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La nueva comedia española es cosa seria

Una generación de directores está renovando la tradición del género nacional Su cine parte de referentes estadounidenses para retratar un presente convulso

Elsa Fernández-Santos
El reparto de la comedia 'La gran familia española', en un fotograma de la película de Daniel Sánchez Arévalo.
El reparto de la comedia 'La gran familia española', en un fotograma de la película de Daniel Sánchez Arévalo.

Familias muy españolas y muy desestructuradas, científicas pechugonas amenazadas por los recortes (y por la soltería), personajes marginales, como un hombre que sale de la cárcel y deambula por el extrarradio buscando un hueco por el que reengancharse a la vida normal, y muchas bodas (recuerden, una de las escasas industrias emergentes en nuestro país) y sí, un partido de fútbol (esta vez de verdad mítico)… No, no es cine social ni costumbrista, es la llamada nueva comedia española, en la que el humor trasciende su poder de mero antídoto para erigirse como termómetro de nuestra maltrecha sociedad.

En estos tiempos de desbocado disparate nacional la comedia no solo ha sabido tomar con más acierto que otros géneros el pulso de la realidad, sino que ha conectado con más tino con una generación sumida en la confusa búsqueda de sí misma. En pocas semanas estarán sobre la mesa —o mejor dicho, la pantalla— tres de las películas más esperadas de la próxima temporada: el 6 de septiembre se estrena en el Festival de Toronto Gente en sitios, nueva incursión en el cine experimental low cost de Juan Cavestany, afilado retratista de esa generación perdida que vaga por nuestras ciudades y que en las páginas del festival definen como una “hilarante” y “surrealista” mirada fragmentada sobre la España de hoy. Un día después, en Venecia, cierra la sección Venice Days, 3 bodas de más, de Javier Ruiz Caldera, que otra vez demuestra que el cine de consumo convencional no está reñido con la inteligencia y la calidad y que, ya se sabe, las bodas son el escenario perfecto para una comedia: “Hay mucha emoción, mucha gente y mucho alcohol”, dice su director. Y, el 13, llega La gran familia española, de Daniel Sánchez Arévalo, una de esas comedias que, ay, nos reconcilian con nuestro pequeño sitio en este fatídico mundo. Y nos recuerdan, como apunta Sánchez Arévalo, “el lado positivo y cómico de nuestras desgracias”.

El músico Coque Malla, en la película 'Gente en sitios', de Juan Cavestany.
El músico Coque Malla, en la película 'Gente en sitios', de Juan Cavestany.

“Una comedia sobre lo problemático, sobre lo que no se resuelve”, dice Cavestany de su nuevo filme, que cuenta con un insólito reparto de 80 actores (entre otros muchos Adriana Ugarte, Alberto San Juan, Antonio de la Torre, Carlos Areces, Coque Malla, Ernesto Alterio, Irene Escolar, Javier Gutiérrez, Julián Villagrán, Maribel Verdú, Raúl Arévalo, Roberto Álamo, Santiago Segura…) que interpretan situaciones “de extrañamiento”. Todas con un denominador común: “¿Qué hacer ante lo que está pasando cuando no se sabe qué está pasando y por tanto no se sabe qué hacer?”. Así, una pareja pide la comida en un restaurante y el camarero no acaba nunca de apuntar la comanda en su libreta, un padre va a recoger a su hijo al punto de encuentro y le piden que se interprete a sí mismo para un reportaje de la tele, una familia hace una intervención a uno de sus miembros para obligarle a que reconozca algo completamente delirante, otra pareja va a una clínica de cirugía estética para que ella se haga un aumento de pecho pero solo habla el hombre y un agente de una inmobiliaria enseña un piso a dos jóvenes y la visita se va llenando de signos extraños hasta hacerse completamente incomprensible. “Me gusta la comedia sobre gente que no sabe vivir ni hacer las cosas, pero no deja de intentarlo, fijándose en los demás o haciéndolo fatal”, concluye Cavestany con una afirmación que bien vale para explicar esa nueva comedia española con dos claros distintivos: esa perplejidad y una abierta influencia del último cine estadounidense frente al europeo.

“Ahora nos atrevemos a hacer un tipo de comedia diferente a la que habíamos visto hasta ahora”, asegura María Angulo, productora ejecutiva de 3 bodas de más. “Los referentes han cambiado. Son títulos con una marcada influencia americana como Spanish movie, Primos o Fuga de cerebros, todas ampliamente aceptadas por el público. Spoof, romcom o buddy comedies son conceptos que empezamos a aplicar en España”. Para Borja Cobeaga, director de Pagafantas y autor junto a Diego San José del guion de 8 apellidos vascos, la nueva comedia de Emilio Martínez Lázaro, no se puede hablar de nueva comedia porque se trata de movimientos demasiados dispersos. “Es un problema de cantidad y de continuidad. Aunque sí existe un cambio evidente, si antes había referentes patrios ahora son americanos. Y ahí me incluyo. Si antes se mentaba a Azcona ahora son Judd Apatow y derivados”.

Inma Cuesta, en el centro, con Paco León y Martín Rivas, en un fotograma de '3 bodas de más', Javier Ruiz Caldera.
Inma Cuesta, en el centro, con Paco León y Martín Rivas, en un fotograma de '3 bodas de más', Javier Ruiz Caldera.josé haro

3 bodas de más bebe sin complejos de esas fuentes. Está protagonizada por una chica pelín desastre, resignada a que la dejen siempre plantada. Eso sí, trabaja en el laboratorio de una universidad costera española con una jefa obsesionada con la rentabilidad y los recortes. Y su madre es, además, Rossy de Palma. Guiño almodovariano dentro de un tinglado más escorado hacia La boda de mi mejor amiga. Una comedia gamberra y romántica de un director que logra extraños y admirables equilibrios. Promoción fantasma, su anterior filme, logró despertar interés internacional con una comedia nostálgica, la historia de los fantasmas de un instituto de los ochenta varados en aquellos años de promesas e ilusiones, que décadas después se pasean sin ser vistos por las aulas de su vieja escuela como sutil metáfora de una generación perdida rumbo a Pachá o Don Algodón. Patetismo nacional que ya enunciaba El asombroso mundo de Pocholo y Borjamari, de Enrique López Lavigne y Cavestany, película que en 2004 proclamaba el nacimiento de esa nueva comedia española a lo hermanos Farrelly y que lograba un fenomenal retrato generacional a través de la mirada de dos pobres tarados del barrio de Salamanca.

“En mi cabeza las referencias se mezclan de forma natural porque ese es el cine de mi generación, con el que me eduqué”, explica Ruiz Caldera. “Adoro a Billy Wilder, a Berlanga, a Woody Allen… y a la generación de los ochenta y noventa de la comedia española. Pero sobre todo a los Farrelly, a la factoría Apatow y, claro, a Alexander Payne”.

El cineasta estadounidense (Los descendientes, Entre copas, Election…) también está en el altar de Daniel Sánchez Arévalo, quien plantea el conflicto de La gran familia española en el microcosmos de cinco hermanos (“un deprimido, un tarado, un retrasado...”) con el telón del fondo del clásico de Hollywood Siete novias para siete hermanos y la final española del Mundial de fútbol. Una explosiva catarsis sentimental y colectiva para hablar por un lado de una sociedad instalada en la mentira (“en este país nos cuesta mucho reaccionar y darnos cuenta de las cosas. Creemos que el tiempo lo cura todo”) y por otra de la verdadera naturaleza del amor y de los lazos de sangre. “Me he pasado 16 años psicoanalizándome y creo que me convertí en escritor por eso. Me obsesionaba aburrir a mi psiquiatra. Supongo que fue mi primer espectador”, explica el cineasta.

Aunque duda del alcance de esa nueva comedia española cita Vete de mí (2006), de Víctor García León, como unas de sus cintas españolas favoritas del género. “No se me ocurre una visión más amarga de nuestra sociedad que esa comedia”. “Solo creo en un recambio de personalidades”, añade, “pero no nos hemos ganado lo que lograron la generación de Colomo, Trueba y Martínez Lázaro y, no digamos, Almodóvar. No se puede ni comparar”.

Fotograma de 'Pagafantas' (2009), de Borja Cobeaga.
Fotograma de 'Pagafantas' (2009), de Borja Cobeaga.

“Aunque seguramente todo empezó con El día de la bestia de Alex de la Iglesia [que el 27 de septiembre estrena sus Brujas de Zugarramurdi] y con Torrente, de Santiago Segura, con franquicia incluida”, apunta Angulo mientras Cavestany señala como punto de inflexión Días de fútbol, de David Serrano: “Presentó a un grupo de actores buenos hablando sin tono en tramas chuscas y eso provocó una identificación generacional muy potente y genuina. Sinceramente, creo que ahora la nueva comedia está en Internet de la mano de gente como Pioneros del siglo XXI o Canódromo abandonado, eso que han tachado de poshumor o humor sin gracia resulta realmente estimulante”.

Estímulos que se han debatido estos días en la 10ª edición del Festival de Cine de Comedia Paco Martínez Soria, en Tarazona y el Moncayo, en el que se presentan filmes como Casting, ópera prima de Jorge Naranjo, o Ilusión, de Daniel Castro, ganador de la Sección ZonaZine del último Festival de Málaga. Allí se ha discutido sobre el futuro de la comedia, “de guerrilla” o convencional. Etiquetas que el actor y director Paco León (que recibió el Premio Nueva Generación de Comedia) zanja en una entrevista para el festival con su habitual y eficaz gracia: “Comedia es todo”.

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Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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