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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

‘The americans’

La serie no pretende involucrarse en un análisis sociopolítico, pero juega sobre la hipótesis de qué sucedería con dos personajes criados para infiltrarse en el modo de vida norteamericano

David Trueba

Si alguien se queda con hambre de adentrarse en batallas del espionaje norteamericano, más allá de la espléndida Homeland, siempre puede recurrir al ejercicio de intriga y adrenalina que propone The americans. Se emite en Fox y pronto en Cuatro y supone un regreso a los años ochenta, de renovado interés tras la película Argo, centrada en una pareja de espías rusos que se precipita hacia el abismo bajo los años de Reagan. El presidente norteamericano encontró la manera de vencer en la perversa guerra fría y lo hizo con el dinero, el arma más poderosa de todas. Incrementó en tantos ceros el gasto militar que terminó por asfixiar las reservas soviéticas, en una competición enloquecida que arruinó el experimento comunista, reducido a un fracaso histórico.

La serie no pretende involucrarse en un análisis sociopolítico, pero juega con mucha diversión sobre la hipótesis de qué sucedería con dos personajes criados para infiltrarse en el modo de vida norteamericano, fingirse una familia normal, y ser al mismo tiempo superespías. En los días en que transcurría lo que Fukuyama llamó erróneamente el fin de la historia, a la pareja protagonista se le acaba el mundo por más que aún pueden asestar golpes dañinos al servicio secreto americano. Con esa encantadora nostalgia por los micros ocultos, las pelucas y el entrenamiento personal riguroso, la serie desgrana episodios entretenidos, con algunas subtramas un poco básicas, pero capaz de engancharte a los personajes centrales.

Los protagonistas, Matthew Rhys y Keri Russel, despliegan creíbles complejidades morales aderezadas con buenas peleas de artes marciales y no tan buenos pellizcos de sexo de escaparate. Lidian con dos hijos en la adolescencia, magníficamente interpretados, que han sido seducidos para siempre por el sistema de vida del capitalismo, mientras los padres ven languidecer su fe y su entrega a un KGB cada vez más diezmado y cochambroso. Creada por Joe Weisberg, antiguo oficial de la CIA reconvertido en profesor de instituto, en The americans (y la letra C hay que leerla compuesta con la hoz y el martillo) la música de éxito en los ochenta envuelve este producto que no se codeará con las series más elitistas de canales de pago, pero que propone un entretenimiento inteligente y adictivo sin provocar rubor ni trascendencias exageradas.

 

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