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“Contigo haría cualquier cosa”

La actriz se convirtió anoche en la primera española que recibe el Premio Donostia Todo un homenaje a una trayectoria que aquí evoca de la mano del director de 'Las brujas de Zugarramurdi'

Rocío García
Alex de la Iglesia besa la mano de Carmen Maura horas antes de que la actriz recibiese el Premio Donostia.
Alex de la Iglesia besa la mano de Carmen Maura horas antes de que la actriz recibiese el Premio Donostia.Javier Hernández Juantegui

Alex de la Iglesia se retrasa diez minutos y Carmen Maura se preocupa. “Seguro que está durmiendo”, dice la intérprete de Las brujas de Zugarramurdi, que anoche recibió el Premio Donostia, la primera vez que se concede a una actriz española. La película, dirigida por Alex de la Iglesia, se ha presentado en la sección española del Festival de San Sebastián, fuera de concurso. El realizador bilbaíno aparece y las cosas se calman. Álex de la Iglesia entrevista a una actriz que conoce bien y a la que quiere. Con ella, ha vivido momentos buenos como en 800 balas y esplendorosos como en La comunidad, que le valió el premio a mejor actriz en este certamen en 2000. Pero esto va para largo. Hablaron de hacer teatro juntos y De la Iglesia le anunció que tiene escrito otro papel para ella y para Terele Pávez para hacer de asesinas. Maura tiene 68 años y nació en Madrid. El ha cumplido 47 y es de Bilbao. El encuentro fue una mezcla de géneros. La entrevista en ocasiones fue una conversación a dos bandas con la periodista de testigo.

Alex de la Iglesia. A ver por donde empezamos. Carmen ¿cómo consigues engañar a todo el mundo pareciendo una mujer dulce y pequeñita y siendo un monstruo calculador y frío?

Carmen Maura. ¿No has exagerado un poco? Es verdad que la actriz no tiene nada que ver con la otra. Las tengo separadas, porque no puedo con la actriz, no puedo estar totalmente con ella porque me agotaría. Cada vez me separo más de ella. En algo tienes razón, no soy tan simpática, no soy muy sociable, pero tampoco tan fría y calculadora como dices.

A. I. Entiendo a Carmen porque los que nos dedicamos a esto y tenemos una trayectoria en los medios para sobrevivir es más fácil construirnos un personaje. Yo juego a eso y ella también y lo hace de miedo. Pero sé que detrás de esa imagen dulce y naïf se esconde una mujer con un carácter…

C. M. Es que para mí el cine es sagrado y soy capaz de aguantar lo inaguantable.

A. I. ¿Cómo qué?

C. M. Pues, por ejemplo, cuando te pones maleducado. Tenía que haber tomado nota de algunas de las frases que soltaste en el rodaje. Eres muy infantil en el fondo, y la prueba es esta película, pero hay veces que me daban ganas de decir: ‘Niño, ya está bien’. Hay que decir en su defensa que esta película para Álex ha sido durísima, durísima. Lo del rodaje de las cuevas de Zugarramurdi ha sido terrible.

A. I. Yo contigo he trabajado de maravilla pero sé que un día te vas a cansar y me vas a decir muy seria: ‘Álex, por favor’ y ese día me iré a casa a llorar.

C. M. Yo no he tenido más remedio que ser fuerte porque he tenido unos rollos en la vida muy difíciles.

A. I. ¿Cómo has conseguido apartar tu vida personal del influjo de la profesión?

C. M. He estado muy protegida, es verdad. Tengo a Ramón [Pilacés, su representante] que jamás me ha dado una mala noticia durante un rodaje. Y luego, como el cine me parece un juego, me he puesto a jugar sin descanso. Me ha servido mucho de terapia personal. Estoy convencida de que ha habido cosas que habría soportado muy mal si no hubiera sido por mi trabajo. Cuando empecé en esta profesión en el teatro, me estaba separando y me amenazaban con quitarme los niños. Subía al escenario y al quinto chiste ya me había olvidado de todo. No puedo ser tan bruta como soy en el trabajo porque sería insoportable. Es por eso que yo nunca podré ser directora de cine ni jefa de producción.

A. I. No, porque habría muertos.

C. M. La sensación de ser actriz es muy cómoda. Es un juego en el que no tengo mucha responsabilidad. Como ese regalo que me hiciste con La comunidad, una película que es como ese novio maravilloso al que nunca vas a olvidar. Cuando nos conocimos, yo era miembro de un jurado en el que tú concursabas con una película. ¿Te acuerdas? Te dimos el primer premio. Ahí me dijiste que algún día trabajaríamos juntos. Pasaron años y un día me llama y me cuenta que tiene un papel para un hombre pero que si lo hago yo lo convierte en mujer. Y era el papel de La comunidad, un filme que nos dio tantas alegrías, que tuvo tanto éxito de taquilla.

A. I. ¿Y cómo estás ahora?

C. M. Bien y tranquila. Contenta con la perspectiva del teatro. Debuto el 13 de diciembre en el María Guerrero con Carlota, una comedia de Mihura. ¿No lo sabías? ¿Vas a venir? Yo he hecho teatro los primeros diez años de mi carrera pero no me ha visto nadie. Y además años veinte, pelirroja… Diez actores en escena, estoy muy acompañada. Pero me impone mucho porque gente como tú no me ha visto antes, aunque creo que te lo imaginas… ¿Tú has hecho teatro alguna vez? ¿Por qué no hacemos teatro juntos?

A. I. Me encantaría hacer algo de Mihura o Jardiel Poncela. De Poncela tengo las obras facsímiles que dibujaba él mismo.

C. M. Pues yo tengo unas ganas de hacer a Poncela que me muero. Además a ti te va cantidad. Tan surrealista. ¿Te imaginas los dos en el teatro, con nuestros blocs y nuestros apuntes? Probando, ensayando, con todo el tiempo del mundo… Lo pasaríamos genial.

A. I. ¿Y qué te molesta de mí?

C. M. Cuando te pones ordinario. Un poco lo paso, pero es que a veces dices unas ordinarieces. Entiendo que en este rodaje has pasado momentos terribles, pero cuando te pones así te…

A. I. Me echas la bronca

C. M. Solo fue una vez y no te eché la bronca, fue una advertencia de que así no continuaba. Porque además eres muy sensible, mucho más de lo que parece.

A. I. ¿Sabes que en el origen de esta película está lo que me dijiste un día de que te gustaba disfrazarte? Pensé en un caserón lleno de brujas con cajas en las que guardan trajes antiguos y se visten de miriñaques destrozados. Luego lo de los trajes se vino abajo pero quedaron las brujas.

C. M. Me encanta disfrazarme. Es una de las razones por las que me hice actriz. Echo de menos no haberme vestido más de época. Y me ha hecho mucha ilusión haberme vestido de bruja con mi melenaza y mi traje. Una vez, hice de reina…

A. I. Y ¿qué tal lo de vivir en París? ¿Estás a gusto allí?

C. M. Estoy a gusto siempre y cuando no sea demasiado tiempo seguido y este invierno lo he pasado casi todo allí. Estoy muy bien, mi casita me gusta, para mi perrita es estupendo porque en París a los perros los tratan fenomenal, pero los franceses son duros de llevar en la vida cotidiana. París es una ciudad muy estresada, todo el mundo está de mal humor... El trabajo es más o menos igual, pero la vida doméstica es complicada. Solo gracias al César que gané en Francia [mejor actriz secundaria en 2010 por Las chicas de la 6ª planta] un técnico que vino a instalar a mi casa la fibra óptica se esmeró más de la cuenta e incluso me quería meter en la lista VIP.

A. I. ¿Sigues teniendo mucho trabajo allí?

C. M. Mucho. Si quisiera solo trabajaría allí porque puedo interpretar el papel de la típica madre o abuela vivaracha y como no hay muchas vivarachas por allí, en cuanto tienen ese personaje me lo ofrecen. Tengo un representante bueno, además. Y me ha ayudado mucho lo del César, es una tontería pero allí lo respetan mucho. Ahora, he terminado una serie y ya están pensando en más capítulos, pero yo si tengo trabajo aquí en España no voy a París. Ayer estuve aquí, en San Sebastián, con un director que me encanta y que, a lo mejor, hago algo con él que es Juan José Campanella. Es al único director al que he escrito una carta.

A. I. ¿Le has escrito una carta a Campanella y a mí no?

C. M. Vale, vale, ya te voy a escribir una carta. A mí de siempre me ha gustado mucho Campanella y un día me dijo Ramón, mi representante, que Catherine Deneuve le había escrito una carta a Lars von Trier porque quería trabajar con él y que le contestó. Así que me armé de valor y me acerqué a una conferencia de prensa que daba Campanella para darle la carta. Nunca he pasado tanto apuro. Una vez que estaba allí ya no me podía ir... pero pasé mucha vergüenza.

A. I. Esta noche te dan un premio que le han dado a Meryl Streep y a Glenn Close.

C. M. Cuando vi la lista en Internet con las caras de todas a las que se lo habían dado me quedé de pasta. Si algún día me encuentro con alguna de estas, ya les puedo decir: ‘Tenemos el mismo premio’. Me lo tenían que anunciar los del festival, pero Álex se adelantó en secreto. Mi reacción fue: ‘Pero si eso solo se lo dan a las extranjeras’. Me ha hecho mucha ilusión que este premio coincida con esta película. Me encantó que me llamaras tú. Luego me llamaron los del festival y me hice la loca.

A. I. ¿Qué te falta por hacer?

C. M. Otra película contigo.

A. I. ¿Y qué hacemos que sea nuevo?

C. M. Tú eres el creativo. Contigo haría cualquier cosa.

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