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El cine se sube al ‘vaporetto’

Bullock y Clooney roban todos los planos de la jornada inaugural de la 70ª Mostra de Venecia ‘Gravity’, de Alfonso Cuarón, convence a la crítica

El presidente del jurado Bernardo Bertolucci, ayer en el Lido.
El presidente del jurado Bernardo Bertolucci, ayer en el Lido. Elisabetta A. Villa (WireImage)

Tensa y espectacular, Gravity, la odisea en el espacio rodada en 3D por el mexicano Alfonso Cuarón, abrió la 70ª edición del festival de cine más viejo del mundo. El filme regala noventa minutos de claustrofobia a gravedad cero, angustiosa por el aliento de la protagonista femenina Sandra Bullock y oxigenada por la sonrisa socarrona del héroe masculino, George Clooney. La pareja estadounidense garantizó el toque glamuroso a la inauguración de la Mostra. Hollywood, en este sentido, no falla. Ni en una edición donde crisis y actualidad irrumpen con fuerza.

Las miradas, los vítores, los brazos tendidos con los móviles con cámara incorporada al borde de la alfombra roja buscaban sobre todo a George. Delgado, afeitado y peinado a lo Clarke Gable, sin pareja, desenvuelto como si estuviera en casa, el actor defiende en Venecia su último personaje, Matt Kowalsky, un astronauta en su misión postrera antes de jubilarse. Un dramático percance les deja a Bullock y a Clooney solos, sin conexión con la Tierra y con oxígeno menguante.

El presidente del jurado, Bernardo Bertolucci, se quejó del número de filmes

El paseo espacial del director de la más terrenal Y tu mamá también marca el regreso de Alfonso Cuarón a la ciencia ficción, después de Hijos de los hombres (2006). Tamaña osadía ha costado 60 millones de euros y ha sido producida por David Heyman, el mismo hombre que estuvo detrás de toda la serie de Harry Potter. Con referencias a 2001, una odisea del espacio, el gran clásico del género firmado por Stanley Kubrick hace 45 años, y alguna concesión al David Bowie de Space oddity, esta pesadilla permite al director hilvanar un himno a la vida. Y de paso homenajear al cuerpazo de Sandra Bullock, la brillante doctora Ryan Stone.

“Solo había dos personajes. Un hombre y una mujer. No fue difícil para mí elegir cuál interpretar”, se reía Clooney cuando le felicitaron porque siempre escoge personajes muy afines a su carácter. “Además, no quería enseñar mis bragas”. Las de Sandy —como no para de llamar a su compañera de reparto— copan media película. “Mi hermano tiene un amigo astronauta”, contó Bullock, “y me llamó desde el espacio para asesorarme. Para el resto de los mortales los astronautas son como mitos. En realidad, es gente normal con una pasión extraordinaria para la vida y nuestro planeta. Al hablar con ellos, ¡te sientes tan poca cosa!”. Cuarón aseguró que Bullock “actuó en condiciones físicas emotivas muy extremas”. Por supuesto, las dos estrellas tuvieron que entrenarse: “Sandy y yo tomamos clases de yoga para ser más flexibles”, contó Clooney. “Ella tenía a un entrenador. Yo solo bebí mucho para entrar en el rol. ¿Qué siempre me interpreto a mí mismo? Bueno es que llevo 15 años eligiendo guiones buenos”. Sus bromas y su sonrisa impecable se metieron en el bolsillo a toda la prensa. Otro reportero le preguntó: ¿qué piensa que debería hacer Obama con Siria? “Ay, esperaba que me preguntara si es justo que Ben Affleck interprete a Batman”.

El director mexicano Alfonso Cuarón, junto con los actores estadounidenses Sandra Bullock y George Clooney.
El director mexicano Alfonso Cuarón, junto con los actores estadounidenses Sandra Bullock y George Clooney.CLAUDIO ONORATI (EFE)

Gravity —fuera de concurso— arrancó aplausos entre los periodistas y entre los miembros del jurado, que empezarán a trabajar a partir de hoy. “Espero que las sorpresas que nos guarda la Mostra superen mis expectativas”, deseó Bernardo Bertolucci, que preside el jurado que examina los filmes que compiten para el León de Oro. “Los premios son muchos, pero son más aún las películas”, se quejó el veterano director italiano. “Barbera [Alberto Barbera, director de la Mostra] me prometió seleccionar 18, para que pudiéramos ver dos cada día, pero finalmente puso 20. Significa que a veces tendremos que asistir a tres en un día”, comentó. Pero a continuación explicó por qué aceptó el encargo, una labor que ya realizó hace justo 30 años. “Sé que se trata de una tarea muy cansina”, contestó en su rueda de prensa a una periodista china que admitió haber aprendido italiano tras ver El último emperador. “Pero luego Barbera me escribió una carta, larga y emotiva. Me decía que tengo una responsabilidad con los jóvenes cineastas y con el séptimo arte. Así que acabé aceptando, pero quizás a la vuelta a Roma queme aquella carta”.

Pero, mientras tanto, asumió la responsabilidad de escoger la mejor entre unas películas que, al menos a priori, tienen todas una apuesta por la valentía. La selección este año acoge, entre otros riesgos, dos documentales. Son ellos quienes traen la actualidad hasta la orilla de la Laguna. Gianfranco Rosi, director italiano, recorre las periferias de la capital italiana en Santo GRA (el Gran Raccordo Anulare es la M-30 de Roma). Errol Morris, Oscar por Rumores de guerra, presenta The unknown known, una entrevista al ex secretario de Defensa Donald Rumsfeld a través de la cual reconstruye los últimos años de la historia de Estados Unidos, explayándose en la guerra en Irak. Otro galardonado por la Academia de Hollywood, el japonés Hayao Miyazaki, trae otra de sus joyas animadas, en esta ocasión sobre un diseñador de aviones de combate. El veteranísimo cineasta polaco Andrzej Wajda concursa con una biografía del líder de Solidaridad Lech Walesa. Terry Gilliam presenta The zero theorem, con Christoph Waltz y Matt Damon. Y el británico Jonathan Glazer (Sexy beast) concursa con Under the skin, la última interpretación de Scarlett Johansson.

10 películas para ocho décadas

Rashomon impactó en 1951. El triunfo de la película de Akira Kurosawa supuso un espaldarazo definitivo para la entrada en Occidente de una cinematografía, la oriental, tan amplia y rica como entonces desconocida.

Da envidia pensar en cómo sería aquella primera proyección de Ordet en 1955. Los espectadores asistieron a un doble milagro, el que cuenta la película y el que logró Carl Theodor Dreyer con su manera de contarlo. Un León de Oro histórico.

Andrei Tarkovski, se consagraba siete años después con su ópera prima, La infancia de Iván. Salió a hombros de Venecia, disparado a la fama mundial con todo su misterio y melancolía a cuestas.

En 1963, El verdugo, de Berlanga, no ganaba el León de Oro, pero su paso por el festival fue apabullante. El Gobierno español había amenazado sin éxito al certamen. Franco acababa de ordenar el fusilamiento de Grimau y la muerte por garrote vil de los anarquistas Granado y Delgado.

Con La batalla de Argel, Gillo Pontecorvo lograba en 1966 un León de Oro que se quedaba en casa gracias a un hito del cine-documental militante.

Belle de jour, ese Dr. Jekyll y Mr. Hyde llevado a las puertas de una aburrida y perfecta mujer burguesa es, ya se sabe, una de las películas más famosas de la etapa francesa de Luis Buñuel. León de Oro en 1967.

John Casavettes escribió Gloria para su mujer, Gena Rowlands, pero nunca estuvo en su cabeza dirigirla. Fue el regalo de un cineasta gigantesco a una actriz no menos genial. Ganó en 1980.

La gloria de 1987 fue para Louis Malle y su doloroso relato de infancia Adiós, muchachos.

Con Azul (triunfal en 1993), Krzysztof Kieslowski abría su brutal trilogía Tres colores.

Jafar Panahi persiguió con su cámara por Irán a tres mujeres. El círculo ganó en 2000. Luego, el perseguido en su país fue él.

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