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CRÍTICA | LA LADRONA DE LIBROS

La Muerte cuentacuentos

'La ladrona de libros' no es una película despreciable: contiene, por lo menos, las más sólidas que memorables interpretaciones de Geoffrey Rush y Emily Watson El resto es un ejercicio de caligrafía académica

Geoffrey Rush y Emily Watson en un fotograma de 'La ladrona de libros'.
Geoffrey Rush y Emily Watson en un fotograma de 'La ladrona de libros'.

Adaptación –algo suavizada, según sus lectores- de la novela homónima del australiano Markus Zusak, La ladrona de libros conserva de su referente literario la arriesgada decisión de tomar la voz de la Muerte –una Muerte benévola y compresiva- para contar una historia de supervivencia y auto-afirmación en plena Alemania nazi. Una Muerte que, pese a contemplar a los bondadosos personajes que pueblan esta historia con afecto, no deja de confesar que la coyuntura histórica la mantiene endiabladamente sobreocupada. Más cargada de encanto y buenas intenciones que de auténtica verdad, La ladrona de libros también opta por otra decisión narrativa embellecedora y, cabe suponer, tremendamente eficaz a los ojos del lector de best-sellers con toque de distinción y coartada pseudo-cultural: la educación furtiva de su joven protagonista, capaz de rescatar libros de las piras o de sustraer lujosos volúmenes de la biblioteca de un prohombre nazi, como campana de pureza en plena barbarie.

Dirigida con gusto y cierta contención frente a la sensiblería por Brian Perceval –recién desembarcado de una serie como Downton Abbey-, La ladrona de libros no es una película despreciable: contiene, por lo menos, las más sólidas y solventes que, en este caso, memorables interpretaciones de Geoffrey Rush y Emily Watson como padres adoptivos de contrastados temperamentos y surtidas modulaciones de un mismo corazón de oro. El resto es un ejercicio de caligrafía académica, donde la representación de los rituales de la infamia –la noche de los cristales rotos, la quema de libros, el mitin, las agresiones al comerciante judío- sigue al pie de la letra –aunque con contundente empaque de producción- los modelos más gastados por el uso y, por tanto, menos problemáticos. No es culpa de La ladrona de libros que le toque coincidir en cartelera con un trabajo como El último de los injustos: es, simplemente, una cuestión de mal timing que, si acaso, subraya con más fuerza el carácter esencialmente prescindible de una película que, probablemente, ni siquiera se ha preguntado por los pros y los contras de darle voz a la Muerte y hacer de ella un personaje tan desconcertantemente amable y comprensivo.

LA LADRONA DE LIBROS

Dirección: Brian Percival.

Intérpretes: Sophie Nélisse, Geoffrey Rush, Emily Watson, Nico Liersch, Kirsten Block, Ben Schnetzer, Oliver Stokowski.

Género: drama.

Estados Unidos-Alemania, 2013.

Duración: 131 minutos.

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