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DON LUIS, EL FANTASMA DE GÉNOVA / 22

¡Una conspiración!, gritaba Cospedal

Ya estoy organizando las carpetas. Las estoy haciendo de colores, azul, rojo, amarillo, que le va a gustar a Ruz

José María Izquierdo
fernando vicente

Cospedal se despertó. Y habló. Más o menos.

—¡¡¡A?kt5?exj?ogn7f?sab?mli?oy3?nn?dsu?fx?xc!!!

—Dolores, por favor, que hay jóvenes…

—¡¡¡A?kt5?exj?ogn7f?sab?mli?oy3?nn?dsu?fx?xc!!!

Hubo que esperar un rato a que se tranquilizara, que arriba íbamos oyendo los alaridos de unos y otros según se iban incorporando.

—Esto es cosa interna. Nos hemos equivocado. Ni policías, ni agentes secretos, ni exorcistas, ni nada de nada… Esto es una conjura interna, que quieren acabar conmigo…

—Pero Dolores…

—Tú calla, Floriano, que te veo una mirada aviesa…

—Por Dios, Dolores. Cómo dices eso…

—Y tú, Pons, chitón, que mucha camisita blanca pero esa sonrisa no me gusta nada, que delante de mí muy buena cara. Pero luego vete a saber… Hala, todos a su despacho…

—Verás, Dolores, campeona, es que en el mío… —iba a intervenir Arenas para contar que tenía todos los muebles de la secretaria general, incluso la foto de “A mi churri…”.

—Eso, tú llévame la contraria, si ya digo yo que estáis conspirando todos contra mí, que os reconcome la envidia, y no aceptáis que una mujer os haya adelantado en el escalafón, y…

—No, verás, Lolita —intervino Aguirre…

—¡Que no me llames Lolita!

—… Pues como te decía, Lolita, Javier quería decirte que su despacho lo tienes tú y que él tiene el tuyo. Así que aclárale dónde se mete, si en el tuyo con sus muebles o en el suyo con tus muebles… Una bonita foto la de Ignacio, por cierto, qué buen mozo tu marido, oye…

Hubo, pues, que organizar a marchas forzadas el traslado de todos los despachos, que mi cuñado, el pobre, echó mano de los chicos de Nuevas Generaciones, que esto de trabajar se les daba regular, y los picos que yo había dejado sanos ya se encargaron ellos de destrozarlos…

—Cuidado con ir para atrás, hijo, que eso es una viga, hombre… ¡¡¡El espejo no, el espejo no!!!

—¡¡¡Crashhhhhhhhhhhhh!!!

—¿Quién ha traído a Carromero? —gritó Arenas, que también estaba un poco nervioso, que desde aquel día con Acebes procuraba venir poco por Génova…

Aquello era una gozada, la verdad, que la bruja ya empezaba a pensar que alguien estaba moviéndole la silla. Era la mejor de las opciones, que ese era el plan acordado con el corpóreo…

—… Oye, Luis…

Es que es mencionarle y no falla…

—… Que sepas que ya estoy organizando las carpetas. Las estoy haciendo de colores, azul, rojo, amarillo, que le va a gustar a Ruz, que es de ordenado como una hormiguita…

—Pues aquí está todo en marcha, Luis. Cospedal ya…

—¿Qué le pasa a la bruja? Cuenta, Luis, cuenta… ¿Alguna enfermedad? ¿Una caída? ¿Un accidente de coche? ¿Un meteorito en la cabeza?

—No, pero ya está más que mosqueada y duda de la lealtad de todos los que tiene cerca… Arenas, Esperanza, Pons, Floriano…

—… ¡Qué buena noticia, Luis! Te dejo y sigo con lo mío, que estoy poniendo los rótulos de las carpetas en redondilla…

Cospedal dudó si decírselo a Rajoy, pero optó por dejarlo pasar, que bastante tenía el presidente con sus cosas. Que si las donaciones, que si los sobresueldos… ¡Ando yo como ando con lo de las basuras, y soy casi nueva en la dirección del partido, imagínense cómo estará Mariano que lleva veinte años despachando con el extesorero…!, se decía.

Así que se encerró en el despacho a pensar una estrategia. Se le ocurrió que podía cargarse a todos y traerse a los consejeros de Castilla-La Mancha, que esos sí que me quieren, que los he nombrado yo y puedo dejarles sin cargo en cualquier momento…

Cinco pisos más abajo, en el despacho que tiene Esperanza Aguirre como presidenta del PP de Madrid, también se diseñaban planes y se hacían alianzas…

—… Mira, Floriano, lo has hecho muy bien durante estos meses, que hay que ver qué diferencia de cómo explicabas tú las cosas de ese Bárcenas —¡qué bueno lo de la alianza con Rubalcaba, oye!— con el lío que se hizo Lolita, oye, que si diferido por aquí, diferido por allá…

—Es lo que yo digo, intervino Pons, que aunque yo quiero mucho a la secretaria general, no faltaría más, no dejo de reconocer que a veces no ha sido la mejor portavoz posible… que yo mismo, sin ir más lejos…

Arenas estaba en su despacho, ya recuperados los muebles. Hablaba por teléfono. Bajito. Para que no le oyera nadie, que nunca se sabe.

—Oye, Paco, tienes que echarme una mano, que ha llegado el momento de tener que volver a poner sentido común en esta casa, que se nos va de las manos, si quieres hablo yo con Mariano para que olvide lo de Asturias, que también tú en buena nos metiste, que siempre has sido un cabezota… ¿Y Josemari? ¿Tú crees que Josemari?

Cospedal le daba vueltas. ¿Y si echaba mano de Martínez Pujalte?

—… Aquí me tienes para lo que quieras, presidenta, que podemos montar arriba, en la azotea, unos ganchos, y allí les colgamos de los pies, para que todos los que pasen por Génova vean cómo esos perros sarnosos lloran por sus indignidades…

Cospedal se imaginó que podía ser eso lo que dijera Pujalte. Desistió.

—Hay que pensar algo distinto, se dijo…

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