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La ministra de Cultura de Francia avisa: “Estamos hartos de Amazon”

Aurélie Filipetti arremete contra la política de venta de libros de la tienda ‘online’

Empleados en la sede de Amazon en Chalon-sur-Saone, en Francia.
Empleados en la sede de Amazon en Chalon-sur-Saone, en Francia. PHILIPPE MERLE (AFP)

A Francia se le ha acusado a lo largo de la Historia de chovinismo, de mantener una actitud inmovilista y de falta de dinamismo. Pero hay algo de lo que sus ciudadanos pueden estar orgullosos: la sinceridad y el lenguaje claro con el que su Ministerio de Cultura defiende la industria cultural del país en todas las instancias. Y eso incluye la ausencia de miedos y complejos a la hora de criticar ciertas prácticas de las grandes multinacionales. El gabinete que dirige Aurélie Filipetti no se resigna a que el sector cultural, clave para la identidad y la economía del país, acabe arrastrado por la crisis. Y ha vuelto a hacerlo saber.

Si hace unos meses el Gobierno atacaba a Google por la indexación de informaciones de la prensa y, posteriormente, a Apple y otras multinacionales por su “piratería fiscal” (en palabras de la ministra de las Pymes, Fleur Péllerin), esta vez ha sido la titular de Cultura la que ha criticado a Amazon, el mayor vendedor de libros en todo el mundo, por sus prácticas comerciales, que considera restrictivas de la competencia. “Hoy todo el mundo está harto de Amazon, una compañía que, por su práctica de dumping, tira abajo los precios con el fin de penetrar en los mercados para después, una vez en una posición de cuasimonopolio, hacer que los precios vuelvan a subir”, declaró la ministra el lunes durante su encendida intervención en el II Encuentro Nacional de Libreros celebrado en Burdeos. “El sector del libro y de la lectura”, añadió la ministra, “debe competir con determinados operadores que emplean todos los medios para introducirse en el mercado del libro francés y europeo, lo que resulta destructivo para las librerías”.

Además de anunciar que tomará medidas al respecto, la ministra, según informaba ayer el diario Le Monde, reflexionará sobre la posibilidad de prohibir la acumulación de la gratuidad de los precios de transporte (en un pedido de libros) y la reducción del 5% sobre el precio de los libros. Filipetti también dijo, en una entrevista a la prensa regional, que “no es normal que Amazon vulnere la ley del precio único al instalarse en Luxemburgo y no pagar una fiscalidad justa en Francia”. Amazon no marca descuentos inferiores a lo establecido por la ley, pero los editores consideran que vulnera el espíritu de la misma al añadir a los descuentos previstos la gratuidad de los precios de transporte.

La ministra francesa de Cultura y Comunicación, Aurelie Filippetti.
La ministra francesa de Cultura y Comunicación, Aurelie Filippetti.BERTRAND LANGLOIS (AFP)

Filipetti ya criticó implícitamente en 2012 a Amazon, en un discurso dirigido a los editores. En esta ocasión ha remarcado su apuesta por David frente a Goliat al anunciar un nuevo plan de ayudas dirigido a los libreros independientes por valor de nueve millones de euros, de los que el Gobierno pondrá hasta dos millones y el resto sería aportado por los editores. Su finalidad: impulsar la modernización de las librerías y la venta en Internet de los libreros independientes franceses.

Ese plan ha sido corroborado por el Sindicato Nacional de la Edición, que ha anunciado otro plan de ayuda, de 7 millones de euros, financiado por la bajada del IVA (del 5,5 al 5%) aplicable al libro en 2014. En declaraciones recogidas por Le Monde, el presidente del Sindicato, Matthieu de Montchalin, se mostró alborozado por el apoyo de la ministra: “Jamás hemos tenido conocimiento de un plan en favor de las librerías de tales dimensiones”.

Esta toma de postura tiene lugar en pleno debate, entre las autoridades culturales francesas y la sociedad, del llamado Informe Lescure sobre la excepción cultural en la era digital. Dicho informe propone “defender con fuerza, en las negociaciones comerciales bilaterales y multilaterales, la especificidad del tratamiento de los servicios culturales”.

Este texto no está centrado en el sector editorial sino, particularmente, en los servicios audiovisuales y en la oferta de contenidos en Internet. Sin embargo, está imbuido del mismo principio rector al que Francia se aferra para garantizar la supervivencia de su industria cultural: que una concepción maximalista y ultraliberal de la libertad de comercio pone en riesgo la existencia de una oferta cultural diversa como alternativa a la oferta de las multinacionales.

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