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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Milius

Fracaso y derrota resultan más fascinantes que el éxito. Sucede también con las personalidades cinematográficas, y por eso, en la generación de Scorsese, Coppola y Spielberg, la leyenda siempre ha rodeado a John Milius

David Trueba

Fracaso y derrota resultan más fascinantes que el éxito. Sucede también con las personalidades cinematográficas, y por eso, en la generación de Scorsese, Coppola y Spielberg, la leyenda siempre ha rodeado a John Milius. Sobre ello se levanta el documental Milius, que llega ahora a Canal + tras pasar por diversos festivales. Dirigido por Joey Figueroa y Zak Knutson completa la figura fascinante de este guionista que ayudó a escribir las mejores líneas de Harry el Sucio, Jeremías Johnson y el coronel Kurtz, trasladado desde el África de Conrad a la guerra del Vietnam en Apocalipse Now. Este director cuya película Conan y la serie Roma sostienen la Iglesia más exitosa de la tele y el cine de consumo mayoritario con Juego de Tronos como ejemplo mayor.

Convirtió en actor a Schwarzenegger, tras una elipsis en la que pasaba de la infancia, donde era interpretado por Jorge Sanz, al esplendor geométrico de Conan. También en España, Milius rodó su película más romántica, El viento y el león. Pero su carrera siempre padecería el éxito de Amanecer rojo, una alegoría patriótica que terminó por convertirlo en una caricatura que los hermanos Coen retrataron en el personaje de John Goodman en El gran Lebowsky. Milius es un elemento más complejo, judío adscrito al mito fundacional norteamericano, ese que se remonta al rifle de los pioneros, y admirador de Teddy Roosevelt. Aficionado al surf hasta rodar la película cumbre de ese género, El gran miércoles, denostada y adorada con sobradas razones por ambas partes, Milius intenta superar un reciente ictus cerebral. Ya ha logrado volver a disparar al plato y fumar sus puros, algunos liados con la vitola particular de George Hamilton, y sostiene el proyecto sobre Gengis Kahn que no podrá dirigir pero sí apadrinar.

Sus compañeros de generación aparecen en el documental para rendirle la admiración debida. La evolución del cine de Hollywood ha dado la razón a John Milius, aunque ha prescindido de su radicalidad y su complejidad, para quedarse en la cáscara de la violencia y la acción como fuego de artificio. El dinero es un dios poderoso, que rechaza los personajes ruidosos e independientes. La discreción nunca fue una virtud de Milius, que se autodefine como un anarquista zen, y fue un buscador enfebrecido de la pureza salvaje con las armas en la mano.

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