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Aquellas criaturas con pasión por destrozar ciudades

'Pacific Rim' retoma el género criaturesco nipón que nació inspirado por 'King Kong' Las películas 'kaiju-eiga' llevan más de medio siglo explotando la técnica de los trajes de goma

Godzilla y King Ghidorah, dos de los monstruos clásicos del 'kaiju-ega'.
Godzilla y King Ghidorah, dos de los monstruos clásicos del 'kaiju-ega'.

La inspiración sigue los caminos más imprevisibles. Especialmente en este mundo globalizado, donde las influencias entre países y culturas se cruzan constantemente. Con Pacific rim, Guillermo Del Toro homenajea al género kaiju-eiga (voces japonesas que significan criatura y filme), las películas de enormes monstruos que arrasan el paisaje urbano japonés. Hace más de medio siglo, el productor Tomoyuki Tanaka de Toho Company iniciaba el gran éxito nipón del género: Godzilla. La fiebre por esas criaturas que desató esta película en el país del sol naciente se ha prolongado por más de medio siglo. Y a la postre, ha inspirado a la gran superproducción de casi 150 millones de euros dirigida por el cineasta mexicano.

Tráiler de la primera película de Godzilla, dirigida por Ishirō Honda en 1954. 

Todo empezó por una casualidad y una frustración. Tanaka, según cuenta el historiador y crítico cinematográfico David Kalat en su libro A critical history and filmography of Toho's Godzilla series (McFarland & Company, 1997), volvía en avión de Indonesia con las manos vacías. La gran película prevista de su estudio Toho para 1954, Beyond the glory, se había cancelado porque el gobierno indonesio les negó la posibilidad de rodar en ese país. Tanaka tenía un agujero en su calendario y debía llenarlo con algo. De pronto, comenzó a pensar en King Kong. El filme había tenido un enorme éxito en su reestreno en 1952. Y un año después, El monstruo de los tiempos remotos, primer trabajo en solitario de Ray Harryhausen como animador de stop-motion, recaudaba casi cuatro millones de euros para Warner Bros con un presupuesto de apenas 300.000. El productor pensó que tal vez saldría algo de mezclar el cine de monstruos de los occidentales con un elemento que solo los japoneses entendían bien: el terror nuclear.

Este elemento dramático y arraigado a la historia reciente de su país es la diferencia fundamental con el género monstruoso occidental para Luis Rosales, director del festival de cine fantástico de Madrid Nocturna: “Godzilla y el Kaiju-Eiga nacen como hijos de la guerra. Del horror de las bombas de Hiroshima y Nagasaki. De la destrucción y la muerte que provocó Estados Unidos al lanzarlas. Por eso la criatura emerge del Pacífico. Es la consecuencia de la guerra”. Carlos Díaz Maroto, autor de libros como Ray Harryhausen El mago del stop-motion (Calamar, 2010) coincide con Rosales en esta influencia del horror nuclear. Y añade otro elemento diferencial: las víctimas que tienen que lidiar con la ira del monstruo representan al ciudadano medio. Frente al individualismo del héroe estadounidense, una idealización por belleza y heroicidad remotamente alejada del público que lo contempla, las películas japonesas de este género suelen apuntar a un reparto coral de héroes a pie de calle en el que el sacrificio colectivo encierra la fórmula para derrotar al kaiju. Además, el director del filme original, Ishirô Honda, amigo y colaborador habitual de Akira Kurosawa, estaba muy interesado en la ciencia y los documentales, y esa pretensión de realismo se plasmó especialmente en el primer Godzilla. Aunque el resistir los asedios de una criatura también tiene un carácter propio del imaginario colectivo, como recuerda Travis Beacham, guionista de Pacific rim: "Hay una cierta universalidad en imaginar un mundo acosado por gigantes. Japón tiene a Godzilla, sí. Pero Europa ha fabulado con dragones. Y América, por supuesto, tiene a King Kong. En general, creo que los kaiju y sus primos personifican un gran desastre (natural o provocado por los hombres). Está en nuestro ADN mitológico".  

Póster de 'Godzilla vs Mothra' (1992) de Toho Company.
Póster de 'Godzilla vs Mothra' (1992) de Toho Company.

El látex es la otra gran diferencia entre el género de monstruos de la meca del cine y el realizado por estudios japoneses como Daiei, Sochiku, Kadowaka o la pionera y creadora del fenómeno, Toho. “En Hollywood se usaba el stop-motion y las pinturas sobre cristal y telas para los fondos”, explica Stuart Galbraith IV, historiador y crítico estadounidense que ha trabajado para Warner Bros en la edición doméstica de filmes japonesas y ha escrito libros como Monsters are attacking Tokyo! (Feral House, 1998) o La vida y películas de Kurosawa y Mifune (T & B Editores, 2005), “mientras que en el kaiju-eiga, aunque se mezclaban muchas técnicas, la principal era un tipo en un traje de goma. En otras palabras, es como comparar la pintura con la escultura”. A este tipo de técnica se le añadió, según fueron pasando las décadas, complejos efectos de luz fotograma a fotograma, para recrear de una forma muy colorista los ataques de los kaiju: chorros de plasma y haces láser que surgen de sus cuerpos provocando la devastación.

Estas criaturas nacidas del látex tienen un origen y aspecto de lo más variopinto. Godzilla semeja ser un gran reptil, basado en el saurio ficticio inventado por Harryhausen para El monstruo de los tiempos remotos, y sus escamas recuerdan a los queloides, las lesiones en la piel causadas por el holocausto atómico; su temible ataque es un haz de fuego nuclear que expulsa por su boca. Tortuga con colmillos de jabalí: así es Gamera, buque insignia de una de las grandes competidoras de Toho en los sesenta. O Daiei, un monstruo relacionado con el folclore asiático, pues es el Guardián del Norte, una de las cuatro entidades que dominan las constelaciones chinas: el aliento de llamas es su gran baza a la hora de luchar con otros enormes seres. Mothra es uno de los kaijus más curiosos ya que pasa por tres fases: de larva, a oruga y finalmente un cruce entre mariposa y polilla que a pesar de su insólito aspecto resulta un formidable adversario; cuando se encuentra al límite, usa su último recurso: una nube de polen amarilla y venenosa.

Con la formidable tecnología que ofrece Hollywood, los torpes movimientos de estas criaturas parecen condenados al olvido. Pero el gran maestro del stop-motion Ray Harryhausen, en una visita a España, recordaba: “La gente sigue mandándome correos con lo mucho que le fascinan mis películas, a pesar de los efectos digitales. Y eso es porque la fantasía si es demasiado realista pierde su maravilla”. El crítico Stuarth Galbraith coincide con el mítico creador de efectos visuales: “En su cenit, entre los cincuenta y los sesenta, su estilo visual único no intentaba apostar por el fotorrealismo en el sentido occidental del término y preferían reflexionar sobre el Japón de posguerra antes que copiar a sus colegas de Hollywood. Si te sientas a ver estas películas con esto en mente, puedes encontrarte disfrutándolas una barbaridad”.

Tráiler de 'Gamera 3: Revenge of Iris', una de las películas más valoradas del género.

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