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El adiós imprevisto de un personaje

Fox estrena esta noche el capítulo tributo de ‘Glee’ a Corey Monteith Los realizadores no quisieron reemplazarlo en la serie tras su muerte

El actor Corey Monteith en una escena de Glee.
El actor Corey Monteith en una escena de Glee.

La muerte de Cory Monteith, Finn Hudson en la ficción musical Glee, por una sobredosis de heroína y alcohol el pasado julio, provocó muchas dudas a los realizadores a la hora de decidir el futuro de su personaje. No es fácil eliminar a un protagonista del que el público se ha encariñado y, en ocasiones, resulta hasta traumático para los espectadores. Ahí tenemos el ejemplo de la muerte de Chanquete o, por citar uno más reciente, el episodio de Las lluvias de Castamere en Juego de tronos, que originó un fenómeno viral en la Red con los vídeos de las reacciones de sus seguidores. No obstante, cuando la salida no se debe a un giro del guion, sino al fallecimiento del intérprete, es necesario un plus de delicadeza. En Glee, si bien al principio se plantearon remplazar al actor, ya que Hudson era importante para la trama y muy querido por la audiencia, luego pensaron que sería mejor eliminarlo.

Esta noche los fans de la serie podrán ver en el canal Fox The Quarterback, el episodio tributo a Monteith que en un inicio iba a abordar la adicción a las drogas, pero que finalmente será "una celebración de la vida de su personaje". El creador de la ficción, Ryan Murphy, consciente de que "para los espectadores puede ser hasta morboso cuando un personaje muere", prefirió prescindir de esas connotaciones.

Cuando el actor que interpreta a un personaje fijo en una serie fallece en la vida real, las alternativas se reducen a dos: hacerlo desaparecer o sustituir al intérprete. La primera es la opción más habitual, ya que, como explica Alberto Caballero, creador de Aquí no hay quien viva y La que se avecina (Antena 3 y Telecinco, respectivamente), la audiencia suele rechazar ver al personaje con una cara diferente. Ramón Campos, productor de Gran hotel (Antena 3), matiza que la sustitución es más común en series diarias, en donde el tiempo apremia.

Ambos realizadores tuvieron que enfrentarse a la muerte de intérpretes en sus respectivas producciones y en ambos casos la serie continuó sin los personajes a los que encarnaban. "La mayor pérdida es emocional", asegura Caballero, "una vez superado el palo psicológico, la muerte de un actor afecta en términos de ajuste". Para él, no se diferencia mucho de cuando un intérprete decide abandonar la serie por cualquier otro motivo. "La única cuestión con un actor que fallece es que no puedes hacer una despedida como dios manda", lamenta en referencia a Emma Penella, la popular Concha del trío de pensionistas de Aquí no hay quien viva.

La actriz encarnó a Charo de la Vega durante la primera temporada de La que se avecina, pero falleció por una insuficiencia renal y cardíaca en el periodo entre grabaciones de la segunda. Como la serie tiene un reparto coral y su personaje no tenía un peso excesivo en la trama, optaron por no sustituirla.

Doña Charo simplemente se fue al pueblo y no volvió. Varios guiños en el primer capítulo de la segunda temporada sirvieron como un cariñoso adiós a la actriz. "¿Sabes a quién echo de menos? A mi suegra…", decía con un deje nostálgico y triste el actor José Luis Gil, que interpretaba a su yerno.

Ramón Campos se encontró en una situación similar cuando falleció Juan Luis Galiardo, el maitre Ernesto Valera en Gran hotel. El equipo de la serie sabía que el artista estaba enfermo de cáncer, pero su muerte les pilló desprevenidos cuando estaban desarrollando la trama en la que Valera se enamoraba del personaje de Concha Velasco, Doña Ángela.

No quisieron remplazar al actor porque "era alguien tan reconocible por el público y con tanta presencia que era muy complicado sustituirle". Optaron por eliminar varias escenas y hacer que Ernesto se despidiera de Doña Ángela en una carta. Como gesto de homenaje, contrataron a un doble y grabaron una escena "muy bonita" en la que Ernesto montaba en una Harley Davison con el paraje santanderino de fondo.

Como ejemplo de la otra alternativa, la de conservar al personaje remplazando al actor, tenemos el caso de la serie estadounidense Spartacus. El cáncer que se le diagnosticó a su protagonista, Andy Whitfield, al final de la primera temporada hizo que aplazaran el inicio de la segunda. Para ganar tiempo, grabaron una precuela de seis episodios contando el origen de otros personajes, hasta que finalmente y con la bendición de Whitfield, buscaron un nuevo actor: Liam McIntyre. El cambio fue bien recibido por la audiencia y repitió una temporada más.

Una tercera posibilidad sería la de Dallas 2.0. Los creadores de la continuación de la famosa telenovela de los años ochenta recuperaron al magnate del petróleo J. R. Ewing, interpretado por Larry Hagman, para darle gancho a la nueva versión, sin saber que un cáncer le impediría terminar de grabar la segunda temporada.

Los guionistas decidieron entonces despedir al personaje a lo grande. Así, fue el propio J. R. el que, tras descubrir que tenía cáncer, planeó su propia muerte. Para compensar la pérdida de un personaje tan popular, introdujeron a otro que intentara llenar su vacío: su hijo John Ross Ewing III (Josh Henderson). Dado que TNT ha renovado la serie para una tercera temporada, parece que la estrategia convenció a la audiencia.

Al final, como se tome el público la marcha del personaje depende en gran parte del ingenio de los productores y guionistas para adaptar la historia a las trágicas circunstancias y del tacto a la hora de homenajear al fallecido.

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