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Ecuador persigue que el pasillo sea declarado patrimonio de la Humanidad

El primer Festival de Pasillo de Madrid descubre un género de canciones para olvidar o reconquistar

Participante en la gala final del Pasillo ecuatoriano 2013.
Participante en la gala final del Pasillo ecuatoriano 2013.Cristóbal Manuel

Canciones para olvidar o reconquistar amores pasados. Esos son los pasillos ecuatorianos que acompañados de guitarras y letras melancólicas han hecho suspirar desde siglo XIX a toda Latinoamérica. Un folclor musical que se popularizó en la voz de emblemáticos intérpretes como el fallecido Julio Jaramillo, más conocido como el Ruiseñor de América, Miños Naranjo, Mery Arauz o Kike Vega. Y que ahora Ecuador quiere que llegue a ser declarado patrimonio inmaterial de la humanidad por la Unesco. 

El pasillo es una música triste que alegra. Una poesía en estado puro que ha sido interpretada por 13 inmigrantes en la gala final del primer Festival de Pasillo de Madrid, organizada por la Embajada de Ecuador. Este certamen pretendía resaltar el talento latino, y al mismo tiempo, a difundir el pasillo en España, donde residen medio millón de ecuatorianos. De estos, 250.000 tienen doble nacionalidad.

Viviana Hidalgo vive en Barcelona desde el 2003. Llegó desde Sudamérica por recomendación de una amiga cuando su ciudad, Guayaquil, pasaba por una crisis económica y no había empleo. Entonces, sin un trabajo estable y con una hija en brazos, decidió probar suerte en Cataluña. Cumplidos 10 años desde su migración es una de los cantantes anónimos (junto a otros 55) que ha decido participar en la convocatoria para actuar en Madrid el 10 de agosto, Día del primer Grito de Independencia de Quito, cuando en 1809 en esta ciudad se declaró la luz de América, es decir, la emancipación de Ecuador.

El pasillo tiene todo para ser internacional. Embajadora de Ecuador, Aminta Buenaño

“Yo vengo de un barrio de música donde los hombres utilizan el pasillo para conquistar a las mujeres, porque es una poesía hecha canción que expresa sentimientos de pasión. Tres años atrás visité mi país y sigue siendo igual", explica Hidalgo que dice que escuchar a Julio Jaramillo le alegra su estancia en España. Las historias de amor aún se cuecen a lo largo y ancho de la calle Gómez Rendón de Guayaquil donde los lagarteros (músicos) venden uno, dos y hasta tres pasillos. Son como los trovadores de Colombia, cantantes callejeros, o profesionales, que improvisan y venden sus canciones en bares y festivales.

Según la embajadora de Ecuador, Aminta Buenaño Rugel, el certamen era una de las claves para construir en Europa una imagen más cercana del país. "El pasillo tiene todo para ser internacional. Este es un trabajo que estamos haciendo en la Embajada para dar a conocer nuestra música, y sobre todo para dignificar la diáspora de los intérpretes que residen en Murcia, Madrid y Barcelona".

Marco Escobar es uno de ellos. Participó en el certamen con el tema Interrogación. Casado y con cuatro hijas, vive en Murcia desde hace 14 años. A él, nadie lo invitó a venir a España. Solo, lo arriesgó todo en busca de otro futuro para su familia. “Nosotros conocemos el pasillo desde que nacemos, lo llevamos en la sangre. Es un género musical que se viene transmitiendo de generación en generación. Mi padre escuchaba pasillos, yaravíes, albazo y sanjuanitos”, enfatiza este hombre de 46 años.

El pasillo, siempre melancólico, llegó a Latinoamérica a través de los monjes capuchinos como una variación del vals austríaco a principios del siglo XIX, durante la época independentista de la Gran Colombia, hoy Venezuela, Ecuador y Colombia. En sus inicios fue solo un género instrumental. "Era una mezcla entre bandola, triple y guitarras, y a veces el violín, complementado con los cantos ancestrales andinos, más conocidos como capishca, que los militares de todas las zonas dispersaron por Centroamérica hasta convertirlo con un baile aristócrata", afirma el historiador Edgar López que aclara también que el pasillo es el resultado de aquella mezcla de vals y capishca.

Estas canciones se valoran en la madurez Viviana Hidalgo, cantante

A los inicios instrumentales les siguió la incursión de poemas como Alma en los labios, escrito por Medardo Ángel Silva. “Hay una investigación perfectamente documentada por musicólogos que dice que antes de que Medardo terminara de escribir El día en que tú me faltes/ me arrancaré la vida cogió y se dio un tiro en la cabeza y encima de las partituras quedó su sangre”, argumenta López al hablar del grupo de los jóvenes poetas decapitados, que según la leyenda se suicidaron todos por amor.

Aunque su autor murió joven, sus versos sobreviven a manos de Viviana Hidalgo. Emocionada, hasta se pone a cantarlos: “Vivo de tus palabras y eternamente espero llamarte mía/ como quien espera un tesoro/ lejos de ti comprendo, lo mucho que te quiero”. “Estas canciones se valoran en la madurez", dice ella. "Hay muchas familias ecuatorianas que incentivan a sus hijos a querer el folclor, pero falta más divulgación. Como Carlos Vives ha hecho con el vallenato colombiano”, explica esta mujer de unos treinta y tantos años de edad que empezó a cantar cuando tenía 20 en la orquesta Blacio Junio en Guayaquil.

Marco Escobar, en cambio, tiene la chispa musical desde los 12 años, cuando su profesora de música lo alentó a cantar el himno nacional en el colegio Juan Francisco Montalvo. Treinta años más tarde se ve a sí mismo como intérprete de pasillo. “En Ecuador todos los días lo escuchaba. Por eso me sé muchísimas letras. Nos falta una voz internacional. El único que estaba haciendo eso era Julio Jaramillo, pero lamentablemente se murió a los 43 años”.

Noche de premios

En el Festival del Pasillo tres fueron los ganadores: el Trío Señorial, Viviana Huaca y Ángel Tomalá. Ecuatorianos que residen en España desde hace 12 y 15 años. Varios de ellos cantaron por primera vez ante el público.

La embajadora de Ecuador, Aminta Buenaño, resaltó la importancia de este evento durante la pasada celebración del Día Nacional de Ecuador.  “Nuestra fiesta nacional hemos querido celebrar cantando, con nuestra música más emblemática: El Pasillo, esos versos de la poesía convertidos en canción que destacan el sentimiento más profundo del pueblo ecuatoriano. Con estos eventos buscamos promover los rasgos más representativos de nuestra cultura y hacer que traspasen más allá de sus fronteras”.

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