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La importancia de saber escuchar

El músico y compositor David Toop descodifica la naturaleza del sonido en el ensayo ‘Resonancia siniestra’

Álex Vicente
El músico David Toop
El músico David ToopEL PAÍS

Para David Toop, el sonido tiene los mismos atributos que un fantasma. “Es una presencia transitoria, que aparece y desaparece. Su intangibilidad siempre resulta perturbadora. En esa calidad repentina y espectral, que nos habla de nostalgia y de pérdida, reside su auténtico poder”, explica el escritor británico en un ruidoso café del Southbank londinense, que obliga a agudizar el que él considera el sentido más menospreciado de los cinco con los que contamos.

 El músico y ensayista es el autor de Resonancia siniestra (Caja Negra), un volumen sobre la naturaleza del sonido, para el que estudió atentamente los ruidos ambientales que solo escuchamos de forma inconsciente y el universo sonoro de decenas de obras literarias y artísticas, con el objetivo de describir cómo asimilamos y descodificamos todo lo que atraviesa nuestros oídos.

La obra surgió como respuesta a un ensayo actuálmente tan influyente y archiconocido como Modos de ver, de John Berger. “De hecho, el primer título que manejé como posible fue Modos de escuchar. Aquel trabajo fue el contramodelo que originó este libro. Se suele creer que la vista es el sentido fundamental. Sin embargo, los estudios clínicos demuestran que el primer sentido que desarrollamos es la capacidad de audición, que aparece ya en el útero materno, lo que explica en parte la posterior conexión del bebé con su progenitora. Se me ocurrió aportar un contrapunto a esta cultura tan visiocéntrica”, asegura.

Para abrir las puertas de esta nueva dimensión perceptiva, David Toop examinó de forma detallada el mundo sonoro que nos rodea, del canto de un pájaro a una película del director estadounidense David Lynch; de un paisaje del pintor holandés del siglo XVII Johannes Vermeer a un libro de la escritora Virginia Woolf, mito del modernismo literario; de lienzos expresionistas noruego Edvard Munch o el estadounidense Cy Twombly hasta un canto tradicional etíope, una canción del cantautor Tim Buckley o, incluso, los últimos respiros de su propia madre moribunda.

Estudió los ruidos ambientales y el universo sonoro de obras artísticas

Nacido en Londres en 1949, Toop suma más de cuarenta años consagrados al estudio de la música. Antiguo miembro de The Flying Lizards, grupo musical de vanguardia de los primeros ochenta, colaboró con el músico y productor británico Brian Eno y fue columnista para la mítica revista The Face y para Wire, actual publicación de referencia para la música experimental.

Además, Toop ha firmado media docena de estudios sobre el sonido, convertidos en volúmenes de referencia. Por ejemplo, Rap Attack, uno de los primeros ensayos sobre la cultura hip hop; Ocean of sound, volumen sobre la música ambiental; o Exotica, sobre el boom de la llamada world music en los ochenta y noventa.

Está probado que el primer sentido en desarrollarse
es la audición”

“La redacción de este libro es el resultado de cierta sobredosis musical. Llegó un momento en el que sentí que no era capaz de escuchar más música. Llevaba muchos años haciéndolo y estaba harto. Aposté por reeducar mi oído escuchando los sonidos de mi jardín, para encontrar una nueva forma de escuchar lo que me rodeaba”, relata. Otra de sus intenciones fue trazar una historia alternativa del llamado arte sonoro, “lejos de los estereotipos que se utilizan siempre, que se limitan a hablar de los futuristas italianos y de John Cage”.

Toop llegó a la conclusión de que el sonido siempre logra despertar algo enterrado en nuestro subconsciente. Y que, en nuestra forma de experimentar el mundo, el oído cuenta igual o más que la vista. Si tuviera que elegir, Toop no sabe si preferiría volverse ciego o sordo. “¿Por qué hay que elegir? Solemos contraponer esos dos sentidos, aunque en realidad funcionan juntos”, afirma el autor.

Toop utiliza como ejemplo al protagonista de El último mohicano, la novela de James Fenimore Cooper, dotado con una sobrenatural capacidad de escucha. “Su nombre es Ojo de Halcón por su visión de ave de rapiña, aunque lo que le hace sobrevivir en el bosque es, en realidad, su oído”.

Para Toop, el único problema de escuchar con atención es que acaba creando cierto vicio. “Pasar tus días prestando atención al mínimo sonido es muy interesante, pero también te puedes acabar volviendo un poco loco. A veces, hay que saber desconectar”, aconseja.

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Sobre la firma

Álex Vicente
Es periodista cultural. Forma parte del equipo de Babelia desde 2020.

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