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Jonás Trueba narra las ilusiones que no se recuerdan

El escritor debuta con su primera novela, que complementa su segunda película ‘Los ilusos’

Jonás Trueba, fotografiado en Matadero de Madrid.
Jonás Trueba, fotografiado en Matadero de Madrid. Luis Sevillano

Ha leído muchas veces, hasta el punto que es casi una tradición, El gran Gastby de F. Scott Fitzgerald, porque le hace imaginar, porque lo lleva a un estado de "ebriedad". La literatura tiene una fuerte influencia en su forma de entender el cine y eso le preocupa. Pero no puede elegir entre mamá y papá, sino buscar caminos que conducen el uno a la otra y viceversa. Jonás Trueba (Madrid 1981), guionista, director de películas, bloguero en El Mundo … e inquieto profesional, además de miembro de una estirpe muy pegada a la gran pantalla (su padre es Fernando, su tío, David), se estrena con su primera novela, Las ilusiones (Editorial Periférica). Un texto brevísimo en primera persona va desgranando momentos, reflexiones, retazos y recuerdos que pertenecen a “películas posibles que no han sido”. La construcción por pedazos de un proceso creativo. Una novela sobre hacer cine. O viceversa.

El autor ve el libro como una parte complementaria de su segundo largometraje, Los ilusos, pero que comenzó a escribir antes del rodaje. “Es como un puzle. Hay un juego y ecos entre las dos”. Literatura y cine. Cine y literatura. Inseparables para él. Dos formas de expresión que el escritor intenta “no diferenciar”. “El libro se compone de una suma de cosas que se quedan perdidas y que rescato para darles forma de novela”. Trueba asegura que se encontró con el texto, casi como algo accidental. Y ve su incursión en la literatura con humildad. “Siempre le he tenido mucho respeto”. No sabe si continuará como escritor, pero, si lo hace, será en un tipo de literatura que le haga sentir cómodo, como esta que ahora presenta. El autor y cineasta va cauteloso tomando la medida de las cosas. “No me considero muy virtuoso ni haciendo cine ni como autor de libros”, sostiene.

Al escribir guiones me han influido personajes novelescos porque creo que hay más vida en los libros

“El peso de la literatura en mis dos largometrajes ha sido muy grande y eso se suele ver como una anomalía”. Le apasiona el cine literario, “que también está mal visto” y que da la posibilidad de explorar las situaciones con intensidad y lentitud. “Al escribir guiones me han influido personajes novelescos porque creo que hay más vida en los libros, a menos que sean creaciones como las de Rafael Azcona o Ingmar Bergman. Y es la capacidad de los textos para “convocar imágenes”, para “generar ilusiones de una forma más rápida” lo que le atrae con fuerza. Él prefiere tanto en la escritura como con la proyección de imágenes dejar un hueco para la imaginación. Así hace en Las ilusiones y en sus proyectos cinematográficos: “Intento lucha contra un cine en el que se dé todo hecho”.

Cubierta de 'Las ilusiones' de Jonás Trueba.
Cubierta de 'Las ilusiones' de Jonás Trueba.

La narración de Las ilusiones se enmarca en una literatura del yo, a pesar de que Trueba lamenta que en la novela se acaba montando otro personaje que no es él, algo que sucede “a su pesar”. Y asegura que resulta un debate estéril aquel que se centra en criticar al autor porque se incluya en su obra. “Me gusta que las cosas se sientan personales”, zanja. Pero nada es obvio en Las ilusiones, ni siquiera que pertenezca a una forma de escritura que bebe de las consecuencias del Movimiento 15-M. “No quería hacer una novela sobre la crisis, pero es inevitable que esta se cuele, que se filtre…” Los primeros borradores de Las ilusiones, explica el autor, tenían un contenido más explícitamente político que finalmente desechó para escapar de “la coartada”.

Jonás Trueba dice que sí, que su novela se puede considerar un “híbrido”, del que las etiquetas se desprenden. “Puede ser un dietario, un cuaderno de notas, de esbozos, con algo de ensayístico, hay algo de novela accidental… “ Le gustaría que se asemejase a los cuadernos de apuntes de los pintores, como los de su admirado Ramón Gaya, o “a prosa poética”. Trueba se nutre de numerosas referencias literarias: nombra apasionado a Natalia Ginzburg y Las pequeñas virtudes y Léxico familiar, a Édouard Levé de cuyo Suicidio toma citas para su novela. Habla de Salón de los pasos perdidos de Andrés Trapiello, de Cuaderno gris de Josep Pla, de Lo que cuenta es la ilusión de Ignacio Vidal-Folch… Y la poesía de Mariano Peyrou, Carlos Pardo, Antonio Lucas y Elena Medel.

Los primeros borradores de Las ilusiones, explica el autor, tenían un contenido más explícitamente político que finalmente desechó para escapar de “la coartada”

Pero la experiencia que le ha dado una mayor alegría últimamente ha sido un club de cine, pensado a semejanza de los clubes de lectura que coordinó en la librería madrileña La buena vida. De nuevo, Trueba tiende lazos. “Los creadores tenemos la responsabilidad de implicarnos en la difusión de la cultura”. Y, aunque le entusiasma la libertad que da Internet para poder ver películas en casa, teme al mismo tiempo que se pierdan las conversaciones sobre cine a la salida de las salas. ¿Qué hará a continuación? “Las circunstancias acaban decidiendo”.

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