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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La ilusión

Cuando se termina la liga de fútbol, España llena ese vacío con competiciones paralelas y trofeos preparatorios. Pero este final también descubre las miserias del deporte rey

David Trueba

Cuando se termina la liga de fútbol, España llena ese vacío existencial con competiciones paralelas y trofeos preparatorios, adornados por el mercado de fichajes. El final de temporada descubre las miserias del deporte rey. Descubrimos que las fidelidades a los colores eran tan frágiles que al rumor de un cheque las quiebra como ramitas de arbusto. Llamamos héroes a fruta de pronta caducidad que ha de aprovechar las ocasiones del mercado. En el descenso suenan insultos a jugadores y directivas, se apunta hacia primas y compra de partidos y llegan las migraciones de las aves hacia climas más propicios. Los relevos persiguen realimentar la inagotable fe del aficionado.

Porque el fútbol es en sesión continua. La mejor declaración de su poder es ver los telediarios arrodillados ante sus nimias novedades con un detallista interés que no profesan por nadie más. Respiramos fútbol por la sístole y diástole mediática. Los que mejor han visualizado su universo encantadoramente grotesco son los creativos de Sra. Rushmore, que han vuelto a llevarse otro premio por la campaña del Atlético de Madrid en su gloriosa final de Copa. Sus hallazgos deliciosos se completaron con el episodio de la entrevista de trabajo a la que un perdedor acude armado con su llavero del Atlético, bella reconciliación emocional con el patetismo, como lo fue antes la pregunta retórica del papá, ¿y por qué somos del Atleti?

Los colchoneros son los campeones nacionales del spot de equipo. Hubiera sido gracioso verles comentar con esa misma sensibilidad las lágrimas de Falcao al marchar al Mónaco, fortalecido por los petrodólares, y cuya apuesta tiene que ver con lo deportivo lo mismo que un saco de patatas con una bolsa de diamantes. Ah, qué héroes nos buscamos en un tiempo donde hasta las princesas de los cuentos son maltratadas por los príncipes en nombre del amor. Las ilusiones del fútbol se parecen a esa anécdota que da título al formidable diario literario de Ignacio Vidal Folch, cuando una actriz porno promociona una revista con el regalo de un pelo de su pubis. Cansada de repelarse una parte tan íntima, los agentes y colaboradores comienzan a sacrificar sus propios pelos para no desincentivar a los lectores. La ilusión es lo que importa, concluye de manera certera.

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