_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El chico de Hernani

La primera vez que entré en la productora de Elías Querejeta no imaginaba lo que aquel paso, indeciso y temeroso, iba a suponer en mi vida. Nunca sabré dónde estaría ahora si no lo hubiera dado. Tal vez no habría dirigido Tasio,ni ninguna otra de las películas que hicimos juntos. O quizá sí, pero serían diferentes. De eso estoy seguro. Porque trabajar con Elías suponía asumir una determinada forma de entender el cine. Y la vida. Imposible separarlas, decía.

Me lo comentó una de las muchas tardes en que nos juntábamos para trabajar en el piso que tenía en la calle Pavía, en un gran salón presidido por un impresionante billar francés, que le servía de desahogo mientras charlábamos. “Hacer una película tiene que ser un acto de libertad, porque en cada película dejamos parte de nuestra vida”, afirmó mientras intentaba una carambola. Hablábamos mucho. Antes, durante y después de los rodajes. Era imposible no hacerlo con Elías. Le encantaba conversar y polemizar. Formaba parte de su temperamento. Lo mismo que su vasta cultura y su demoledora capacidad dialéctica. Pocas personas he conocido con su poder de convicción y su energía vital. Sin embargo, reía como un niño cuando hablaban del “sello Querejeta” o le preguntaban sobre su entendimiento de la producción cinematográfica. “Yo solo soy un chico de Hernani que intenta hacer bien su trabajo”, respondía con la picardía reflejada en sus ojos.

Nunca sabré dónde estaría ahora si aquel día en que llegué a la productora de Elías no hubiera dado el paso que supuso el comienzo de una gran amistad personal y profesional. Como tampoco sabríamos qué sería del cine español en estos momentos sin su labor como productor. Yo me enriquecí compartiendo sus vivencias. Lo mismo que nuestro cine. Porque con sus aciertos y errores, sus películas son el legado más importante de una época cinematográfica. La suya, la mía, la de muchos. Sigamos haciendo bien nuestro trabajo, para que el chico de Hernani se sienta orgulloso de nuestro cine y de nuestro compromiso con la vida.

Montxo Armendáriz es cineasta, dirigió para Querejeta, entre otras, Tasio, 27 horas e Historias del Kronen.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_