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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Valla adentro

La economía española apoyó una de sus patas de crecimiento en los emigrantes, en el embarque de muchos de ellos en consumo y cotización

David Trueba
Inmigrantes saltan la valla de Melilla el pasado febrero.
Inmigrantes saltan la valla de Melilla el pasado febrero.BLASCO DE AVELLANEDA (AFP)

Hay 40.000 españoles instalados fuera de nuestro país. A algunos los conocemos gracias al programa Españoles por el mundo, donde a todos les ha ido superbién con el cambio. Gracias a Encarcelados conocimos a algunos españoles presos por el mundo. El número de exiliados crece. Lo más grave es que se trata de universitarios cualificados que no encuentran respuesta laboral dentro de su propio país. En cambio, el número de inmigrantes se reduce cada año, por el efecto de la crisis de empleo. Se calcula que puede haber en España en torno a los 6 millones y medio de emigrantes instalados en el país. Cada año la caída es de medio millón de personas que deciden dejar España. Esta tendencia se calcula que dure una década.

En las opiniones de barra, que son aquellas que se emiten desde un resorte emocional y acientífico, cuanta menos emigración reciba España, más oportunidad de trabajo se abrirá para sus ciudadanos. No hay que olvidar que nuestras cifras de paro juvenil son la comidilla mundial. Pero los economistas tienen datos menos aritméticos. La economía española apoyó una de sus patas de crecimiento en los emigrantes, en el embarque de muchos de ellos en consumo y cotización. El dato es bien elocuente, la deuda española ha crecido mientras baja su población. Es decir, tenemos que hacer un mayor esfuerzo laboral para pagar la deuda, pero sin embargo poseemos menos gente para contribuir al esfuerzo.

La oferta de nacionalidad española para los descendientes de judíos sefarditas y la entrega del pasaporte a quienes compren una propiedad cara en España indican que nuestros gobernantes quieren recibir población, pero solo si son ricos. Al otro lado de la valla no hemos sido capaces de organizar un reclamo con orden de trabajadores, permitiendo a los emigrantes una ventana legal y razonable frente a la aventura bajo el paraguas de las mafias fronterizas. España envejece. Más si tenemos en cuenta que uno de cada cinco nacidos en España lo hacía de madre inmigrante. No existe ningún caso de país que crezca económicamente con una población decreciente. Es algo que afecta al potencial a largo plazo del país. Y, sin embargo, nadie tiene un plan mejor que gastarse dinero en subir la valla de Melilla. 

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