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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Sin espinas

Las vueltas que le da el PSOE a su rosa eterna dan para una tesis doctoral sobre publicidad política

David Trueba
Alfredo Pérez Rubalcaba, durante la conferencia política del PSOE.
Alfredo Pérez Rubalcaba, durante la conferencia política del PSOE. luis sevillano

La cartela que ha presidido la conferencia política del PSOE parte de unas letras enlazadas al modo de escritura escolar, coronadas con una flor que tiene algo de naif o, al menos, de femenina ternura. Las vueltas que le da el partido a su rosa eterna dan para una tesis doctoral sobre publicidad política. La grafía también tiene algo de grafiti, pero no se les puede culpar, porque ahora hasta los bancos se anuncian con letras de grafiti, Banksy expone en los museos y el ministro de Hacienda es punk. Por ahí va la impostura. Lo importante es lo que las letras dicen: socialistas. De ahí que se infiera que lo que el partido socialista trata de rescatar es el socialismo, en una propuesta de regreso al futuro.

Rubalcaba fue el peor cartel posible para las pasadas elecciones, pero ha sido el mejor aglutinador del partido. El mandato ajustado que le concedieron en primarias los militantes fue un ruego para proteger la marca de la batalla mediocre de los egos y la incoherencia del discurso nacional. A Rubalcaba le ha tocado la ingrata tarea de coser un partido desde el ERE andaluz al derecho a decidir del PSC y que se le notaran lo menos posible los parches. Algún día le agradecerán el servicio prestado al partido en los peores tiempos que se le recuerdan. Por ahora se lo agradece él a sí mismo y no se mueve de la silla hasta dejarlo todo bien atado.

Por culpa del cambio climático, Filipinas sufre más de 20 tifones por año, sin que las cumbres de medio ambiente le regalen más que una foto grotesca. También los socialistas harían bien en prestar atención al cambio de clima político. El desenfreno global de las Bolsas ha provocado un incierto mandato de los fondos especulativos, donde empresas sin personal, que evaden impuestos, dictan las reformas a Gobiernos zombis. A España la están comprando, a cachos y a tocateja, las remesas lujuriosas de dinero negro y dictaduras forradas. No hay país sino mercadillo, con una población vejada a la que los grandes empresarios le gritan que la crisis ha terminado y el dinero llega a chorros. A la rosa que pintan los socialistas le faltan las espinas para defender la casa.

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