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Bajo el microscopio del amor

'El baile' de Edgar Neville llega a Madrid en una remozada versión que produce Pepe Viyuela y que reivindica a este escritor

El trío protagonista actores de 'El baile' en el MNCN de Madrid.
El trío protagonista actores de 'El baile' en el MNCN de Madrid. LUIS SEVILLANO

Ellos se pusieron las batas. Ella, el vestido con falda; el del primer acto; el de juventud. Posaron juntos, vitrinas con insectos que parecían alhajas y madera en el suelo y en las paredes. Luego, ya vestidos de calle y con patatas y Coca-Cola en una terraza frente al Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC, Pepe Viyuela (Julián), Susana Hernández (Adela) y Carles Moreu (Pedro) confiesan que en realidad ellos son los bichos. Y el público, el indiscreto microscopio. "Es algo a lo que le doy muchas vueltas y que me gusta pensar", confiesa Pepe Viyuela, actor y productor también de este retorno a los teatros de la obra de Edgar Neville. "Nuestros personajes son entomólogos, fascinados por observar a los insectos, cómo funcionan, qué los mueve. Y nosotros somos algo así para el público durante la obra. Nos observan como algo raro y extraño en un principio y poco a poco se van enganchando, como el investigador que se fascina con el bicho".

Algunas escenas de 'El baile', producida por Pepe Viyuela y dirigida por Luis Olmos.

El baile es una sorprendente y emotiva comedia, adelantada a los 60 de la España franquista en que nació, que describe el a veces molesto pero inquebrantable amor entre dos hombres y una mujer: el matrimonio que forman Pedro y Adela y el "amigo de casa", Javier, al que le robaron la mujer de su vida mientras disfrutaba de una beca en Filipinas. La historia de su vida en trío se expande durante 50 años, desde la primavera de la juventud hasta el invierno de la vejez. Llega a Madrid después de unas 15 funciones y permanecerá desde su estreno de hoy a las ocho de la tarde hasta el 4 de mayo en la sala Guirau del teatro Fernán Gómez. La puesta de largo en la capital para la troupe es algo que Viyuela describe con una palabra, secundada por sus compañeros de tablas: "Acojonados (ríe)". 

Es una obra que trata del tiempo, pero que no tiene edad Bernardo Sánchez, autor de la adaptación de la obra.

Por mucho que ame la obra, Viyuela reconoce que le venía bien una “mano de pintura”. La primera capa, en el grueso y en los detalles, se la dio Bernardo Sánchez, responsable de adaptar el texto. Lo primero fue cambiar el marco temporal de ese más de medio siglo ­­­­­­—primer acto en los años 50; el segundo en los 70; el tercero en el presente— que transcurre entre los tres actos de la obra. Sánchez desanduvo a Neville, que se había topado con un problema al escribir la obra del primer acto al tercero; el último era imposible porque el segundo era insuperable. “Empezamos desde el tercero hacia atrás porque sentía que tenía que ganarme ese acto. Creo que era con el que más dudas tenía Neville por la grandeza del segundo. Y también era un acto de fidelidad a lo que entendemos como la universalidad de El baile. Es una obra que trata del tiempo, pero que no tiene edad”.

La clámide, el champán, el baile, tres claves para entender la historia de amor que vincula al trío de Julián, Pedro y Adela en 'El baile'.
La clámide, el champán, el baile, tres claves para entender la historia de amor que vincula al trío de Julián, Pedro y Adela en 'El baile'.

El otro ingrediente de la magia de ese tercer acto remozado por Sánchez, muy fiel a la letra del texto pero con un cambio en el “timbre dramático”, es su giro onírico, casi “becketiano”, de esos dos ancianos que comparten asilo y soledades: “Intenté crear una ambigüedad de lo soñado. Viven ya fuera del tiempo, compartiendo su sueño de Adela. Lo primero que le dije a Pepe sobre Adela fue: ‘Parece un sueño de Julián y Pedro. Una historia de amistad mantenida por el sueño de una mujer’. Ellos son como tres mariposas en un espacio cerrado intentando reconstruir y reencontrar su amor”. El espectador atento a todos los elementos dramáticos de la escena (como los avisos de megafonía) percibirá esa duda sobre si este tercer acto hace honor a Calderón. Vida y sueño fundidas e indistinguibles.

El cartel de 'El baile', remozada versión de la obra de Edgar Neville.
El cartel de 'El baile', remozada versión de la obra de Edgar Neville.

El maquillaje no se quedó solo en la escritura. Sobre el proscenio, Luis Olmos, director de la obra, también veía necesario asumir cambios en cómo son los Javier, Pedro y Adela de El baile: “Me interesaba alejarme un poco de la obra y la película. Sobre todo en la dirección de actores. Quería que los personajes parecieran verosímiles. Que se entendieran los porqué de su comportamiento”. Para el Pedro de la función, Carles Moreu, ese naturalismo, que no realismo, es la clave de toda la función. “A veces interpretas personajes que están al servicio del humor, del chiste. Aquí es al revés. El humor surge de los personajes, de cómo interactúan. Y como en la vida también aflora el drama. No es una obra cómica sin más. Es alta comedia”.

Y también drama. El acto segundo de la obra, que nos muestra a unos personajes en el inicio de la cuesta debajo de la vida, a sus cincuenta, gira en torno a un momento crucial que cambia el tono de la obra. Y enmudece al público. “Ahí se juega toda la obra. Todos los momentos son de verdad. Pero si ese no lo es, se nos cae”, relata Susana Hernández, protagonista de ese culmen de la pieza como Adela. Carles Moreu y Pepe Viyuela coinciden que ese fue el momento más complejo de tratar y que Luis Olmos acertó al ir piano piano con la escena ("con mano de seda", dice Bernardo Sánchez), despreocupándolos cuando daban “falsetes” en la búsqueda de la emoción devastadora que sufren los personajes y que se ven obligados a contener.

No es una obra cómica sin más. Es alta comedia".  Carles Moreu, el Pedro de 'El baile'.

El baile habla de un amor en apariencia imposible, algo que el tópico social de la monogamia escruta como una estrambótica quimera. Amor para tres. Aguantar hasta llegar a disfrutar con la convivencia entre un matrimonio y una tercera pata que no sobra, sino que completa. “Lo pensaba en la rueda de prensa”, recuerda Carles Morales. “Con todos los millones de personas que han vivido es imposible que no haya relaciones así que funcionen”. Pepe Viyuela lo ve como algo hermoso, sobre todo en el acto final, cuando los amigos de toda la vida comparten vejez: “Julián estuvo fastidiando a Pedro, entrometiéndose en su matrimonio, toda la vida. Pero al final es el apoyo de su amigo, que se encuentra más frágil y lo necesita cuando ya son viejos”. Susana Hernández, la Adela y la Adelita, recuerda otra vez a esos bichos que tanto irritan a su personaje y tanto fascinan a los enamorados: “Se trata que el público descubra este amor y lo vea crecer a lo largo de la obra. ¡De capullos a mariposas!”. El trío rompe a reír.

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