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La tribu global de la moda

De Milán a París, un término se repite cual mantra sobre las pasarelas: tribal.

Carmen Mañana
EL PAÍS

Para la próxima temporada primavera-verano 2014, los diseñadores reinterpretan kimonos, capas masais y tocados indios. Del traje regional a la tendencia global, en cinco claves.

-¿Quién? Cada temporada Miuccia Prada consigue la cuadratura del círculo: sacudir los cimientos de la industria de la moda con una colección que en principio se antoja impracticable e incluso feista, pero que acaba arrastrando a medios y diseñadores, y, a través de las grandes cadenas textiles, conquistando también la calle. Este septiembre lo ha vuelto a hacer y, aunque solo sea por cuestiones de calendario, lo ha hecho primero. Durante la pasada semana de la moda de Milán presentó vestidos y abrigos ilustrados con los trabajos de seis artistas que habían tomado el folcore mexicano como referente estético.

-¿Cuándo? Desde que cobrara protagonismo en la década de los setenta, el estilo étnico, como tantas otras tendencias, ha seguido resucitando periódicamente sobre la pasarela. Pero de cara al próximo verano, los diseñadores se sitúan en las antípodas de la nostalgia hippy para acometer un acercamiento sofisticado y más brutal que bucólico.

-¿Dónde? Hasta África y Japón ha viajado Riccardo Tisci para construir su última colección, una de las más celebradas de la semana de la moda de París. Atrás quedan las sudaderas y los estampados que tanto éxito comercial y de crítica le han reportada hasta ahora. El director creativo de Givenchy mezcla chaquetas kimonos con túnicas masais y sale airoso de este arriesgado experimento transcultural.

-¿Cómo? La hasta ahora reina del minimalismo Phoebe Philo pone el énfasis en los motivos gráficos que decoran amplias camisetas, chaquetones y faldas. A medio camino entre la obra de Keith Haring y los tejidos kitenge, se inspiran, según cuenta la diseñadora de Celine, en el trabajo del fotógrafo Cyula Halaz, que documentó durante décadas los graffittis parisinos. Junya Watanabe reinterpreta en clave punk la indumentaria de los nativos norteamericanos. Plumas, flecos y tachuelas conforman una colección que consigue no caer en el disfraz y se articula en torno al concepto de lo salvaje. Roberto Cavalli, un veterano en la explotación de estos códigos, propone vestidos de crochet para pocahontas recicladas en bellinas. Incluso Frida Giannini factura para Gucci túnicas de estampado folclórico.

-¿Por qué? “Mi colección habla sobre el poder y la mujer”, explica Phoebe Philo. Una reflexión aplicable a toda la tendencia. Con una presencia visual imposible de ignorar y una silueta envolvente pero relajada, el nuevo estilo étnico surge como respuesta al casi siempre aséptico y a veces aburrido minimalismo que regresa con fuerza este invierno.

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