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El desamor en clave ‘indie’

La cantante mexicana Carla Morrison es una de las nuevas voces del pop latinoamericano. La semana próxima actua en España.

Mientras el indie como tendencia cultural se replantea su futuro, luego de que la medida warholiana del cuarto de hora se extendiera más de una década, en América Latina aún es una etiqueta difícil de comprender, al menos en el establishment. Si bien el Grammy anglo, en su última edición, se tuvo que adaptar radicalmente al cambio de paradigma, en la versión latina de la estatuilla, Emilio Estefan, su impulsor, amén de músico, productor y esposo de Gloria, se preguntaba junto al resto del ala anacrónica de la industria: “¿Qué carajo es el pop independiente?”. Aunque parece que muy claro no lo tiene, la Academia Latina de Artes y Ciencias de la Grabación intenta comprenderlo y adaptarse a los tiempos modernos, al punto de que en 2012 nominó por primera vez a varios artistas de la escena, de la que la cantautora mexicana Carla Morrison es quizá su mayor demostración de tolerancia y superación al premiarla con dos gramófonos en las categorías de “Mejor álbum de música alternativa”, por su elepé Déjenme llorar, y “Canción de música alternativa”, por el tema que le da título a esta trabajo.

Los chicos de mi edad, cuando tenemos el corazón roto, escuchamos música de antaño en la que encontramos respuesta a nuestras dudas

 “Me pareció bueno que la Academia abriera las puertas, y se diera cuenta de que hay talentos y géneros que a la gente le gustan, no sólo a las disqueras”, retaba Morrison, antes de su primer show en la capital argentina, a fines de octubre, con el que cerró el tramo sudamericano de su actual gira. “A casi dos años de su lanzamiento, Déjenme llorar (2012), mi primer álbum de estudio, sigue siendo muy querido, y para mucha gente es aún un trabajo desconocido. Así que esto le he vivido de una manera intensa y, si se quiere, loca. Más allá de los premios que recibí, me sacó de onda la repercusión del disco porque nunca imaginé que podría ser tan bien aceptado por diferentes tipos de público”. Por lo que la exponente de 27 años es hoy uno de los flamantes iconos latinoamericanos de la canción pop. “Si bien como artista independiente pertenezco a muchas minorías, lo que creo que representan desde mi imagen hasta mis letras, es relativamente corto el tiempo en el que me interesé por las redes sociales. De manera que, y te soy sincera con eso, no me esperaba que fuera tan apreciada de esta forma”.

Las fechas de la gira de Carla Morrison en España y Reino Unido.
Las fechas de la gira de Carla Morrison en España y Reino Unido.

No obstante, lo que conectó a la artista bajacaliforniana con una nueva generación de público fue la intensidad de sus canciones. “Los chicos de mi edad, cuando tenemos el corazón roto, escuchamos música de antaño en la que encontramos respuesta a nuestras dudas”, afirma la artífice que forma parte del catálogo del sello Intolerancia Records, vitrina del indie mexicano que posee un escenario propio en el festival musical local Vive Latino. “Aunque fue vergonzoso exponer mis sentimientos, tenía ganas de cantar sobre mi realidad. No fue pretencioso, ni siquiera fue algo que planeé: sólo que quería hacer temas que describieran lo que me pasa. Si me siento jodida, y me duele mucho, todo bien. Simplemente fue ser real conmigo misma y no tener vergüenza con lo que me sucedía”. Pero fue con la aparición de Déjenme llorar con el que Morrison alcanzó su mayor garra. “Ese trabajo está inspirado en una ruptura amorosa que me hizo entender muchas cosas. Si pensé que la gente me iba a odiar por su dramatismo, a un montón le gustó. Eso me alegró, no porque esperaba que se sintieran igual de jodidos que yo, sino porque el mensaje caló”.

 Tras homenajear a Chavela Vargas, referente hispanoparlante de la canción remojada en dolor y desamor, en La Chamana (2012), disco tributo a la intérprete de origen costarricense, con su versión de Paloma negra (tema inmortalizado inicialmente por Lola Beltrán), Carla asegura que Déjenme llorar le sirvió de catarsis para superar la relación que lo inspiró. Por lo que seguirá un rato más cantándole al amor mal parido. “Ahora me encuentro bien, estoy feliz. Si bien dejé de querer a una persona, siento que se multiplicó el cariño que hay hacia mí. Seguiré hablando del amor y del desamor en mis temas, pero desde otro ángulo, y como mujer. Así que me muero por mostrar mis nuevas canciones”, advierte la cantautora mexicana, que ya comenzó a trabajar en su próxima producción discográfica, aunque aún no tiene fecha de publicación. “A través de mis discos le voy enseñando a la gente cómo voy llevando este asunto. Si mi primer EP, Aprendiendo a aprender (2009), fue el descubrimiento del amor, y el segundo, Mientras tú dormías (2010), gira en torno a mi enamoramiento, en Déjenme llorar comprendí que no todas las veces funciona”.

 Luego de tres EPs y un álbum, la actual heroína del indie mexicano, quien debutó como solista en los escenarios de su país en 2009, una vez que dejó atrás un par de bandas que encabezó y una formación musical en Phoenix (Estados Unidos), ostenta un sonido (hermoso cruce de pop, folk y música tradicional de su país) que está muy bien aceitado. “No fue intencional”, asevera Morrison. “Crecí con influencias como Lola Beltrán, Ramón Ayala, Beach Boys, Patsy Cline y Los Pericos. Tomé lo mejor de ellos, especialmente la honestidad que encierran sus canciones, e hice mi música muy mexicana”. Pese a la seguridad que desborda cuando defiende su breve obra, la juglar tecatense no se cree todavía el buen momento que experimenta. “Desde chiquita la tuve clara. A los 17 quise estudiar música a ver qué pasaba. Cuando empecé, me desilusioné mucho, pues no podía concebir que se leyera o que el proceso fuera tan racional. Decidí entonces aprender sola, y la verdad es que fue una liberación para mí cantar sobre lo que me sucedía. De pronto me empezó a pasar todo esto, y no estaba preparada. Menos en tan poco tiempo”.

Aunque desde la incursión de Julieta Venegas en el rock mexicano, a fines de los noventa, son cada vez más las chicas que se animaron a emprender un proyecto unipersonal en esa escena, Carla Morrison se transformó en el principal amplificador de una generación decidida a echar por la borda los estereotipos. “Hay una movida de chicas más reciente, y está bueno que haya pasado porque era hora de demostrar que no sólo sabemos hacer frijoles y bebés, sino también canciones”. Sin embargo, a pocas semanas del secuestro virtual a Delorean en México, lo que provocó que muchos exponentes internacionales cancelaran sus actuaciones en el DF, la flamante adalid del indie latinoamericano lamenta las consecuencias que ese suceso pueda causarle al pop independiente de su país. “Me entristece que nos afecte, pero qué puede hacer uno”, se resigna la artista que regresará a España el 22 de noviembre para actuar en la primera edición del BIME, en Bilbao. “Es algo que pasa muy seguido, y no sólo en México. Lo único que podemos intentar es no fomentar eso, por más que esté fuera de las manos de uno”.

 Al mismo tiempo que la prensa local elogiaba el año pasado Déjenme llorar, Morrison se convertía en un referente político entre la nueva progenie de artistas locales al sumarse al movimiento Músicos con YoSoy132, agrupación que, en solidaridad con los estudiantes mexicanos, cuestionaba la llegada del actual presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, al poder. “Lo que pasa es que soy del pueblo, y no puedo hacerme de la vista gorda”, señala la cantante y guitarrista. “Por eso quise participar en un derecho de nacimiento, junto con otros colegas, y no quise dar entrevistas a mi beneficio sabiendo todo lo que está pasando en mis país. Antes de ir al DF, la información que conocía es que todo andaba bien, pero una vez que llegué me di cuenta de que no era así. Está todo manipulado. México es hermoso, tiene muchas cosas que dar al mundo, y no está bueno que las noticias no reflejen la realidad. No me estoy rebelando, sino que me apego a mis valores. Si enfrentarme a la realidad significa menos trabajo, ni modo. Mis canciones no hablan sobre política, sino sobre el amor y la vida, aunque al final del día sigo siendo mexicana”.

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