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Cerró la Bienal de Venecia, ahora llega el turno de los museos

La relación entre una y otros ocupa los debates de los últimos días de la cita artística, que cierra con un récord de asistentes

Una pieza de Jeremy Deller en el pabellón británico de la bienal.
Una pieza de Jeremy Deller en el pabellón británico de la bienal. gabriel buoys (gabriel buoys )

La Bienal de Venecia, que el domingo cerró sus puertas con récord de público (470.000 asistentes), sigue siendo, desde su funcación en 1895, el escenario para el nacimiento, muerte y resurrección de variados mitos del arte contemporáneo. Por ella han desfilado Rodin, Renoir, Courbet, Klimt, Picasso, Pollock, Braque... Sí, pero ¿aún cumple el papel de lanzar nuevos artistas? Y sobre todo, ¿qué puede hacer por “imaginar los nuevos museos del futuro y transmitir toda su energía para que éstos sean más activos”?. Esas y otras preguntas asaltaron esta semana al presidente de la institución, Paolo Baratta

Para servirle de ayuda con interrogantes de tan endiablada respuesta, el comisario de la 55ª cita del arte contemporáneo, Massimiliano Gioni ha viajado desde Nueva York donde es director asociado del New Museum of Contemporary Art, para asistir al cierre y trabajar sobre la relación futura entre los museos y la Bienal. En palabras de Gioni, “existen diferencias y similitudes entre ambos tipos de instituciones. Muchos museos se interesan cada vez más en el arte contemporáneo, por lo tanto, la Bienal de Venecia y otras bienales deben transformarse en instrumentos capaces de inventar nuevos modelos y no solo de dar a conocer nuevos artistas. Las bienales son lugares abiertos al cambio, que se renuevan cada dos años y por lo tanto, deben experimentar. Tienen la responsabilidad de poner en discusión los parámetros establecidos”, sintetiza Gioni.

Por su parte, Achille Bonito Oliva, comisario de la Bienal 1993 (Puntos cardinales del arte), que transformó la exposición en un evento multicultural e interdisciplinario, llegó a la laguna con lleno de ideas. “Una muestra o una bienal debe ser el matrimonio de todas las artes. Vivimos en una época de mestizaje cultural y es la única salida que veo para el futuro”, opina Bonito Oliva, crítico de arte, prolífico escritor y comisario de más de 100 exhibiciones internacionales. Sobre este punto, Baratta ha reiterado que los tres festivales que forman la Bienal de Venecia (danza, teatro y música) deben interactuar y colaborar entre sí.

Hay un centenar de bienales esparcidas por el globo, algunas pequeñas, otras grandes, algunas de gran valor artístico y otras insignificantes. La Bienal de Venecia, pese a polémicas del pasado sigue siendo la Bienal por antonomasia. A la 55 exposición internacional de arte contemporáneo (Pabellón enciclopédico) han asistido 30.000 personas más que a la Bienal de 2011, comisariada por Bice Curiger. Los datos hablan claro y sirven a Baratta para quitarse la piedra en el zapato que le viene incomodando desde que leyó los comentarios de algunos críticos, pocos días después de la inauguración, en junio pasado. Escribieron que es una manifestación llena de glamour y la pasarela donde se exhibe el poder económico unido al mundo del arte. “La Bienal es una institución creíble, somos totalmente lo opuesto de quienes nos critican. Aquí se viene a ver arte, lo nuevo, lo desconocido, no obras con el precio. La Bienal no es para vender arte. La Bienal es el lugar para tratar de entender dónde va el mundo, no puede ser estática y debe despertar interés de la gente através de la credibilidad”, comenta Baratta.

El Pabellón enciclopédico, concebido por el joven comisario, Massimiliano Gioni (Busto Arsizio, 1973) se inspira en el palacio ideado en 1955 por un artista desconocido italo-estadounidense (Marino Auriti) que en su interior habría debido conservar todo el conocimiento de la humanidad. La concepción de Gioni ha gustado mucho a los veinteañeros (el 30% de los visitantes tienen menos de 25 años). “De las 470.000 personas que han venido a esta Bienal, muchas no llegaron atraídas por el glamour o el dinero. Quien reduce la Bienal a los días de la inauguración ve solo una parte y se equivoca seriamente: este es un error que comenten algunos periodistas. Es claro que muchos coleccionistas internacionales, (algunos de ellos muy ricos y con mucho glamour) aman la Bienal y esto es muy importante porque contribuyen al crecimiento económico de la ciudad y de las instituciones culturales venecianas. Muchos de los colecionistas son verdaderos mecenas que sostienen el arte, los artistas y los museos. Vale la pena recordar, que el glamour es solo un pedacito de un gran mosaico”, sostiene Gioni. El comisario saliente se resiste a reducir su criatura a los números. “Creo que al público le ha agradado ver una Bienal que contaba historias de artistas no profesionales, que nos hacen sentir que el arte es parte de la vida, que no es un pasatiempo para millonarios, sino más bien una cuestión de vida”, zanja Gioni.

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