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“Se me acabó eso tan bonito de ser un perdedor, con lo cómodo que es”

El triunfador de los Goya, David Trueba, entierra su fama de eterno segundo "Hacer cine en España es surrealista", asegura

David Trueba con el Goya a la mejor película por 'Vivir es fácil con los ojos cerrados'.
David Trueba con el Goya a la mejor película por 'Vivir es fácil con los ojos cerrados'. Víctor Lerena (EFE)

Tras tantos años de decepciones, al fin David Trueba tiene su Goya. Y lo tiene, en concreto, en el suelo, con su pie justo encima del cabezón. Cuando se lo hacen notar, el director se ríe: “Es para quitarle hierro a la cosa que ya bastante tiene”. Cierto: Trueba ya había sido nominado en cinco galas anteriores, pero siempre se había ido de vacío. Se estaba convirtiendo, en sus propias palabras, en “el director con más candidaturas” pero sin triunfos.

Hasta el domingo, hasta que su último trabajo, Vivir es fácil con los ojos cerrados, arrasó en la 28ª edición de los Goya. Mejor película, dirección, guion original, actor (Javier Cámara), actriz revelación (Natalia de Molina) y música original. Siete nominaciones y seis triunfos. Tantos goyas que Trueba hasta le ha regalado uno a Juan Carrión, el profesor de inglés que fue a un rodaje en Almería a conocer a John Lennon y cuya historia narra la película.

“Thomas Bernhard decía: ‘Que te den un premio es que te caguen en la cabeza’. Hay que tener cuidado: celebrarlo, divertirse, compartirlo. Pero también quitártelo de encima, porque puede ser un peso”, asegura Trueba, ahora que su fama de eterno segundo está enterrada. Por fin una victoria, justo cuando su Atleti lidera la Liga y compite de tú a tú con los colosos Barça y Madrid. “Se me acabó esto tan bonito de ser un perdedor, que además es muy cómodo. Aunque sabía que era cuestión de tiempo. Siempre me decía: ‘Tu sigue, que un día se cansan y te lo dan”, cuenta el cineasta, risueño y relajado, algo más de una hora después del cierre de la gala.

En los días previos, en una broma nada profética, Trueba sostuvo que si hubiera intentado diseñar el vestuario tampoco le habrían dado el Goya. Ahora, a triunfo ya ocurrido, niega que se haya sentido ninguneado por la Academia. Tanto como hoy sabe vencer, cree que ha sabido perder: “Siempre he sido muy buen participante. No hay que tomárselo demasiado en serio. Un año te toca a ti, otro no, formas parte del mismo juego: alguien tiene que perder para que uno gane. Lo triste es cuando la gala la ves desde tu casa”.

Directamente no la vio el ministro de Cultura, Educación y Deporte. Wert no acudió a la gala, debido oficialmente a una cita ayer a primera hora en Londres con el ministro británico de Universidades; una cita que el propio Wert pidió, 11 días antes de los Goya. “El ministro ha cometido un grave error político. Son funcionarios, tienen que estar donde tienen que estar y apechar con algunas críticas”, reflexiona Trueba.

En la alfombra roja, en su discurso como premiado, en las charlas posteriores, el cineasta no ha parado de lanzar dardos al ausente más presente de la 28ª edición de los Goya. Todos con elegancia y sutileza, marca de la casa de David Trueba. Uno de los más afilados reza: “Me preocupa la inasistencia del ministerio en toda la legislatura. Ha sido una inoperancia total”.

Más en general, Trueba, como muchos compañeros de profesión, está preocupado por las relaciones entre la industria del cine y el Gobierno. A la vez que el cineasta ofrece una mano para normalizar las relaciones y recomponerlas (“hay causas en las que podemos estar juntos”), destaca un malentendido que según él se arrastra desde hace años: “El PP debería relajarse. El cine no está en su contra, no es lo que ellos creen; es muy plural, mucha gente, de izquierdas y de derechas. Somos una industria que da trabajo, riqueza y visión exterior”.

Son, también, una industria en agonía. “Hacer cine en España hoy en día no es solo heroico [como dijo el presidente de la Academia, Enrique González Macho], sino surrealista. Los que lo hacen corren riesgos que no asume ninguna empresa privada en todo el país”, tercia Trueba. Cada vez menos rodajes, menos salas y menos taquilla. A la espera del llamado efecto Goya, Vivir es fácil con los ojos cerrados, por ejemplo, se ha quedado en unos 800.000 euros de recaudación, lejos de los millones de algunas de las favoritas.

Pese a ello, Trueba considera el dato como positivo. Y añade: “Siempre entendí esta película como un diálogo de tú a tú con el espectador. Odio la palabra ‘público’, son personas distintas cada uno con su sensibilidad. Medir las obras de arte por el éxito masivo es un error”.

Son ya las tres de la noche. Hora de acostarse, o de ir a celebrar. Para ambas circunstancias los Beatles tenían decenas de himnos. Pero Trueba solo puede quedarse con uno: “Sería Strawberry fields forever. Lennon fue una persona incómoda, pero eso no hizo peor sus canciones. Los que se pelearon con los Beatles como el FBI, Nixon, la Cia, salieron perdiendo, porque ellos se quedaron en el corazón de la gente. Los políticos, en cambio, pasan”.

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