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‘Celos y agravios’: Un clásico del teatro con sabor cubano

La compañía Mephisto Teatro trae a Madrid una cuidada e imaginativa versión de la obra

EL PAÍS

En sus tiempos fue un best-seller que viajó hasta los escenarios de la corte francesa. Celos y agravios, de Francisco de Rojas Zorrilla (Toledo, 1607 – Madrid, 1648) revive de la mano de la adaptación y dirección de Liuba Cid. La obra ha recorrido ya antes la geografía española y ha sido unánimemente elogiada por su imaginativa puesta en escena y especialmente por su vestuario, un prodigio de artesanía teatral al estilo de los viejos tiempos, pero con un cuidado diseño contemporáneo que no descuida las citaciones de la tradición barroca.

El argumento puede resumirse así: el aristócrata Don Juan y el servil y torpe criado Sancho llegan a Madrid de noche. En la calle de Alcalá buscan la casa de don Fernando de Rojas, con cuya hija, Doña Inés, se ha prometido el galán a través de un retrato. Ante las puertas de la casa, Sancho confiesa a su amo que por equivocación, el retrato que ha entregado a la joven es el suyo y no el de su amo. Y aquí comienza el delicioso enredo. Del balcón de Doña Inés ven descolgarse a un desconocido y de inmediato, Don Juan sospecha de la infidelidad de Doña Inés y propone a su criado cambiar las identidades, así el equívoco del retrato facilitaría averiguar la verdad. Don Juan se presenta como criado y Sancho, como Don Juan.

Entre las paredes de la casa de Don Fernando se encuentran los personajes relevantes de un tempestuoso y oscuro pasado, con muertes violentas y la fuga deshonrosa de Doña Ana, hermana de Don Juan y aquello culmina con un duelo de espadas, pero finalmente, una vez dadas todas las explicaciones, se da por zanjada la situación y el agravio queda satisfecho. La confusión termina por aclararse. Doña Inés y Don Juan, ya descubierta su identidad, sellan su pacto de amor.

Estrenada en 1636 y publicada en 1645, esta obra fue de las más representadas en vida del autor, y de las más imitadas tras su muerte. Una joya de humor y picaresca que durante el Siglo de Oro fue representada no solo en los corrales de comedia de Madrid y de toda España, sino también en la corte Francesa.

Detrás de la apariencia de época se filtra el ritmo y la cadencia que aporta una interpretación peculiar del teatro cubano contemporáneo sobre un texto clásico. Las máscaras barrocas se sincretizan en las máscaras coloniales de un teatro, que en su esplendor de los s. XVIII y XIX, trajo a la escena cubana la tradición del teatro bufo con la consecuente caricatura, nacida del alma de las propias máscaras.

La puesta en escena descubre al espectador los amores descarados, promiscuos y, sobre todo interesados, de los personajes. Las criaturas escénicas están atrapadas en un marco temporal y espacial muy acotado donde la escena dibuja una casa llena de estancias, escaleras, habitaciones, pasajes y balcones por los que fluye una acción llena de dinamismo a través de continuas entradas y salidas.

Mephisto es un proyecto internacional que acoge actores y actrices de Cuba y España bajo la dirección de Liuba Cid. Mephisto Teatro inicia su andadura en 2009 por encargo del Festival de Teatro Clásico de Almagro con una versión de Fuenteovejuna, y en 2011, por encargo del Festival de Teatro Clásico de Cáceres, se embarcan con Toni Díaz (diseñador del vestuario) en esta versión de Celos y Agravios. Entre los actores protagonistas se encuentra Vladimir Cruz, brillante actor que encarnó a David, uno de los personajes del laureado filme Fresa y chocolate.

FICHA: Celos y agravios de Francisco de Rojas Zorrilla. Dirección: Liuba Cid. Teatro Fígaro, Madrid. Hasta el 28 de julio.

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