que participaron en la conquista de los derechos femeninos, a través de su trabajo, y en la modernización de la educación, plantando las raíces por una enseñanza pública y de calidad. Dirigido por Pilar Pérez Solano, Las maestras de la República, producido por la Federación de Trabajadores de la Enseñanza del sindicato UGT, obtuvo el goya al mejor largometraje documental en la última gala de los premios de la Academia de Cine.

Pérez Solano: "No hemos profundizado en el dolor, sino en el legado que nos dejaron, que fue inspirador para el futuro"

Pilar Pérez Solano, alicantina de 46 años, todavía no sale de su asombro de cómo este documental, realizado sin presupuesto y rodado con un equipo de cuatro personas, ha alcanzado el éxito que le ha venido acompañando desde que se enseñó por primera vez en marzo de hace un año. “Es todo sorprendente. Nunca pudimos imaginar todo lo que nos está pasando”, confiesa su realizadora, que acaba de recibir una llamada telefónica para viajar a Nueva York en la próxima primavera y presentar allí su trabajo. “Estas maestras eran unas auténticas desconocidas y creo que estamos en un momento decisivo de recuperar nuestra identidad a través de la memoria histórica, además de un gran entusiasmo con todo ese movimiento a favor de los valores que instauró la Segunda República en nuestro país”.

Ella misma ha realizado ese viaje hacia el pasado, descubriendo la labor y memoria de estas mujeres, desde que en 2010, en la Biblioteca Nacional en Madrid, fue invitada a unas jornadas sobre las maestras republicanas, en unas jornadas de la FETE.

El documental, con imágenes de archivo inéditas y entrevistas con historiadores y familiares de las protagonistas, sigue las reflexiones de una maestra de la época, interpretada por Laura de Pedro, con una voz en off que va leyendo fragmentos del libro de Josefina Aldecoa, Historia de una maestra. “Si yo quisiera explicar lo que era entonces para mí la política, no sabría. Yo creía en la cultura, en la educación, en la justicia. Amaba mi profesión y me entregaba a ella con afán. ¿Todo eso era política? Encontré en Ezequiel todo aquello que mi padre me había enseñado, la austeridad, la mística del trabajo, la inagotable entrega. ¿Era eso política?”, se pregunta la maestra Gabriela López Pardo en el libro de Aldecoa ante la llegada de la República, en abril de 1931.

Hay dolor pero poco en Las maestras de la República y eso que fueron duramente represaliadas tras la Guerra Civil y el triunfo del golpe de Estado del general Franco. “No he querido hacer una historia ni triste, ni dramática. No hemos profundizado en el dolor, sino en el legado que nos dejaron, que fueron muy inspiradoras con el futuro y lo que estamos viviendo ahora. Hemos ensalzado el optimismo de que todo es posible. Nos dieron un ejemplo y unas claves muy claras para la enseñanza. El dolor no nos ayuda y eso que fueron apartadas, acusándolas de crímenes contra la moral. Sufrieron cárcel y algunas fueron asesinadas. Muchas de ellas se exiliaron al exterior, principalmente a México, donde montaron las escuelas rurales, y otras sufrieron el exilio interior, que fue durísimo. Se tuvieron que conformar con clases particulares”, explica la directora.

María Sánchez Argós, Julia Vigre o Balbina Gayo son mucho más que tres nombres. Son el símbolo de aquellas maestras que recitaban a Machado y Juan Ramón Jiménez con respeto y emoción. Los mismos sentimientos que hoy todavía alberga Hilda Farfante. A sus 82 años, la hija de Balbina Gayo, llora desconsolada cuando recuerda el fusilamiento en septiembre de 1936 de su madre —directora de una escuela en Cangas (Asturias)— y su padre —profesor en el mismo centro—. Tenía cinco años y era la mayor de tres hermanas. Ella se quedó con una hermana de su madre, también maestra, con la que vivió en la dictadura franquista y en la que aprendió a vivir en el silencio, el horror y el miedo. “Lo que no aprendí de mi tía fue a no llorar en público. Estuve muchos años sin gritar hasta hace poco. Grité tanto que me quité todos los gritos que llevaba dentro”.

Las maestras de la República. Dirección: Pilar Pérez Solano. Estreno en salas: 14 de marzo.

Exhumación de una escuela

Gustavo Puerta Leisse

Corrían los años treinta y un grupo de maestros apostaba por una nueva técnica de trabajo escolar en pueblos diseminados por la geografía española. Las condiciones eran precarias y las premisas de su pedagogía chocaban con las certezas imperantes. Pues no solo argüían la urgencia de una escuela laica, mixta e igualitaria sino que además cuestionaban el carácter homogeneizador y autoritario del libro de texto; la vacuidad de un currículo que antepone la pretensión de transmitir conocimientos preestablecidos a las necesidades individuales de aprendizaje; y denunciaban la humillación diaria del niño por parte de adultos que, con el pretexto de que saben lo que es mejor para él, imponen su poder y coartan su libertad y afectividad. Impulsados por la experiencia del maestro francés Célestin Freinet, estos educadores situaron a la imprenta como epicentro su vida escolar.

Antoni Benaiges fue uno de ellos. Llegó a Bañuelos de Bureba en 1934 con la firme convicción de que el protagonista del proceso de aprendizaje debe ser quien aprende. El significado exacto de esta tesis lo descubrimos al leer Antoni Benaiges. El maestro que prometió el mar. Se trata de un fascinante ejercicio de memoria histórica que congrega el trabajo de un periodista, una historiadora, un forense y un fotógrafo. Francesc Escribano recoge la hermosa y dolorosa crónica de este maestro catalán que centró su actividad en el uso escolar de la imprenta. Nos cuenta por qué este maestro no pudo cumplir aquella promesa que un día le hizo a sus alumnos y, de paso, nos hace partícipes de la vida de esta escuela rural.

Queralt Solé sintetiza los postulados de la técnica Freinet en el contexto de la educación republicana. Al avanzar por este estimulante capítulo comprobamos cómo la pedagogía popular aún tiene el poder de cuestionar y ofrecer alternativas a nuestro mediocre y mediocratizante sistema educativo. Francisco Ferrándiz narra el proceso de exhumación de una fosa común en los Montes de La Pedraja y el infructuoso resultado en la identificación de los restos de Benaiges, quien fuera fusilado en julio de 1936 por militantes del bando nacional. Es de destacar el despliegue gráfico de la obra y, en especial, las fotografías de Sergi Bernal. Su objetivo capta los matices del silencio, el abandono, el olvido, el dolor.

Acompañan al libro el facsímil de El Mar. Visión de unos niños que no lo han visto nunca. Es emocionante leer estas páginas ideadas, redactadas, ilustradas y compuestas por niños y niñas en un entorno rural en 1936. Sorprende cómo sus breves textos evidencian el sentido de aquello que Freinet y sus seguidores querían transmitirle a sus alumnos: "Hacer permanente el pensamiento y comunicarlo a los demás hombres a través del espacio" y, añadiríamos hoy, del tiempo. La reproducción de este cuaderno se une al trabajo desarrollado por instituciones como el Museo Pedagógico de Aragón, que ha recuperado las publicaciones realizadas por los alumnos de Simeón Omella: El libro de los escolares de Plasencia del Monte y Letra a letra; y el de los alumnos de José Bonet Sarasa en Barbastro.

A pesar del silencio impuesto por la dictadura, aquellas imprentas escolares consiguieron transmitirnos la mirada del niño, su necesidad de comprender el entorno, la gestación de sus intereses, la narración de sus vivencias cotidianas y extraordinarias. Tres cuartos de siglo después, estos cuadernos reflejan las grandes carencias de nuestro sistema educativo y claramente evidencian que otra educación es posible. El mayor homenaje que podemos rendirle a figuras como Antoni Benaiges es luchar por una escuela pública que le dé al niño la posibilidad de apropiarse de la palabra para, a partir de ella, transformar su realidad.

Antoni Benaiges, el maestro que prometió el mar. Francesc Escribano, Francisco Ferrándiz, Queralt Solé. Fotografías de Sergi Bernal. Barcelona: Blume, 2013. 140 páginas. 20 euros. El libro de los escolares de Plasencia del Monte(facsímil). Estudios introductorios de Elena Ruiz Gallán y Fernando Jiménez Mier y Terán. Huesca: Museo Pedagógico de Aragón, 2007. 14 euros. Letra a letra (facsímil), de los escolares de Plasencia del Monte. Estudio introductorio de Antón Costa Rico. Huesca: Museo Pedagógico de Aragón, 2011. 17 euros. Transformar al mundo desde la escuela con palabras. Los cuadernos freinetianos de Barbastro durante la III república. José María Hernández Díaz, José Luis Hernández Huerta. Huesca: Museo Pedagógico de Aragón, 2009. 269 páginas. 20 euros.

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