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Bloqueado en Italia un proyecto de Bofill

El Consejo de Estado le niega la validez de los permisos para edificar en Salerno

Vista del Crescent, proyecto en construcción de<NO1>en<NO> Salerno, en Italia.
Vista del Crescent, proyecto en construcción de<NO1>en<NO> Salerno, en Italia. michele amoruso (cordon press)

Un coloso de hormigón encallado frente a la bahía. Un ecomonstruo, como se suelen apodar en Italia las construcciones que quedan inacabadas, atrapadas en una maraña de burocracia, codicia y autorizaciones concedidas y luego denegadas. Ese parece ser el destino del Crescent de Salerno, cerca de Nápoles, proyectado por el catalán Ricardo Bofill. Un destino fijado por el Consejo de Estado, que consideró nulos en una sentencia del 23 de diciembre los permisos dados por el Ayuntamiento en 2008. El gigantesco edificio con forma de media luna de casi 50.000 metros cuadrados dividió a la ciudad desde que fue puesta la primera piedra, hace más de seis años. También lo ha hecho la sentencia, que debería cerrar una batalla de años.

“El próximo paso es insistir para que el monstruo sea demolido”, explica Oreste Agosto, letrado de Italia Nostra, asociación que vela por el patrimonio natural y artístico de la península. El alcalde Vincenzo de Luca vio el fallo con otros ojos. El texto legal niega, según su parecer, las aspiraciones de las asociaciones denunciantes, que consideraron que el proyecto ocupaba parte de la playa. En las próximas semanas, promete De Luca, van a “solucionar las observaciones relativas al paisaje”. Es decir, pedirán que la superintendencia otorgue nuevos permisos.

“La sentencia inapelable del Consejo considera infundadas las autorizaciones obtenidas al principio de las obras. Significa que el edificio es ilegal. La ley prohíbe construir en zonas costeras como la elegida para el Crescent. Así que la única vía legal es el derrumbe”, concluye el abogado Pierluigi Morena, presidente de la plataforma ciudadana Nocrescent. “Este fallo es un éxito para nosotros porque reconoce que estropea el paisaje como muchas de las obras impuestas a los ciudadanos”. Salerno, con 140.000 habitantes al sur del Vesubio, no cuenta entre las ciudades monumentales que los turistas corren a visitar en Italia. “Pero este bloque enorme justo cierra la perspectiva de la parte más bonita y querida por los vecinos”, añade Morena. “Antes, entrando al puerto desde el mar se podía admirar buena parte del casco antiguo con sus palacios y callejuelas. Por tierra, mirando hacia el norte, en el paseo marítimo se abarcaba la bahía de Amalfi. Las dos panorámicas están tapadas por la construcción”.

El complejo forma parte de un conjunto con obras de Hadid, Nouvel o Calatrava

Las 150.000 toneladas de hormigón proyectadas por Bofill solo representan la guinda final a la febril renovación urbanística emprendida desde los años noventa por el alcalde. De Luca, independiente de centroizquierda, gobernó la ciudad entre 1993 y 2001 y fue reelegido en 2006. En sus primeros años recalificó terrenos, aprobó demoliciones y encargó reformas y obra nueva por valor de muchos cientos de millones de euros. A los pocos meses de conquistar su tercer mandato, compró el área al Estado por 11 millones de euros y dio dos y medio al taller de Bofill para proyectar una plaza y un edificio. Tres kilómetros del paseo marítimo donde el arquitecto barcelonés (1939) imaginó un gran foro semicircular rodeado por una media luna de 30 metros de altura, que alojará unas 150 viviendas (evaluadas en 13.000 euros por metro cuadrado), oficinas, boutiques y locales comerciales.

El proyecto se enmarca en una actuación urbanística que costará en torno a 220 millones de euros y que cuenta con bocetos de Santiago Calatrava para el puerto de la Marina de Arechi, de David Chipperfield para la ciudadela judicial, de Jean Nouvel, que ha reinventado una vieja fábrica de pasta, o de la angloiraquí Zaha Hadid, con su terminal marítima con forma de ostra.

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