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Notas para seguir las carreras de Usain Bolt

Jake Bugg se hizo famoso porque su canción acompañaba al jamaicano en los Juegos Olímpicos Le comparan con Bob Dylan y le avala Noel Gallagher

Jake Bugg.
Jake Bugg.

“Dejé la escuela a los 16. Me pasé un año escribiendo canciones y Universal me ofreció un contrato”. La fórmula para meter la cabeza en la industria musical explicada por Jake Bugg hace que lo suyo parezca la cosa más fácil del mundo. “Había hecho un par de demos. Llegaron a manos de una persona de Mercury Records y él fue el que se tomó el riesgo de apostar por mí”, prosigue. Escuchando la pasmosa serenidad con la que relata su trayectoria, parece que en vez de haber llegado al número uno en Reino Unido, el debut de este chico de 19 años estuviera cogiendo polvo en el almacén de una tienda de discos. Este domingo lo presentará ante el público del FIB, donde se codeará con viejos conocidos por tierras castellonenses como The Killers o los Arctic Monkeys.

Jacob Edwin Kennedy se coló en los hogares de millones de telespectadores británicos gracias a la retransmisión de los Juegos Olímpicos de Londres ofrecida por la BBC. La cadena escogió una de sus primeras canciones, ‘Lightning bolt’, para acompañar la narración de las proezas de Usain Bolt, The lightning bolt (el rayo). El jamaicano disfrutó de no pocos planos durante la competición y el recurso televisivo acabó siendo la mejor promoción para un solista de una pequeña localidad de Nottingham que pocos meses antes se inscribía en certámenes musicales para tener dónde tocar.

Esa canción resumía en dos minutos y medio lo que iba a ser su primer disco. “Cogí la guitarra, junté tres acordes y le di a todo una estructura simple, un esquema country”. El resultado final es una colección de 14 temas de corte folk en los que el mayor acierto de Bugg es saber sacudirse el tufillo a refrito de Dylan con unas letras en las que las referencias a personas y lugares concretos de su entorno recuerdan a algunas de las primeras composiciones de Alex Turner. Por eso su fórmula funciona igual de bien con el revivalista que con el oyente joven que busca una referencia con la que identificarse.

Las similitudes con el autor de 'Like a rolling stone' no pasaron desapercibidas para nadie, y menos aún para la prensa. Fe de ello da la reseña que le dedicó The New York Times: “Si le gusta Bob Dylan, pruebe con Jake Bugg”. La vorágine de comparaciones fue ya imparable, y aunque el propio músico reconoce el parecido entre estilos, no se siente cómodo con la etiqueta. “La gente siempre intentará encasillarte. Me parece una comparación muy vaga, pero al final es con lo que el público se queda. No intento emular a nadie, solo coger un poco de cada sitio”.

Acto seguido comenzaron a llegar los piropos de algunos de los músicos más influyentes de las islas británicas. Sus canciones consiguieron poner de acuerdo las —hasta hace bien poco— irreconciliables posturas de Damon Albarn y Noel Gallagher, dos de sus primeros y más influyentes valedores. Los Stone Roses, que vivían su ocaso cuando él daba sus primeros pasos —en sentido literal—, le ofrecían abrir algunos conciertos en su regreso, y el propio Gallagher le propuso ser su acompañante en una gira por Estados Unidos. “Además de ser grandes bandas son mis principales influencias. Estando con ellos he aprendido mucho”.

Mucho han cambiado las cosas para él en los últimos dos años. Ese ciclo de aprendizaje, que comenzó sobre el lodo de Glastonbury en 2011, cuando se presentaba ante los asistentes al festival como un desconocido de 17 años, tocó a su fin hace escasas dos semanas con su regreso al mismo escenario batiendo su marca personal de congregación. “Me gusta tocar en festivales, pero no sé si asistiría como público”, reconoce alguien que se va a pasar los meses de verano saltando de un macroevento a otro. Hace dos meses fue Coachella, en California, y ahora Benicassim, donde ocupará una posición en el cartel envidiable para un primerizo que sigue curtiéndose sobre las tablas y que resuelve con solvencia la presión de defender sus temas y liderar su propia banda. “Mi idea es escribir lo que quiero y cuando quiero, y estando en un grupo tienes que atender otros compromisos”.

Entre sus planes de futuro a corto plazo no está tomarse unas vacaciones antes de volver a encerrarse a grabar. “Ya tengo la mitad del segundo disco”, anticipa. Y no oculta que todo lo que está viviendo puede influir en sus composiciones: “No puedo escribir siempre sobre pasar el rato fumando en la calle. Es obvio que aprenderé cosas nuevas y cambiaré, pero tampoco puedo olvidarme de dónde vengo”.

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