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Un Oscar entre zancadillas

La extrema virulencia de algunas campañas de promoción ensucian la recta final de los galardones de cine, que se celebran esta noche en Los Ángeles

Hablar de “carrera al Oscar” es, además de un lugar común, un eufemismo para evitar la verdadera naturaleza del asunto: una carrera de obstáculos, un regateo entre zancadillas, donde el tanto es para el más fuerte. Da igual que la Academia prohíba las campañas negativas. Los académicos no viven en una burbuja y escuchan el continuo flujo de informaciones o rumores que salpican a los candidatos. Que si Gravity carece de base científica. Que si las memorias del esclavo Solomon Northup en 12 años de esclavitudno son suyas. O, más delicadas todavía, esas acusaciones no probadas que han querido ensuciar en plena campaña el nombre de Woody Allen, Cate Blanchett, Leonardo DiCaprio, Jared Leto o Matthew McConaughey, entre otros, cuestionando si es justo premiar a un supuesto pedófilo, glorificar la figura de un timador convicto u olvidarse de las verdaderas víctimas del sida.

Las campañas negativas no son nuevas pero sí su virulencia en un año en el que los ataques tienen nombres y apellidos. “¿Qué dirías si fuera tu hijo, Cate Blanchett?”, le espetó Dylan Farrow a la casi ganadora queriéndola inmiscuir en la refriega familiar que pesa contra Woody Allen desde 1992. Un comentario polémico y público que llega justo cuando la última película de Allen, Blue Jasmine, defiende tres candidaturas al Oscar, incluida la de mejor actriz. Las acusaciones de abuso sexual contra su propia hija, nunca probadas ni llevadas a juicio, no afectaron a los académicos con anterioridad. De hecho tan solo tres años después de que las acusaciones salieran a la luz, Allen obtuvo siete candidaturas por Balas sobre Broadway y Dianne Wiest logró la estatuilla como mejor actriz secundaria.

Esto era antes de Internet. Los comentarios de otra hija airada, la de uno de los socios de Jordan Belfort, condenado por malversación de fondos, fraude fiscal y la figura central del último filme de Martin Scorsese, pudo haber dañado el número de candidaturas de El lobo de Wall Street cuando en otra carta abierta publicada en el L. A. Weekly pidió “a cualquier ser humano” su rechazo a un filme que apoya “a todos los lobos de Wall Street”.

En el caso de Jared Leto, candidato a mejor actor de reparto por Dallas buyers club, los insultos le llegaron en directo cuando un espectador le abucheó por ser un “transmisógino”. Cuando el actor le pidió explicaciones el espontáneo expresó una opinión refrendada en varios foros gais y transexuales: el papel de Leto debería de haber sido interpretado por un transexual y ni él ni McConaughey han recordado en su discurso de la victoria a las verdaderas víctimas del sida. “Siempre habrá alguien que se quede fuera de unos agradecimientos por cuestión de tiempo. Cuando estás ahí hablas con el corazón y sin faltar el respeto a nadie”, respondió McConaughey a este diario al mencionarle la polémica.

La polémica de la hija de Woody Allen puede afectar a Cate Blanchett

Ninguno de estos ataques pertenecen a una campaña oficial, pero su sentido de la oportunidad es innegable. Por ejemplo, la comentada “audiencia papal” que tuvo la verdadera Philomena en la que está basada la película que lleva su nombre y que los círculos católicos más fervientes, opuestos al largometraje, han sido rápidos en puntualizar que no fue tal. Al parecer, Philomena era otra de las muchas personas en un grupo al que el Papa Francisco extendió la mano en una audiencia pública. También están las denuncias presentadas por miembros de la tripulación del Maersk Alabama que cuestionan el heroísmo del verdadero capitán Phillips en el que se basa la película... aun cuando antes habían apoyado sus acciones. O del amigo de Belfort, Andrew Greene, a quien no le importó su retrato en el libro que escribió el verdadero lobo de Wall Street pero que ha denunciado su imagen en la película. Salpicaduras para ver si manchan como años atrás fueron los comentarios (negados) de que el verdadero guion de El indomable Will Hunting lo escribió William Goldman o Ted Tally, la demoledora crítica que hizo el propio Goldman de Salvar al soldado Ryan o las acusaciones de que John Nash, el verdadero cerebro detrás de Una mente prodigiosa, era homosexual y antisemita. Y así muchas más. Campañas de resultado dudoso: Matt Damon y Ben Affleck consiguieron su Oscar a mejor guion y Una mente prodigiosa alcanzó la gloria. Eso sí, Salvar al soldado Ryan dejó a Steven Spielberg en los Oscar, sin una estatuilla, la de mejor película, que parecía cantada.

Aunque la Academia amenaza con un año de suspensión al que esté detrás de una campaña negativa, la regla nunca ha sido puesta en vigor. Lo más parecido fue el castigo que recibió Nicholas Chartier, productor de En tierra hostil, después de pedir a los académicos el voto para su película en lugar de “apoyar esas producciones de 500 millones de dólares”, una clara referencia a su gran rival, Avatar. La Academia le prohibió a Chartier que asistiera a la ceremonia pero el filme obtuvo el Oscar a mejor película.

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