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Marta Harnecker: “En América Latina ha sido derrotado el neoliberalismo”

La politóloga chilena Marta Harnecker publica 'Un mundo a construir', en que dicta las claves para el socialismo del siglo XXI

La escritora Marta Harnecker.
La escritora Marta Harnecker.Claudio Alvarez

Marta Harnecker, divulgadora a escala planetaria del pensamiento marxista desde 1960, visita España para presentar en Madrid su libro Un mundo a construir, que El Viejo Topo acaba de publicar en edición popular. Chilena de raíces austríacas, psicóloga y politóloga, se formó bajo la dirección del pensador estructuralista francés Louis Althusser. Después de regresar a su país, abandonó Chile tras el golpe militar de Augusto Pinochet que derrocó a Salvador Allende. Ha vivido en Cuba, donde estuvo casada con Manuel Piñero, jefe de la Inteligencia cubana, así como en Venezuela, donde ha asesorado al Gobierno de Hugo Chávez, para trasladarse hace dos años a Canadá donde ahora reside con su pareja, el profesor Michael Lebowitz. Viajera incansable, Harnecker sigue de cerca la política latinoamericana, señaladamente Venezuela, Bolivia y Ecuador, donde asegura que los movimientos sociales han malogrado los propósitos del neoliberalismo.

Pregunta. ¿Qué principios del marxismo continúan siendo válidos hoy para entender lo que sucede?

Respuesta. Los análisis que hizo Marx sobre el capitalismo de su época siguen siendo absolutamente válidos en cuanto se refiere a la expansión, los ciclos, las crisis, la superproducción…Globalmente considerado Marx tenía razón, lo que sucede es que hay que plantearse nuevas preguntas y buscar nuevas respuestas a problemas que en su día no existían.

Uno de los principales errores de la izquierda latinoamericana fue el de trasladar de manera muy mecánica hacia el subcontinente los mismos análisis de la clase trabajadora que se hacían desde la Unión Soviética

P. ¿Cómo fue su formación ideológica?

R. Althusser fue para mí como un tutor, de él aprendí el método de lectura crítica mediante comprendí el marxismo de manera compatible con mis creencias de entonces, ya que procedía de la Acción Católica. Sus enseñanzas me sirvieron de puente y comprobé que el marxismo se había estancado en algunos dogmas, sobre todo en países del área soviética.

P. ¿Cabe hablar de la clase obrera como sujeto histórico revolucionario?

R. Uno de los principales errores de la izquierda latinoamericana fue el de trasladar de manera muy mecánica hacia el subcontinente los mismos análisis de la clase trabajadora que se hacían desde la Unión Soviética. Ya en 1985 me di cuenta de que el sujeto histórico de la revolución era mucho más amplio que la clase obrera, muy golpeada por la ausencia de trabajo, las rebajas salariales, la subcontratación y la precariedad, que la redujeron casi a una minoría y a perder su rol político protagonista.

P. ¿Cuál es hoy ese sujeto?

R. Ahora, los nuevos movimientos sociales integran a campesinos, indígenas, cristianos, estudiantes, endeudados…, toda una serie de luchas de base que mostraban el malestar de amplios sectores de la población ante el discurso y la política del neoliberalismo. El golpe militar de Chile experimentó contra ellos su primer intento, para que esos movimientos sociales no levantaran nunca cabeza. Hace poco estuve en Chile y todo se ha transformado gracias a las nuevas luchas.

P. ¿En qué grado la gestión en clave neoconservadora del capitalismo le ha beneficiado o le ha dañado?

R. En una primera etapa contribuyó a su expansión y ello llevó a Francis Fukuyama a afirmar que la historia había llegado a su fin. Sin embargo, el modelo comienza a hacer agua en los años 80, precisamente en América Latina, donde era tal la desigualdad económica, tan extensa la inseguridad incluso psicológica que sus políticas generaban en las gentes que el propio neoliberalismo creó las condiciones que abrieron el paso a sus sepultureros, los nuevos movimientos sociales.

Lo más importante fue que Hugo Chávez se dio cuenta de que era preciso cambiar las reglas de juego de las instituciones políticas venezolanas

P. En Occidente, ¿cree que la política posee margen de autonomía respecto al mundo del dinero?

R. No veo ninguna autonomía. Las corporaciones y los bancos son quienes deciden, los políticos actúan de acuerdo con los intereses que les dictan.

P. ¿Cree posible que el sistema opte por una salida bélica de la crisis?

R. Una salida bélica global no es imaginable, ya que llevaría a una conflagración atómica. Tal vez recurra a guerras parciales, pero conviene no confundir entre hegemonía y dominio. La hegemonía se ejerce por persuasión y el dominio, por la fuerza. A más hegemonía, menor dominio. Si pierde la hegemonía, aplicará medidas de fuerza.

P. ¿Se dan condiciones para una auto-consunción del sistema capitalista?

R. No creo en la crisis final del capitalismo como algo mecánico que sobrevenga por sí solo, sin alternativa política.

P. ¿Qué alternativa ve?

R. Una amplia plataforma social que interprete políticamente los innumerables malestares sociales que el neoliberalismo provoca y que los ataje con soluciones sociales, compartidas y discutidas a nivel de base, como se ha hecho en Venezuela con los consejos, luego con las comunas.

P. A su juicio, movimientos como el 15-M o Occupy Wal Sreet, ¿forman parte de la solución o del problema?

Brasil ha jugado un papel crucial en el cambio de las relaciones de fuerza entre América del Sur y los Estados Unidos

R. Sin duda alguna, de la solución. Así empezaron a resolverse problemas en América Latina.

P. ¿Cómo ve el futuro de la llamada revolución bolivariana?

R. Es preciso decir que ha sido el único caso en la historia en que se ha acometido una revolución con recursos financieros holgados. Por ello, no puede homologarse con otros procesos. Lo más importante fue que Hugo Chávez se dio cuenta de que era preciso cambiar las reglas de juego de las instituciones políticas venezolanas mediante órganos sociales de distinto tamaño, que fueran vertebrando alternativas según su escala, desde los consejos comunales hasta las comunas de mayor tamaño: proponían proyectos y recibían financiación estatal para materializarlos, de manera que se fortalece la participación política y la sociedad, en su conjunto, se siente parte activa de los procesos vitales que le conciernen

P. ¿Dónde cree hallar su punto flaco?

R. Si bien se cuidaron mucho las inversiones sociales, quizá de descuidaron las de tipo estrictamente económico.

P. ¿Qué opinión tiene sobre las potencias emergentes, como Brasil?

R. Brasil ha jugado un papel crucial en el cambio de las relaciones de fuerza entre América del Sur y los Estados Unidos. Ya hay organismos internacionales, como UNASUR, donde Washington no está presente y se toman decisiones que nadie nos impone.

P. ¿Qué causa fue a su juicio determinante de la implosión de la URSS?

R. Sustento la tesis de mi esposo, Michael Lebowitz, según la cual el poder soviético, de manera paternalista, estableció cierto pacto social con los trabajadores para satisfacer sus necesidades básicas, pero a cambio de que no participara en la política por lo cual, al sobrevenir la caída, la gente, los trabajadores, no se sintieron vinculados a aquel modelo.

 

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