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OBITUARIO

Henri Réchatin, toda una vida manteniendo el equilibrio

El funámbulo francés batió varios récords con sus distintos números, ejecutados siempre sin red u otras protecciones

Henri Rechatin, en 1967.
Henri Rechatin, en 1967.AFP

Entró en el libro Guiness de los récords como el “mayor funámbulo del mundo”. Henri Réchatin, conocido como Henry’s, era un adicto de la adrenalina y de los retos en alturas. Desde su ciudad natal de Saint Etienne, en el este de Francia, a los edificios altos de Moscú, pasando por el Gran Cañón del Colorado o las cataratas del Niágara, dio la vuelta al mundo desafiando la gravedad. Hasta sus últimos días, seguía realizando ejercicios de equilibrio a diario sobre un cable que tenía tendido junto a su casa. El acróbata falleció en su domicilio el pasado 27 de diciembre en la ciudad en la que nació hace 82 años.

Iniciado desde pequeño en el mundo del circo por su padre, también acróbata, Réchatin empezó su carrera haciendo malabarismos. Atraído por el riesgo y siempre en búsqueda constante de la próxima proeza, en 1956, con 25 años, dio la vuelta a Francia con unos zancos. Recorrió entonces unos 4.400 kilómetros en 100 días. Pero su verdadera vocación era el funambulismo sobre cable, a pie o en moto. También se granjeó una gran fama con su número de la silla en equilibrio al borde de un precipicio, donde jugaba con el vacío. Así batió varios récords. En 1965 se hizo una celebridad al atravesar el embalse de Grangent, cerca de Saint Etienne, en algo más de dos horas, sobre un cable de 1,6 kilómetros de largo, a 250 metros de altura, ante 40.000 personas.

En 1973, su fama alcanzó nuevas cotas cuando se instaló sobre un cable a 25 metros de altura y se mantuvo así durante seis meses, encima de un supermercado en Saint Etienne. “Bajaba su orinal con un alambre”, recuerda al diario Le Monde el también acróbata Antoine Rigot. “¡Se comenta incluso que su esposa dio a luz en una especie de construcción colocada sobre el cable! No era lo que se dice un funámbulo elegante, sino un verdadero fenómeno, un extravagante, con una audacia y una invención, una fuerza y una voluntad muy sorprendentes”.

Su espectáculo más conocido, el de las sillas en equilibrio, lo realizó en 1996, en la Aguja del Mediodía del Mont-Blanc, en los Alpes, a 3842 metros de altitud. Henry’s se acomodó en su asiento y mantuvo el equilibrio sobre dos vasos del revés, colocados a su vez en otra silla al borde del vacío, un número convertido en clásico y que repitió en multitud de lugares. También en 1996, con motivo de sus 60 años de carrera, caminó sobre el cable del teleférico de la misma Aguja del Mediodía.

El equilibrista francés anunció por primera vez su retirada en 2006 mediante una performance en su ciudad natal, cansado de los problemas administrativos que su rechazo a trabajar con red u otras protecciones le suponían. “No soy un anarquista, pero si me prohíben hacer algo, ¡lo hago igual!”, relataba entonces a la prensa local. En 1992 rechazó una invitación para una inauguración en Las Vegas porque las autoridades estadounidenses exigían que estuviera atado. En 2011 volvió una última vez a representar algunos de sus números más clásicos con motivo de sus 80 años de vida y 75 de carrera en la localidad de Dunières, en el centro de Francia.

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