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Amaya Arzuaga gana el Premio Nacional de Diseño de Moda

Es la primera mujer en obtener este galardón por su “experiencia acumulada en más de veinte años y su estilo propio"

Carmen Mañana
Amaya Arzuaga antes de su último desfile en Madrid.
Amaya Arzuaga antes de su último desfile en Madrid. SAMUEL SÁNCHEZ

“Cuando me dijeron que me lo habían dado no me lo podía creer, y cuando me contaron que, además, había dinero, pensé que era una broma tal y como están los tiempos”. Amaya Arzuaga (Burgos, 1970) describe así su reacción al saber que acababa de recibir el Premio Nacional de Diseño de Moda 2013, concedido por el Ministerio de Cultura y dotado con 30.000 euros. No es el primer galardón que recoge en sus dos décadas de carrera, pero sí el único que conlleva una remuneración económica.

La colección con la que debutó en la antigua pasarela Cibeles en 1995 fue reconocida como la mejor de aquella edición, y 10 años después se le otorgó la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes.

La diseñadora es, además, la primera mujer y la más joven de todos los creadores que logra el Nacional de Diseño de Moda desde que se instituyese en 2009. Antes que ella, fueron condecorados Pertegaz, Paco Rabanne, Elio Berhanyer y Manolo Blahnik. “Una de las razones por las que no me lo esperaba es porque daba la impresión de que era un homenaje a toda una carrera. Pero creo que es muy positivo que se le dé a alguien en activo, que invierta el dinero en un proyecto vivo. Además, así se convierte también en un incentivo para los jóvenes, en una meta, una esperanza”, explica.

El jurado, presidido por Jesús Prieto de Pedro, director general de Bellas Artes y Bienes Culturales y de Archivos y Bibliotecas, ha premiado la “experiencia acumulada en más de 20 años, durante los que ha generado un estilo propio, hecho que solo consiguen los elegidos, con un trabajo incansable y coherente”.

Su firma es una de las más sólidas de la moda española actual, y ella, una de las pocas diseñadoras que han alcanzado verdadera relevancia fuera de las fronteras nacionales. De hecho, Arzuaga proyecta emplear los 30.000 euros del premio en su próximo desfile parisiense. “Aunque con lo caro que resulta todo, creo que me dará para ampliar un metro la pasarela”, bromea. La burgalesa presenta su primera línea desde 2010 en la semana de moda de la capital francesa. Un gran esfuerzo en términos económicos y de organización, pero que, asegura, “es la única vía para acceder a los compradores internacionales”.

El próximo enero desfilará en Hong Kong. Una nueva muesca en la ya larga lista de ciudades por donde ha llevado su diseño: Milán, Londres, Nueva York, Barcelona, Lisboa... Tantos kilómetros han tenido su recompensa: Arzuaga exporta el 80% de su producción y está presente en 37 países, además de en 200 puntos de venta españoles. Con vistas al mercado nacional, participa en la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid desde hace tres temporadas con AA de Amaya Arzuaga, su segunda marca, más comercial.

El jurado del Nacional de Diseño de Moda también ha querido destacar que la burgalesa es “una de las primeras creadoras con formación académica reglada, que ha sabido plasmar en su obra un carácter innovador y contemporáneo”. Arzuaga cursó estudios superiores de Diseño de Moda en la Universidad Politécnica de Madrid, y se incorporó en 1992 a la plantilla de Elipse, la empresa familiar especializada en la producción y diseño de tejidos. Tres años después decidió lanzar su propia firma, que encontró en las siluetas escultóricas y la investigación de materiales sus señas de identidad más celebradas.

Hace dos años, la fábrica de Lerma, laboratorio y origen de sus exquisitas telas, echó el cierre. “Por desgracia, tenemos que competir con los productos hechos en China y el mercado no está para asumir los precios de lo que se hace aquí”, explicó entonces la diseñadora. Pero Arzuaga continúa manufacturando toda su colección en España: desde los zapatos, salidos de Alicante, hasta las prendas de punto, elaboradas en el renacido taller familiar.

“Estamos luchando muchísimo y este premio no supone solo un empujoncito económico, sino que da fuerza para no desmotivarnos ante un escenario tan adverso. Yo nunca he pedido subvenciones, no las quiero. Pero subiendo los impuestos y encareciendo las condiciones para contratar a empleados, los pequeños empresarios de la moda que aún sobrevivimos acabaremos asfixiados”, advierte.

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