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LA DEFENSA DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL

Nuevas penas contra la piratería, otras esperanzas para el sector

Los mundos del libro, la música o el cine valoran el cambio del Código Penal

Un usuario accede a una web de enlaces, de la clase a cuyos propietarios perseguirá el nuevo Código Penal.
Un usuario accede a una web de enlaces, de la clase a cuyos propietarios perseguirá el nuevo Código Penal. ULY MARTIN

La reforma del Código Penal pasó el trámite del Consejo de Ministros y, si nada se tuerce en la tramitación parlamentaria, España será en menos de un año ese país en el que el dueño de una página de enlaces puede ser condenado hasta a seis años de cárcel por dedicarse al negocio lucrativo de indicar el camino a sus usuarios a los servidores que alojan contenidos sujetos a derechos de autor. El ministro Alberto Ruiz Gallardón pasó de puntillas por el asunto (había mucha tela penal que cortar), pero una nota prensa de Justicia se apresuró a puntualizar que “en ningún caso se actuará contra usuarios o buscadores neutrales, ni contra los programas P2P que permiten compartir contenidos”, apostilla que dejó desterrada cualquier interpretación amplia que, de tan amplia, podría considerar a, pongamos, Google como una web de enlaces.

Conocidas las noticias, parecieron necesarias las valoraciones: ¿Qué opinan de todo esto editores, escritores, cineastas, músicos y disqueros, o, en otras palabras, todos aquellos que desde hoy deberían sentir que su trabajo está mejor protegido por la ley?

Tras un sondeo efectuado entre una docena de ellos las opiniones se debatieron entre la esperanza, la satisfacción y el escepticismo. A la primera categoría se apuntó Javier Cortés, presidente de la Federación de Gremios de Editores de España, que auguró que la medida contribuirá a “que la sociedad española tome sensibilidad por un tema que desgraciadamente no tiene”. En la segunda se podría situar Luis Landero, escritor, que ha visto cómo su última novela, Absolución (Tusquets), ha sido descargada sin permiso miles de veces desde su publicación: “Yo no puedo bajarme una lubina, ya me gustaría, pero no… Me parece bien que se endurezcan las penas. De algún modo se tiene que poner coto aunque me parece difícil en Internet. Técnicamente se debe evitar y jurídicamente se debe castigar”.

En el terreno de la duda razonable se colocó Sigrid Kraus, editora de Salamandra: “No creo que las medidas sean suficientes para acabar con el problema. Hay que involucrar al consumidor final que tiene que tener conciencia de que está cometiendo un delito. Para esto se necesita pedagogía y sanciones”. Y luego está Antonio Luque, que firma sus discos de rock cáustico en español como Sr Chinarro: “¿A la cárcel? No se va a meter a nadie en la cárcel por copiar un disco o por los enlaces. Me suena más bien a una pantomima. En este país si tienen que meter en la cárcel a todo el que haga algo malo será mejor que pongan vallas en las fronteras”.

En medio, toda la gama de grises de un sector, el cultural, que vive en un ay permanente, azotado por una tormenta perfecta que incluye, además de la consabida crisis, un cambio dramático en su modelo de negocio y un IVA del 21% que no ayuda precisamente. En los grises están también los que aportan ideas, como Mark Kitcatt, director de PopStock y miembro de la Junta directiva de la Unión Fonográfica Independiente: “La solución es mucho más sencilla: multar a las compañías que ponen publicidad en las páginas de enlaces. Sin publicidad no ganan dinero, y sin ganancias cierran solas. Es una idea muy vieja, para atajar un problema córtales la financiación. Todo lo demás no sirve”. También, los que consideran un tanto desproporcionada la medida: del productor discográfico Javier Liñán (“contextualizando la situación, con la lentitud del poder judicial y la sensación de impunidad, y poniendo un símil, da la impresión de que esto es como querer acabar con el tráfico de drogas deteniendo al pequeño traficante”) a Santiago Roncagliolo, autor peruano: “El que piratee o distribuya nos roba a todos los creadores y merece una sanción; pero si el daño es económico la sanción debe ser económica. Meterlo preso no nos hace ganar nada y creo que es desproporcionado al daño. En cambio, la sanción económica puede venir bien para los derechos de autor”. “No se puede criminalizar a toda la población”, admite el escritor Lorenzo Silva, “pero complicarle la vida a quien más contribuye a generar el problema y más se beneficia de él, me parece una estrategia correcta”.

En juego, opina Joan Tarrida, editor de Galaxia Gutenberg, hay mucho, también eso que se ha venido en llamar con relamido gusto por el eslogan, la marca España: “Tome el ejemplo de la industria editorial nacional; es la cuarta del mundo. Y España no va tan sobrada de puestos de privilegio industriales como para tirar por la borda los que tiene”.

Dicho lo cual, ni siquiera en el caso de que el efecto fuera el mejor de los deseados por el legislador, nadie fía a este cambio normativo el milagro que vendrá a solucionar todos los problemas. Porque, y en eso hay acuerdo, la piratería solo parece una parte del problema. En el mundo del libro, “los precios siguen siendo el principal caballo de batalla en un entorno donde la sensibilidad es máxima”, aclara Armando Collazos, director general global de Prisa Ediciones. “La equiparación del IVA del libro digital (21%) con respecto al del papel (4%) es otra de las medidas importantes que debería tomar el Gobierno. Decisiva si queremos desincentivar la demanda de contenidos ilegales”.

Y en el cine, interviene el director de cine Daniel Sánchez Arévalo, tampoco se puede culpar en exclusiva a las descargas del “hecho preocupante del descenso de los espectadores en las salas de cine”. “La subida del IVA ha sido mortal. Y hay una parte también de responsabilidad nuestra, de los que hacemos cine. Se dice mucho, por ejemplo, que las entradas son muy caras. Pues, habrá que hacer algo al respecto. No estamos reaccionando”. Mar Coll, también cineasta y compañera de generación, abunda en esta idea: “Nos toca Saber leer a la gente y los tiempos que vivimos. El interés por el audiovisual ha crecido, hay nuevas maneras de consumir, muchos tipos de plataformas para el cine”. Y en el horizonte, ese día en el que “acudir al cine que no será solo comprar una entrada y comer palomitas”.

Tercia, por alusiones, Juan Carlos Tous, socio fundador de Filmin, portal para visionado online legal de cine: “No puedes ponerle el mismo precio a una producción de Hollywood que ha costado mil millones y a una película más pequeña que ha costado muchísimo menos. Y luego están las condiciones de la proyección, la estacionalidad de las películas, las formas de comunicación y publicidad…”. Y está claro que esos abismos no se cruzan ni con el cambio de una ley como el Código Penal.

Con información de Tereixa Constenla, Vera Gutiérrez Calvo, Tommaso Koch, Iñigo López Palacios, Winston Manrique Sabogal, Ana Marcos y Daniel Verdú.

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Sobre la firma

Iker Seisdedos
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.

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