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INTRUSOS EN LA RED / 4
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una mujer madura

En Internet no hace ni frío ni calor. No hay clima, no te subes las solapas del abrigo en noviembre ni te quitas los pantis en julio

Juan José Millás
TOMÁS ONDARRA

Querido diario analógico, en Internet no llueve nunca, ni hace sol, ni está nublado, en Internet no hace ni frío ni calor. No hay clima, no te subes las solapas del abrigo en noviembre ni te quitas los pantis en julio, porque no hay ni noviembres ni julios y a lo mejor no hay abrigos. Tengo 13 años y soy muy sensible para mi edad, por eso echo en falta el clima. Una vida sin clima es como una película de suspense sin atmósfera. Todo esto no es mío, se le ocurre a un señor con el que chateo en Internet. Tiene 50 años y cree que yo tengo 42 cuando, ya digo, solo tengo 13. Para parecer que tengo 42 cojo cosas de aquí y de allá. Ayer saqué a relucir a Sócrates y a Platón, que son dos filósofos de la antigua Grecia que están por ahí, en la Red, al alcance de cualquiera. Si pones “amor platónico”, sale enseguida este Platón, no sé por qué. Escribió todo lo que pensaba el otro, Sócrates, o al revés, no recuerdo quién copiaba a quién.

El señor de 50 años con el que tengo relaciones cibernéticas dice, por estas y otras cosas, que soy muy madura, que nunca ha conocido a una mujer tan madura como yo. Sos muy madura, escribe, porque es argentino y los argentinos hablan así, no sé cómo. Sos, vos, etcétera.

Este señor se llama Roberto y dice que yo le gusto tanto, tanto, que daría cualquier cosa por verme el agujero del culo. ¿Por qué el agujero del culo?, le pregunto yo. Porque a través de él, seguro que se ve el universo, dice él.

Entonces yo pienso que tengo en el estómago todo el sistema solar, con sus astros, con sus estrellas, con sus anillos de Saturno, con sus lunas. Y cuando estoy sentada, en clase, me acaricio el vientre como si Roberto me hubiera dejado embarazada de la Vía Láctea. Hace ya medio año que me ha venido la regla así que, como poder ser, podría ser.

Mi padre, que es un loco de la discreción (lo dice él todo el rato, soy un loco de la discreción), me regaló este diario analógico con candado, para que escribiera y me olvidara de Facebook. Lo que escribes en el ordenador, dice, lo leen los espías de Obama. Mi padre es racista, un poco. Yo, de más pequeña, también, por influencia suya. Ahora no, ahora Obama me gusta. Adoro a los negros por su cosa animal. Están buenos.

Otra cosa es que en el diario analógico, no me preguntes por qué, hay clima. Hoy, por ejemplo, ha llovido todo el día en cada una de sus páginas, aunque ahora, al abrirlo para escribir estas notas, han salido unos rayos blancos, como los de la Luna. Un día, Roberto me dijo que parecía (parecés, dice él) una señora mayor imitando a una niña de 13 años y que eso también le gustaba mucho de mi personalidad. Yo le dije:

—¿Y si fuera al revés, y si fuera una niña de 13 años imitando a una señora de 42?

Y él se rió como se ríe la gente en los chats, jejeje. Le he dicho que mi ordenador no tiene cámara (dice que el suyo tampoco), aunque la verdad es que la quito para hablar con él. Y él dice que para navidades me va a regalar una cámara, que será como regalarme uno de sus ojos porque, jejeje, cuestan un ojo de la cara, jejeje. Y yo me imagino que llega un paquetito con un ojo de verdad dentro y me da la risa boba, un ojo como el de los corderos, como el de los peces muertos. De qué te ríes, ¿no sabes que reírse sola es de locas?, me dice mamá, porque cuando me dio la risa boba estábamos cenando. De nada, digo yo, y entonces me toqué el vientre e imaginé que estaba embarazada no de la Vía Láctea, sino de un ojo, de un ojo argentino que crecía dentro de mi vientre y que se asomaba por el ombligo para ver qué pasaba fuera. Desde entonces, llevo el ombligo al aire libre. Paranoias. Roberto es profesor y yo le he dicho que soy costurera y arreglo ropa usada. Se me ocurrió porque le oí decir a mamá que ahora que se ha quedado en el paro y que la gente pasa tantas necesidades, sería un buen momento para poner un negocio de estos. Tiene ya el nombre: MANGAS y DOBLADILLOS. Papá no lo ve.

Roberto me hace los deberes, cree que estoy divorciada y que son los deberes de mi hija. Los hace en argentino y yo los traduzco al español y bien. Me pidió una foto y le envié una de mamá. Luego yo le pedí una suya y cuando la estaba mirando y mirando supe, como sé que ahora mismo es de noche, que la foto era de su papá y que él tiene 12 o 13 años. Otro crío de mierda ligando con señoras mayores.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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