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Un nombre a tener en cuenta

Julia de Christiane Jatahy llega al teatro Valle-Inclán tras entusiasmar en el festival Temporada Alta de Girona

El festival Temporada Alta de Girona ha sido desde sus inicios una de las puertas de entrada del teatro que se hace en el resto de Europa y al otro lado del Atlántico. En su programación, junto a los nombres de los creadores que se han ido consolidando con los años, siempre hay alguno que aparece por primera vez. En esta edición, el nombre a tener en cuenta, y que se añade a la lista que han ido formando Jan Fabre, Krystian Lupa, Christoph Marthaler, Daniel Veronese, Claudio Tolcahir o Romina Paula, entre otros, es el de la autora y directora brasileña Christiane Jatahy. Su adaptación de La señorita Julia es una mirada nueva al clásico de Strindberg.

Estrenado en 2011 en Rio de Janeiro con cierta polémica por el desnudo integral de la pareja protagonista, y tras su paso por los principales festivales europeos, el montaje de Julia se presenta desde hoy y hasta el domingo en el teatro Valle-Inclán dentro del ciclo Una mirada al mundo del Centro Dramático Nacional. En esta producción, el drama de la hija del conde -que en ausencia de este seduce al criado y decide fugarse con él hasta que se da cuenta de lo que le espera y se suicida- sigue siendo el mismo, pero adaptado tanto a la actualidad de la sociedad brasileña -el criado es negro- como al aquí y ahora de cada función.

Jatahy se mueve con soltura sobre la delgada línea que separa géneros y disciplinas; juega con el teatro y el cine, el documento y la ficción desde una frescura muy saludable. Se sirve de proyecciones videográficas que han sido editadas y que combina con imágenes grabadas en directo por un operador con cámara en mano en un atractivo espacio escénico preparado para mostrarnos los mecanismos del lenguaje cinematográfico. El uso de la cámara en teatro no es algo nuevo, como tampoco lo es el resultado de la interpretación en vivo pasada por su tamiz; sin embargo, en Julia la combinación de ambas técnicas a partir de los dos intérpretes en escena (la señorita Julia y el criado) y de los que aparecen solo en pantalla (la señorita Julia de niña y la cocinera), resulta de lo más sorprendente. Y es que Jatahy salta de un lenguaje a otro, saltándose además todas las convenciones. El montaje empieza con instantes de la infancia de la protagonista en el jardín. La pantalla nos ofrece también las escenas del criado (Rodrigo dos Santos) con la cocinera (Tatiana Tiburcio) así como la intimidad que comparten Julia y el criado al otro lado de la pared. Cada tanto los intérpretes entran y salen de sus personajes, de la misma manera que salen de la sala, resuelven una escena en el exterior, y vuelven a entrar “porque hace frío”, dijo ella la noche del sábado en El Canal de Salt, Girona. Y ella es una actriz tan joven como luminosa y cuyo nombre, Julia Bernat, coincide con el de la protagonista en una casualidad de lo más oportuna, sobre todo al final, cuando reflexiona sobre el desenlace de la obra, íntimamente unido al suyo por unos instantes.

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