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Los colores de la Gioconda

Una nueva iluminación, inaugurada la semana pasada, permite a la obra expuesta en el Museo parisiense del Louvre recuperar todos sus matices

Seguramente no lo sepan, pero los cerca de 20.000 visitantes que se estima pasan a diario ante el retrato más famoso del mundo pueden observar desde hace unos días a una Gioconda renovada. El secreto consiste en la nueva iluminación, inaugurada la semana pasada, que permite a la obra renacentista de Leonardo da Vinci (1.503-1.519) expuesta en el Museo parisiense del Louvre recuperar sus colores con todos sus matices. Este es el resultado de un año de investigación y de desarrollo y se enmarca en la política de ahorro energético del museo más visitado de Francia, en su paso a la iluminación con diodos LED.

“La nueva luz es más homogénea en el conjunto de la obra, ya no hay pequeñas zonas algo más oscuras”, relata una portavoz del museo. “No es el día y la noche, la diferencia no es muy perceptible a primera vista”, admite, “pero si se fija bien, se ve el azul del cielo y del agua del fondo de forma más nítida”.

La dificultad de dar con la fórmula acertada para poder arrojar la luz adecuada a la preciada obra reside en una doble imposición debido a su instalación. Por una parte, desde que se encuentra expuesta en medio de la sala de los Estados, donde fue trasladada en 2005, es iluminada tan solo por un solo foco de medidas restringidas. La segunda es el espeso cristal que protege al gran reclamo del museo, -que fue robado en 1911 en pleno museo-, y que requiere una luz especial para evitar que se refleje.

En realidad, la famosa Gioconda se pasó a la iluminación LED desde el traslado de 2005 pero el nuevo sistema ha permitido mejorar la calidad de la iluminación. Donde antes se encontraban siete bombillas ahora se ha dado cabida a 34 con una variación de seis colores. La nueva lámpara, elaborada por la empresa Toshiba con la que el museo colabora desde 2010, permite también, según sus promotores, compensar los cambios de color que impone la instalación de aquella protección de vidrio. Un sistema permite también variar los arreglos del foco para ir adaptándose a la luz ambiente.

La renovación de la luz también se ha ampliado a la galería de las salas rojas, donde se encuentran otras obras maestras como Le Radeau de la Méduse (1818-1819), de Théodore Géricault, o el Sacre de l’Empereur Napoleón, de Jacques-Louis David (1805-1807). Es en cualquier caso una etapa más en el paso a la energía LED del museo más visitado de Francia y en la colaboración de la institución con la marca Toshiba, que usa el centro como vitrina para su nueva tecnología.

En 2011 ya se cambiaron las luces de la Pirámide de Cristal y del Pabellón Colbert. Al año siguiente, fue la Cour de Napoleón. En total, la renovación de la iluminación ha permitido reducir considerablemente el consumo eléctrico de la institución y hasta un 73% en lo que se refiere al exterior. La próxima etapa será el año que viene, en la Cour Carrée y el Hall de Napoleón, donde se encuentra la principal taquilla y el punto de información.

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