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Hollywood ‘pone’ los precios

Los exhibidores españoles se sienten maniatados para rebajar las entradas por el alto porcentaje que exigen las ‘majors’, que puede llegar al 60% del ‘ticket’

Gregorio Belinchón
Leonardo DiCaprio, en 'El lobo de Wall Street'
Leonardo DiCaprio, en 'El lobo de Wall Street'

Aquí no hay buenos contra malos, aquí lo que hay son tratos comerciales; y los aceptas o no”. Dos pesos pesados de la industria cinematográfica española, uno de la distribución, otro de la exhibición, usan las mismas palabras para definir los choques entre exhibidores y distribuidores de cine, que se han aireado ante el público con la reciente guerra de precios de entradas y el posterior, y muy cacareado, desencuentro entre Cinesa y Kinépolis con Universal el pasado viernes 17 por culpa de El lobo de Wall Street, de Martin Scorsese, película distribuida por la major (estudio de Hollywood) y que no proyectaron las dos cadenas de cines mencionadas. Y ese enfrentamiento ahonda en un problema mayor: el del precio de las entradas, una reivindicación muy popular a tenor del tirón que tuvo, primero, la Fiesta del cine y, ahora, los Miércoles de cine, con precios baratos. Un precio difícil de recortar salvo con eventos puntuales, porque quien tiene la sartén por el mango en las salas españolas es Hollywood. Y no parece que esté por la labor de rebajar sus ganancias.

Los distribuidores americanos se llevan en Europa del 35% al 45%

“Con toda la crisis que tenemos en el sector, con todos los recortes de personal que hemos asumido para sobrevivir y las constantes promociones, no nos podemos permitir las tarifas que exige Universal”, decía el viernes del estreno de El lobo de Wall Street Raúl Cabrera, director de marketing de Cinesa, antes de asegurar que “no descarta” repetir esta política en el futuro… hecho que ocurrió al siguiente viernes con Oldboy, de Spike Lee. El lobo de Wall Street no era ni la primera ni la segunda película de Universal que no llegaba a las salas de Cinesa. Vivir es fácil con los ojos cerrados, de David Trueba, no se estrenó en esta cadena porque la exhibidora “exigía a la distribuidora un porcentaje de cada entrada más elevado”, contaba el realizador en EL PAÍS. Tras Vivir… tampoco se estrenó La leyenda del samurái, con Keanu Reeves, en una cadena como Cinesa, compañía líder de exhibición cinematográfica en España en número de espectadores, con más de 20 millones, con 509 salas en 42 cines —en España hay 4.000 pantallas—, y propiedad del fondo británico de capital riesgo Terra Firma. Universal es la segunda distribuidora en España en cuota de mercado, con un 14%.

El enfrentamiento ha salido a la luz tras el caso ‘El lobo de Wall Street’

Tampoco es el primer caso, y hay distribuidores que no estrenan en según qué salas. Como Warner en la cadena de cines Renoir. Pero el caso de El lobo de Wall Street es más llamativo por ser Martin Scorsese, tener a Leonardo DiCaprio como protagonista y porque el lunes 20 las cifras de taquilla revelaron su éxito en el fin de semana de su estreno: primer lugar con 8.184 euros por pantalla, que en total eran 2.676.054 euros en 317 pantallas: la media es asombrosa. ¿Hasta dónde podría haber llegado esos tres primeros días de hacerse estrenado en Cinesa? Probablemente hasta los tres millones, aunque no mucho más: no por estrenarse en más sitios se logra mayor recaudación. Ayer llevaba ya 6,5 millones de euros.

El Tribunal de la Competencia prohíbe acuerdos generales

¿Afecta este desencuentro al precio de las entradas? Sí, por el reparto de dinero que se hace de lo recaudado en cada entrada. De esa cantidad, el 21% es el IVA, el 3% es para las entidades de gestión de derechos intelectuales, y, en porcentajes muy variables, el 33% para el exhibidor y el 43% para el distribuidor. Muy variables, porque las majors suelen pedir un 55% y alcanzar el 60%. Las indies a veces solo llegan al 35%. "En Reino Unido la media es de un 35%”, explican desde la industria. “Es muy difícil saber lo que le pidió Universal a Cinesa y Kinépolis, porque casi siempre son acuerdos verbales, secretos y cambian según el título y la sala”. Habitualmente el porcentaje decrece según pasan las semanas en la cartelera, pero ya ha habido taquillazos cuyas distribuidoras han mantenido el 60% de la entrada para ellas en su segunda, tercera, cuarta semana.... “60% para la major, 24% para impuestos y gravámenes y con el resto pagas tus impuestos, luz, empleados, alquileres… De 1.000 euros te quedan 160, la ruina”, describe un exhibidor. “Como para promociones de entradas. Al rebajar, solo lo hacemos los dueños de salas. Con los americanos no puedes negociar mucho los porcentajes”. Como dijo Enrique González Macho, presidente de la Academia, en un coloquio en EL PAÍS: “No soy antiamericano, pero con los años he aprendido que o trabajas con ellos o trabajas para ellos”. Un influyente distribuidor y exhibidor recuerda que España es el país que más porcentaje da a las majors: “En Francia, gracias a un acuerdo intersectorial la primera semana no supera el 50% y la media es del 40%. En Alemania otro acuerdo estipula un máximo del 45%. Más aún, en Francia han iniciado una política de cuatro euros para entradas para menores de 14 años… y aquí no podemos hacer nada porque lo prohíbe el Tribunal de la Competencia”. Un detalle importante: las majors no solo distribuyen cine de Hollywood, sino también el español, como el caso anteriormente mencionado de Universal y la comedia de David Trueba, o los taquillazos que ha obtenido Warner con Lo imposible o la saga Torrente.

Hay exceso de salas y todos sus dueños quieren los últimos taquillazos

No todas las majors van a porcentaje. Warner, por ejemplo, la distribuidora que comanda el cine en España con un 16% de cuota de mercado, se lleva un fijo de cada entrada. Por eso en muchos cines se puede ver este cartel: “Las películas de Warner están excluidas de la promoción”, ya que aunque se reduzca el precio de la entrada, la distribuidora sigue pidiendo el mismo fijo. “Para la Fiesta del Cine”, cuenta Juan Ramón Gómez Fabra, presidente de FECE, la federación de exhibidores, “con Warner llegamos a acuerdos especiales para que también entraran en el evento. Hoy lo que tenemos que hacer es crecer juntos”. Un exhibidor advierte: “Es ley de mercado, pero hay parte de culpa del dominado”. Con ello se refiere a épocas precedentes, cuando en España había salas de estreno y de reestreno, distintos precios y los cines mandaban. González Macho apunta: “Tenemos un parque de salas sobredimensionado. Lo normal sería una pantalla por 25.000 habitantes. Aquí estamos en una sala por 14.000 habitantes, y mal repartidas: en muchas capitales de provincia no hay ni una”. Como confirma Gómez Fabra, “se creció pensando en que todos los centros comerciales tuvieran cines y por tener un taquillazo en tu pantalla como el rival de enfrente, se cedió ante las peticiones de las majors”. En Francia, por ejemplo, no se puede abrir un cine nuevo libremente, sino que el negocio está controlado, al estilo —parecido— de las farmacias y los estancos en España. Otro exhibidor ahonda: “Las majors nos dijeron que cuando se informatizara la taquilla, bajarían el porcentaje. No ocurrió. Pero además nos disparamos en un pie cuando la construcción de los centros comerciales. Ahora algunos exhibidores suicidas han tirado los precios… porque han decidido no digitalizarse. No tienen que pagar el cambio tecnológico y mientras haya copias en celuloide irán a muerte”.

¿Adónde llegará este enfrentamiento entre la distribuidora y la cadena de salas? Desde las majors aseguran que esto es “como cualquier negociación normal” y “que como en los divorcios, no hay buenos ni malos, depende de quién seas amigo”. Pero a continuación confirman: “Da muy mala imagen y es un flaco favor en la lucha contra la piratería”. Desde la otra orilla advierten: “Cuando acabe la actual promoción en abril, ¿qué haremos? No se ha acometido en serio el problema, se ha parcheado. Esto está desmadrado”.

Con información de Ángel Luis Sucasas y Clara Morales.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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