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La Vida Bohème: “Carlos Baute no nos representa como venezolanos”

Con su segundo álbum, 'Será', los caraqueños se consolidan como referente del 'indie' El grupo abraza la oscuridad en su nuevo trabajo y reflexionan sobre el papel del folclore

El grupo de rock 'indie' La Vida Bohème.
El grupo de rock 'indie' La Vida Bohème.

A pesar de que gracias a su segundo álbum, Será, publicado en abril pasado, levantaron el primer Grammy para el rock venezolano, y se metieron en casi todas las encuestas dedicadas a los mejores discos del indie latinoamericano en 2013, para los integrantes de La Vida Bohème el éxito pasa por otro lugar. “Creo que todavía no lo conseguimos”, apunta Henry D’Arthenay, vocalista y guitarrista del cuarteto caraqueño, en un bar del Este de la capital de la nación caribeña. “Es bonito que te suceda eso, pero siento que toma tiempo lo que estamos haciendo. Si mi contribución se queda en un disco, en un fenómeno cultural pop de Venezuela, entonces fallé. Mi modelo de superación está más orientado a lo que pueda hacer de 10 a 20 años a partir de ahora”. No obstante, el sucesor de Nuestra, el impactante debut del grupo creado en 2006, es uno de los proyectos musicales más ambiciosos que se hayan publicado en la región en el último lustro. “Queríamos proponer una nueva manera de abordar ciertos temas. Nunca hacemos nada si no tiene un concepto ordenado”.

Será es uno de los proyectos musicales más ambiciosos de la región en el último lustro

Aunque el líder del conjunto sostiene que no se trata de un trabajo conceptual, el más reciente disco de la banda cuyo nombre está inspirado en la novela Scènes de la vie de bohème, del escritor francés Henri Murger (en la que se basó Giacomo Puccini para concebir su afamada ópera La bohème), recrea un imaginario anacrónico acerca de la posteridad. “Me obsesioné con cómo nuestros padres veían el futuro. Por lo general, era una construcción súper optimista y pop sobre un objetivo, pero al mismo tiempo era triste debido a que desde ese instante ya no había pasado, sino mañana. Y eso me fascinó porque yo nací, literalmente, en esa víspera”, explica D’Arthenay. “Es muy curioso saber la manera en que tus abuelos te vendieron el 2000, porque no fue así. Es un desencanto estar en el presente, y darte cuenta de que se quedaron cortos con esa proyección. Así que intenté crear una obra en la que la desesperanza y la duda, al igual que esa situación en la que presente, pasado y futuro se condensan en un solo momento, te ofrecen un advenimiento de que las cosas no van a ir mejor”.

Videoclip del 'single' 'La vida mejor', del nuevo disco de La vida Bohème. 

En contraste con su ópera prima, que desborda color, expresionismo abstracto y collage, el segundo disco del combinado se alza como su antípoda. “Al principio pensé que era nihilista, pesimista u oscuro, pero al pasar el tiempo, a través de las canciones, creé una doble historia: el futuro gris, y la esperanza de algo mejor dentro de ese universo”, describe el músico de 25 años. “Imagínate que en Caracas ya no hubiera tantos vivos como muertos, y que tuviéramos que hacer de la ciudad un cementerio. Esas imágenes fatídicas y absurdas me atraen, acompañadas de cosas súper tecnocráticas. Me parece que es afín a lo que estamos viviendo. La Capital no se ha desplomado porque sigue funcionando”. Si bien pareciera desenfundar un discurso político, el vocalista y guitarrista del cuarteto asegura que Será es un espejo de la actual situación del país. “Este repertorio refleja un estado anímico: es el miedo, la separación, y el luto mezclados con el Carnaval. La idea de este trabajo es que incomodara a mis oyentes, que son de clase media y alta, para que consideraran el otro lado de la moneda”.

Hemos hecho una reconquista: no quiero que un estadounidense nos enseñe lo que son las métricas caribeñas

Al tiempo que parte de una especulación retrofuturista para intentar comprender la Venezuela contemporánea, el flamante repertorio de La Vida Bohème apela a la certeza para ahondar en un sonido idiosincrático. “Si en el primer disco importamos sonidos extranjeros para interpretarlos a nuestra manera, con este álbum adaptamos las formas de acá para hacerlas entendibles al público de afuera”, manifiesta el artista que, así como el noruego Erlend Øye, ha hecho de sus gafas su identidad. “Más que nada porque veía que mucha gente exploraba el afropop sin entenderlo. Nosotros crecimos escuchando a Juan Luis Guerra desde que nacimos, así que ese rollo está en nuestra sangre. Es una especie de reconquista porque no quiero que un estadounidense nos enseñe lo que son las métricas caribeñas. La adaptación folclórica sobre lo nuevo me parecía que estaba mal hecha, además de que me di cuenta de que muy pocos músicos exploraron eso dentro de un ámbito posmoderno, por lo que fuimos detrás de eso. Fue bastante concienzudo animarnos a hacer esto en la época en la que estamos”.

El segundo disco de La Vida Bohème salió a la venta justo en el momento en el que el indie de la patria de la Vinotinto fue llamado a ser la escena revelación de América Latina. “En Venezuela, el rock siempre fue indie, pues los mismos artistas tuvieron que arreglárselas para que sus proyectos subsistieran”, señala D’Arthenay. “Mi banda surgió en una etapa en la que no había ningún tipo de movida. Así que, al tiempo que leía sobre el CBGB y me obsesionaba con Boards of Canada y la Velvet Underground, apareció de la nada Todossantos [grupo de indietrónica caraqueño que en 2005 lanzó su único disco, Aeropuerto], que marcó mucho a esta generación de agrupaciones. Yo soy fan de las escenas. Como tal, quiero que la nuestra funcione. Es muy raro lo que sucedió con nosotros porque comenzamos tocando en un local, de repente nos presentamos en plazas, y pasó todo este rollo. Pero lo hicimos en pro del mito del ‘Tú puedes hacerlo’, por lo que todo fue muy consciente. Sin embargo, para que haya una movida hace falta algo clave: que no sea sólo un fenómeno del Este de la ciudad, sino que también suba al barrio”.

Videoclip de 'Radio capital', del disco 'Nuestra' de La Vida Bohème. 

Antes de posicionar su música en los sectores populares de la sociedad, el reto del indie criollo es romper con los prejuicios que aún giran en torno a la cultura rock en una sociedad extremista como la venezolana. “Eso bajó mucho”, reconoce el vocalista del cuarteto capitalino. “Me acuerdo que cuando iba al colegio usaba unos Converse, y por eso me decían payaso. La contracultura está destinada a convertirse en cultura. No está mal visto hacer rock en Venezuela, pero quizá el rockero debería estar más orgulloso de ser venezolano. Aquí muy poca gente le canta a su entorno. Hay que romper esa burbuja. Mientras más universal eres, más difícil es que conectes con la gente”. Así que La Vida Bohème está más allá del bien y del mal. “Me gusta pensar que mi banda es ese punto de encuentro entre el marginado y el mainstream. Yo no me tripeo [no apoyo] ni al Gobierno ni a la oposición. No podemos jactarnos de decir que hacemos una contribución social si seguimos tocando para un solo lado de la ciudad. Yo quiero saber lo que pasa en el cerro. Por nuestros propios medios intentamos hacer una gira de barrios, aunque por ahora es muy caro”.

Mientras el fallecido presidente Hugo Chávez ponía en marcha la revolución social y política que inició hace 15 años, La Vida Bohème encabezaba una rebelión musical inédita desde el asalto de Sentimiento Muerto (híbrido de The Clash y Joy Division a la caribeña, es el grupo más influyente del rock venezolano), en la segunda mitad de los ochenta. “Luego de conocer su historia, quedé fascinado con ellos. Muchos pensaban que no me gustaba, y se lo tomaban mal. Pero era todo lo contrario, soy muy fan de su primer disco, El amor ya no existe”, reconoce el músico caraqueño. “Nada de esto fue intencional de nuestra parte. Sencillamente, me di cuenta de que no estaba solo. Si bien al principio no me quería hacer cargo, había un montón de chamos que se identificaban con lo que decía. Ahí vino el asunto de las pinturas. Un chico robó un pote, y no los lanzó en un show en la época de Nuestra. Entonces eso se convirtió en un símbolo para la gente. De manera que el público, aparte de las canciones, se apropió de la estética. No va a un concierto a vernos, sino que participa”.

Si nos mudamos, va a ser una decisión difícil. Nuestro discurso está atado a ideales que se encuentran acá

No obstante, debido la menguada industria cultural con la que cuenta Venezuela, son muy pocas las oportunidades que posee un artista local para desarrollar una carrera con proyección internacional, salvo si abandona el país. “Si nos llegamos a mudar, va a ser una decisión difícil porque el discurso de la banda está atado a ideales que se encuentran acá”, medita D’Arthenay, cuyo grupo promociona en este momento el sencillo La vida mejor. “Cuando recibimos la propuesta del sello estadounidense Nacional Records para lanzar los discos en Norteamérica, fue una alegría, aunque igualmente nos traumó. Sin embargo, creo que haríamos más cosas si nos vamos por una sencilla razón: el venezolano está ausente del debate internacional. La gente en España, cuando te habla de Venezuela, sólo conoce a Carlos Baute, y, honestamente, él no nos representa”. Y es que La Vida Bohème está decidida a renovar los estereotipos sobre la cuna de Bolívar. “Somos un pueblo muy complejo, cultural e intelectualmente, como para que nos dejen subyugados a la guaracha. Por lo que me parece una irresponsabilidad que lo nuestro se quede en un fenómeno local”.

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