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Delicioso postre de la psicodelia

'Magical Mystery Tour’ reúne un delirante telefilme y canciones emblemáticas de los Beatles el año de la explosión 'hippy'. Hay surrealismo, nostalgia de Liverpool y un himno global

Los Beatles, en la etapa del rodaje y grabación de 'Magical Mystery Tour'
Los Beatles, en la etapa del rodaje y grabación de 'Magical Mystery Tour'

Entendamos que 1967 no era un año cualquiera. El movimiento hippy explotaba, desde su feudo californiano, en el llamado verano del amor. Arreciaba la protesta contra la guerra del Vietnam y Luther King encabezaba la lucha por los derechos civiles. El disco Sgt. Pepper's Lonely Heart Club Band de los Beatles, lanzado en junio, había sido un éxito tan desmesurado que amenazaba con devorar a sus autores. McCartney enterraba la imagen de inocencia del grupo al reconocer en una entrevista que consumía LSD, sustancia de moda recién ilegalizada. En agosto moría por sorpresa Brian Epstein, el manager que desde el principio guiaba su carrera. Lennon llegó a decir: “Cuando Brian murió, supe que acababa todo”.

Estaban pasando cosas difíciles de asimilar incluso para una banda como The Beatles, que habían llegado a la cima y encadenado varias obras maestras en apenas cinco años desde su primer éxito. Componían a destajo: de las sesiones de Sgt. Pepper's se descartó material valiosísimo, parte del cual fue saliendo en forma de single. Los Beatles tenían montones de buenas canciones y ganas de seguir experimentando. El resultado fue Magical Mystery Tour, que este domingo se puede comprar con EL PAÍS en versión remasterizada por 9,90 euros.

El proyecto giraba en torno a un telefilme que ideó y dirigió Paul McCartney en torno a un delirante recorrido en autobús por Inglaterra. Era una gamberrada sin guion coherente, ni grandes pretensiones cinematográficas, que recibió una crítica demoledora cuando se emitió el día después de Navidad en la BBC. Era la primera vez que a los Beatles les llovían los palos. "No fue el peor programa de Navidad. Tampoco es que el discurso de la Reina fuera excepcional, ¿verdad?", bromeó McCartney.

Portada de 'Magical Mystery Tour'
Portada de 'Magical Mystery Tour'

No era una gran película (si acaso, tuvo valor como precedente de los videoclips) y, sin embargo, las canciones que forman el disco son magníficas. La cara A es la banda sonora del telefilme, seis canciones muy psicodélicas originalmente editadas en un EP. La cara B, gloriosa, incluye cinco temas editados como sencillos en ese año.

La canción que abre y da nombre al disco tiene el mismo aire de marcha que Sgt. Pepper's, cuya línea se intenta continuar. En esta cara A lleva el peso McCartney, que aporta la poética The fool on the hill y una de aire retro, Your mother should know. Harrison continúa la senda mística influida por lo hindú en Blue Jay Way. Hay un extraño tema instrumental llamada Flying, compuesto por los cuatro. Y Lennon solo aporta una canción al filme, pero es la mejor: la surrealista I am the walrus, cuya letra dio pie a lecturas estrambóticas. Paul (que no estaba muerto) se negó a que fuera cara A de un sencillo.

De cinco temas que no salen en la película hay tres extraordinarios. Dos se contenían en un firme candidato a mejor single de la historia: Strawberry fields forever y Penny Lane. Son dos canciones nostálgicas y complejas en las que John y Paul, respectivamente, evocan su infancia a través de lugares de su Liverpool natal. La otra es All you need is love, que compusieron e interpretaron en directo en la BBC para One world, el primer programa para la audiencia global vía satélite. Un emotivo himno para la generación del flower power escrito por un Lennon que apunta su activismo. Hay otras dos piezas que, al lado de estas, parecen menores: la infantil Hello Goodbye y la interesante Baby you’re a rich man.

Magical Mystery Tour fue el final de una fecunda fase psicodélica que corría riesgo de empachar. Después de este álbum, los Beatles viajaron con un santón a India, de donde volvieron decepcionados pero con un saco de canciones. Dieron otro paso adelante: se quitaron los disfraces, se despojaron de barroquismo y se agarraron, en el álbum blanco de 1968, a la sencillez del rock. Seguían quemando etapas rápidamente. Pero en cada una lo bordaban.

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Sobre la firma

Ricardo de Querol
Es subdirector de EL PAÍS. Ha sido director de 'Cinco Días' y de 'Tribuna de Salamanca'. Licenciado en Ciencias de la Información, ejerce el periodismo desde 1988. Trabajó en 'Ya' y 'Diario 16'. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Sociedad, 'Babelia' y la mesa digital, además de columnista. Autor de ‘La gran fragmentación’ (Arpa).

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