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Dany Boon, el irreductible cómico

El actor francés Dany Boon presenta en España 'Llévame a la luna', la nueva comedia con Diane Kruger, de los productores de 'Intocable'

Ana Marcos
El actor francés Dany Boon, que interpreta al feo y torpe Jean Yves, al que persigue Isabelle (Diane Kruger) en 'Llévame a la luna'.
El actor francés Dany Boon, que interpreta al feo y torpe Jean Yves, al que persigue Isabelle (Diane Kruger) en 'Llévame a la luna'.LUIS SEVILLANO

Año 117, después del estreno de El regador regado de los Lumière. Todas las salas de cine están ocupadas por las comedias estadounidenses. ¿Todas? ¡No! Un irreductible francés de origen argelino resiste, invicto siempre, al invasor. Y la vida no resulta fácil para las guarniciones de productores y directores, fortificados tras las murallas de Hollywood. El director y actor Dany Boon estrena película, otra vez en Francia, y encima con Diane Kruger. Se despliega la defensa, llega a los cines españoles Llévame a la luna, de Pascal Chaumeil.

Daniel Hamidou (Armentières, 1966), verdadero nombre de este cómico, dos veces casado, padre de cinco hijos, logró que 20,5 millones de espectadores de un país de 65 millones de habitantes se rieran a carcajadas con una excusa tan real y al vez sencilla como las diferencias entre los que viven a uno y otro lado de las lindes tácitas de Francia. Bienvenidos al norte (2008) terminó de geolocalizar al país a la cabeza de la comedia. Y ahora Llévame a la luna se presenta con las siguientes credenciales: un presupuesto superior a los 25 millones de euros y un rodaje en París, Moscú y Nairobi, además de 1,2 millones de espectadores en Francia. ¿Dónde está el truco? “Los productores tenían dinero gracias al éxito de Intocable y decidieron reinvertirlo en una comedia de calidad”, espeta Boon, sin inmutarse, durante su última visita a Madrid. “Está bien que apuesten por el género”.

Diana Kruger es la mayor de una familia de mujeres a las que los primeros matrimonios siempre le salen rana. Una fortuna que intentará sortear embaucando al pobre Boon, un escritor de guías de viaje. El cómico pasa rápido a enumerar las anécdotas de esta historia de amor y mala suerte: el peligro de las enfermedades en Kenia, las costumbres de los masáis, lo complicado que puede llegar a ser convencer a un ruso para que te deje grabar en una iglesia, lo simpática que es Diana Kruger, aunque la comedia no sea su fuerte,… Ni rastro de la fórmula mágica que ayude a entender cómo Francia hace temblar los cimientos de Hollywood cada vez que a uno de sus directores le da por hacer una comedia. Tampoco hay mucho que rascar en cuanto a su público. Tal vez todo sea tan fácil como recordar la tradición de la Comedie-Française de Molière y parapetarla tras dos palabras: excepción cultural.

Zanjado el asunto –por lo menos para el cómico-. Hijo de un argelino, exboxeador, y de una francesa, le costó llegar a un set de rodaje. Primero se trasladó a París en 1989 y después empezó a probar en la calle vestido de cantante, mimo y cómico delante de un sombrero y unas monedas. “Gracias a mis actuaciones enamoré a una chica de Barcelona”, cuenta recordando su travesía en autostop de París a Formentera, con parada para el avituallamiento en la Ciudad Condal. Luego llegaría la Escuela de Bellas Artes, antes de que empezaran a llamarle de la televisión, probara en el teatro y alcanzara el éxito en el cine con El juego de los idiotas y Mi mejor amigo. “No me da miedo encasillarme”, afirma. “Es cierto que no hago muchos papeles dramáticos, pero también tengo la suerte de poder permitirme elegir las películas que más me interesan”. Boon reconoce que gracias a sus sólidas finanzas puede permitirse hacer una película al año en calidad de actor y ponerse tras las cámaras cada dos o tres años. “No estoy en esto para amasar dinero”, dice, y eso que en 2012, para rematar el reinado, se convirtió en el actor mejor pagado del gremio francés con una nómina de más de 3,5 millones de euros. “Respeto mucho mi trabajo de cómico, tanto en la escritura como en la interpretación, como en la dirección de actores o desde la producción cuando invierto en películas de otros”.

A estos menesteres económicos se dedica desde hace tres años, con residencia fiscal en Los Ángeles. Dany Boon se trasladó a la meca del cine mundial con su familia y montó una pequeña productora convocado por los dueños del mercado cinematográfico tras estudiar las cifras del intérprete. “Les daban hasta ticks cuando repasaban mis números”, asegura. El sueño americano, sin embargo, se le ha atragantado un poco. “He tenido que cancelar dos proyectos”, cuenta. Aunque tiene el apadrinamiento de la todopoderosa Sony y el actor Will Smith. “El problema de trabajar allí es que demasiada gente da su opinión y todo se eterniza. En Francia, en una reunión para plantear una película puede haber entre tres y 10 personas, como mucho. En Los Ángeles: un mínimo de 10 hasta 20 y 25. Echan a unos, cogen a otros. Cambia de manos el proyecto. Escriben las películas de cualquier manera. Hay una expresión en inglés que lo define muy bien: So many cooks in the kitchen”. ¿Y aún así quiere intentarlo? “He conseguido convertirme en coautor y productor de mi próximo proyecto, es decir, ahora respetan mis decisiones, siendo solo director no tenía nada que hacer”. Además, Boon tiene la convicción de que “la tendencia de películas para adolescentes, con muchos efectos especiales y un humor que roza lo vulgar” está a punto de terminar. “Y si no lo consigo, me volveré a Francia”.

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Sobre la firma

Ana Marcos
Redactora de Cultura, encargada de los temas de Arte. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Fue parte del equipo que fundó Verne. Ha sido corresponsal en Colombia y ha seguido los pasos de Unidas Podemos en la sección de Nacional. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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