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OBITUARIO

Gerd Albrecht, un rebelde ante el atril

La carrera del innovador director de orquesta alemán estuvo acompañada por frecuentes polémicas políticas

Gerd Albrecht, en 1992.
Gerd Albrecht, en 1992. SILVIA T. COLMENERO

Gerd Albrecht (Essen, Alemania 1935), director de orquesta de amplias miras musicales cuya carrera estuvo acompañada por frecuentes polémicas extraartísticas, falleció el pasado 2 de febrero en Berlín a los 78 años.

Albrecht dirigió el estreno mundial de incontables partituras contemporáneas y revitalizó la obra de compositores desplazados del repertorio habitual, como Franz Schreker (1878- 1934) o Alexander Zemlinksy (1871- 1942). Destaca también su labor para difundir la música de compositores víctimas del Holocausto, como el austríaco Viktor Ullmann o los checos Hans Krasa, Gideon Klein o Pavel Haas, todos ellos asesinados en Auschwitz, o el también checo Erwin Schulhoff, muerto unos años antes en el campo de Wülzburg.

Hijo del catedrático de Musicología Hans Albrecht, Gerd estudió dirección orquestal con Wilhelm Brückner-Rüggeberg en el conservatorio de Hamburgo. Recibió además una completa formación como musicólogo en las universidades de Kiel y Hamburgo. En 1957 ganó el concurso para jóvenes directores de Besançon (Francia) y en 1958 el de Hilversum (Países Bajos). A los 27 años ya era director general de música en Lübeck, en aquella época la persona que había alcanzado esa posición en Alemania. Cuatro años más tarde accedió al puesto de director del teatro de Kassel, donde realizó un memorable trabajo operístico, en el que destaca un ciclo del Anillo wagneriano en colaboración con Ulrich Melchinger. En 1972 se hizo cargo de la supervisión musical de la Ópera de Berlín y de 1975 a 1980 fue titular de la Orquesta Tonhalle de Zúrich, con la que en 1989 visitó el Teatro Real de Madrid.

Tras ocho años actuando en muchos de los más prestigiosos podios mundiales, a finales de esa década Albrecht asumió la dirección musical de la Ópera de Hamburgo, donde realizó numerosos estrenos absolutos, entre ellos La pequeña cerillera, la más célebre obra de Helmut Lachenmann. Compositor e intérprete sintonizaban en su vocación provocadora: en la versión de Lachenmann, el cuento de Andersen incorpora textos de una de las fundadoras de la Fracción del Ejército Rojo, Gudrun Ensslin.

En 1991, tras la Revolución de Terciopelo checoslavaca, los músicos de la Filarmónica Checa organizaron una revolucionaria votación libre y secreta para elegir director. Jirí Belohlávek, entonces titular, obtuvo 49 votos, Albrecht 17 más. “Traté de disuadir a los músicos. Les dije: ‘Estáis locos si, de entre todos, me elegís precisamente a mí, un alemán’. Ya en ese momento vi que aquello causaría controversia,” rememoraba años después Albrecht, a quien la insólita decisión de los filarmónicos checos convirtió en el primer director extranjero de la centenaria agrupación, una institución cultural europea.

Efectivamente, la controversia no se hizo esperar. Albrecht ofreció constantes flancos de ataque a la prensa checoslovaca. Rompedor en su selección del repertorio y cerebral en su técnica de dirección, no terminaba de agradar a cierto sector musical anclado en la calidez bohemia de Jan Dussek, Bedrich Smetana, o Antonin Dvorak. Y no es que el maestro, pese a su pasión por la música contemporánea, descuidara en absoluto la gran tradición romántica, algunas de cuyas obras emblemáticas registró de forma impecable con la formación checa.

El punto culminante del enfrentamiento de Albrecht con el establishment musical y político checoslovaco llegó en 1994, cuando el director alemán, en nombre de la orquesta, rechazó una invitación a actuar en el Vaticano para conmemorar el reconocimiento oficial del Estado de Israel por parte de la Iglesia católica, que se había formalizado el año previo.Albrecht declinó la invitación porque el Vaticano había seleccionado para dirigir a la orquesta checa a Gilbert Levine, en mejor sintonía con la jerarquía eclesiástica. Václav Havel, entonces presidente de Checoslovaquia, terció en la polémica afirmando que la actitud de Albrecht “dañaba los intereses de la República Checoslovaca y de la Filarmónica Checa.” Unos meses después, Albrecht dejaba la orquesta y se ponía al frente de la Orquesta Sinfónica Yomiuri Nippon de Tokio, puesto que ocupó hasta 2007 y que simultaneó a partir de 2000, y hasta 2004, con la titularidad de la Orquesta Sinfónica de la Radio Danesa. En 2003, al frente de esta última agrupación, interrumpió un concierto en Copenhague para denunciar el apoyo de Dinamarca a la invasión de Irak por Estados Unidos.

El maestro alemán actuó frecuentemente en España, dirigiendo las formaciones de las que era titular o al frente de orquestas nacionales. Hace dos años dirigió un ciclo de conciertos con la Orquesta Sinfónica de Euskadi.

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