La envidia insana
Su director deambula entre la comedia y el drama, aunque no aunándolos en una misma secuencia sino alternándolos sucesivamente
"Se puede tener envidia de cualquiera, excepto de un hijo o de un alumno”. Una enorme verdad, demasiadas veces traicionada, que ejerce como eje central de la película israelí Pie de página. Sacada del Talmud babilónico, la sentencia ilustra a la perfección el doble conflicto del relato escrito y dirigido por Joseph Cedar: el primero, el de un padre y un hijo que, sucesivamente, han dedicado su vida profesional y personal al estudio del Talmud, llegando además a muy distintas conclusiones; y segundo, el hecho de que otorguen a uno de ellos el Premio Jerusalén (el mismo que ha ganado este año Antonio Muñoz Molina), y que la ministra, a la hora de comunicar el galardón, confunda al ganador con su pariente, ambos con el mismo nombre.
PIE DE PÁGINA
Dirección: Joseph Cedar.
Intérpretes: Shlomo Ber-Aba, Lior Ashkenazi, Alisa Rozen, Alma Zack, Yuval Scharf.
Género: tragicomedia. Israel, 2011.
Duración: 109 minutos.
Con semejante punto de partida puede salir una comedia negra y hasta un vodevil burlesco, pero, quizá demasiado pomposo, Cedar deambula entre la comedia y el drama, aunque no aunándolos en una misma secuencia sino alternándolos sucesivamente. Mejor cuanto más complejas son las situaciones, sobre todo teniendo en cuenta su religiosidad intrínseca (como en la secuencia en la que el jurado se reúne en un habitáculo con el ganador real y moral para encontrar una solución), Pie de página, sorprendente premio al mejor guión en Cannes 2011, y candidata al Oscar a la mejor película de habla no inglesa, acusa además el grandilocuente uso de la banda sonora, remarcando lo innecesario. Sin embargo, como buena fábula moral, está llena de enseñanzas: “Pasarse la vida estudiando algo sin llegar a conclusiones no es ciencia, es onanismo”.