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Dos ‘arcimboldos’ forman una exposición fascinante

Los cuadros 'Flora' y 'Flora meretrix' se muestran en la Fundación Juan March de Madrid por primera vez juntos en público

'Flora' y 'Flora meretrix' de Arcimboldo.
'Flora' y 'Flora meretrix' de Arcimboldo.

Parece difícil que solo dos cuadros puedan conformar una gran exposición. Sin embargo, así ocurre con las dos obras maestras de Giuseppe Arcimboldo (Milán, 1526-1593) Flora y Flora meretrix, que desde hoy se muestran en la Fundación Juan March. Con un montaje propio de las grandes exposiciones, los dos óleos son un perfecto ejemplo del dominio que el artista poseía sobre el miniaturismo, y su profundo conocimiento sobre la flora y la fauna. Los dos cuadros, subastados en Londres en la década de los 60, pertenecen a colecciones privadas y no se habían podido contemplar juntos en público hasta ahora.

De lejos, el visitante percibe dos cabezas que podrían ser de un hombre y de una mujer, adornadas con motivos florales. Es de cerca cuando se aprecian los diminutos dibujos que de manera completa ocupan ambos rostros. Florecillas y bichos pequeños parecen tatuar al completo la piel de las dos figuras. Para poder apreciar hasta el último detalle, una gran pantalla situada frente a los cuadros, muestra los innumerables detalles que ocupan las cabezas.

Miguel Falomir, Jefe del Departamento de Pintura Italiana y Francesa (hasta 1700) del Museo Nacional del Prado, recuerda en el ensayo editado a propósito de la exposición, que cada una de las Floras representa una de las dos tradiciones clásicas que arrancan del mito de Cloris, quien, preñada por Céfiro, dios del viento, se transformó en la ninfa Flora y trajo el color a una tierra hasta entonces monocroma: las dos Floras son la ninfa Flora, representación de la primavera y alegoría de la concordia y la fecundidad natural, virtuosa y casta, y la Flora meretrix, mundana y sensual.

El experto del Prado añade que la fantasía e ingenio de la obra de Arcimboldo, requerido por emperadores y halagado por sabios y poetas, fascinó a sus contemporáneos, pero tras su muerte su obra cayó en un olvido del que no saldría hasta los años treinta del siglo pasado, cuando Alfred H. Barr Jr., el fundador y primer director del MoMA de Nueva York, lo reivindicara como precursor de surrealistas y dadaístas y lo emparejara con estos en la célebre exposición Fantastic Art, Dada, Surrealism (1936-37). A partir de entonces, historiadores y especialistas recuperaron el personalísimo estilo de Arcimboldo y lo consagraron como uno de los grandes artistas del siglo XVI.

Como colofón a este peculiar homenaje al detalle, están los marcos de las dos obras. Fueron diseñados por historiador italiano Federico Zeri, quien utilizó la técnica clásica de las pietre dure, muy empleada en la época de Arcimboldo, cuyo rico colorido resalta y prolonga el de las pinturas.

Artista de producción escasa, solo se conservan unas treinta obras en todo el mundo. En España, de la única que hay constancia, La primavera, se encuentra en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, según los historiadores, Felipe II llegó a tener ocho cuadros de Arcimboldo, pero su destino se desconoce.

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