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Liceo 3.0

El coliseo barcelonés inicia la digitalización de los más de 50.000 documentos de su archivo histórico, la mayoría inédito

José Ángel Montañés

El Gran Teatro del Liceo, después de dos reconstrucciones fruto de la destrucción causada por dos incendios, comienza una nueva vida. Virtual. Será cuando acaben los trabajos de para catalogar y digitalizar el rico fondo que ha conservado, como un tesoro, la Sociedad del Gran Teatre, propietaria del edificio desde su obertura el año 1847 hasta 1994.

Una historia tan larga ha dejado un enorme rastro en forma de papeles y objetos que conforman el archivo histórico del Liceo: más de 50.000 documentos prácticamente inéditos que dejaran de serlo cuando pueda ser consultado por internet después de un proceso de digitalización que ha comenzado ahora con ayuda de especialistas de la Universidad Autónoma de Barcelona. El resultado más espectacular será poder volver a ver en 3D las viejas escenografías creadas para el teatro hace un siglo, y que podrán ser proyectadas en pantallas. Será la tercer vida de este viejo teatro que mira hacia el futuro.

El Liceo ha vivido muchas jornadas de gloria operística en su más de siglo y medio de vida. Pero también ha habido días en los que el coliseo barcelonés parecía que estaba asistiendo a sus últimas horas. Pasó en el primer incendio que vivió el 9 de abril de 1861, cuando el incendio que comenzó en el taller de sastrería del cuarto piso, al parecer por una luz de aceite mal apagada, arrasó el edificio. Se repitió en la jornada inaugural de la temporada de 1893 cuando una bomba Orsini —y pudieron ser dos— estalló en el patio de butacas causando una veintena de muertos.

La última de estas jornadas negras fue la que se vivió el 31 de enero de 1994 cuando unas chispas salidas del soplete durante unos trabajos de soldadura en el telón de acero —estructura que debía impedir que el fuego pasara del escenario a la sala—, prendieron en los cortinajes de la parte alta del escenario y las llamas saltaron a la platea que quedó reducida a cenizas en unas horas. Una de las imágenes más difundidas fue la de la estructura en forma de herradura de teatro a la italiana, desnuda y a cielo abierto.

Pese al efecto devastador de las llamas, se salvaron zonas del teatro tan importantes como el salón de los Espejos y el Conservatorio situado en el último piso. Los medios de comunicación captaron como los bomberos sacaban, a toda prisa, las obras de arte que decoraban las paredes del exclusivo Círculo del Liceo, sobre todo las 25 pinturas firmadas por autores como Ramon Casas, Modest Urgell o Santiago Rusiñol.

En el caos absoluto que se produjo tras el desalojo de los trabajadores, alguien cayó en la cuenta que en el segundo piso, detrás de una gruesa puerta de madera, se conservaba  toda la documentación desde 1838

Pero hubo otros objetos de vital importancia para el Liceo que también se libraron de las llamas. En el caos absoluto que se produjo tras el desalojo de los trabajadores y la llegada de los bomberos, alguien cayó en la cuenta que en el segundo piso, detrás de una gruesa puerta de madera de roble se conservaba el archivo con toda la documentación generada desde 1838, año en el que se constituyó la Sociedad del Gran Teatro del Liceo, propietaria del teatro hasta ese momento, y por lo tanto anterior incluso de que el edificio abriera sus puertas el 4 de abril de 1847 en el solar de las Ramblas esquina Sant Pau que había ocupado un convento de Trinitarios.

La situación del archivo en el edificio fue providencial para que no desapareciera para siempre: Si hubiera estado en los pisos inferiores los escombros habrían impedido recuperarlo. Si hubiera estado en los pisos superiores, el agua lanzada por los bomberos empeñados en acabar con el fuego, habría acabado también con él. La acción decidida de algunos de los propietarios hizo que la documentación abandonara el edificio en varios contenedores rumbo a unas naves industriales.

Las administraciones públicas, Estado, Generalitat y Ayuntamiento de Barcelona, se comprometieron el mismo día del incendio, con los escombros calientes, a reconstruir el Liceo tal y como era en el mismo lugar. En octubre de 1999, Turandot de Puccini —la obra que tenía que representarse cuando el teatro se quemó— se representó sobre el escenario. El teatro, una vez más, demostraba que era capaz de renacer de sus cenizas.

Desde el día que la Sociedad comenzó a funcionar, sus dirigentes se empeñaron en conservar la documentación que generaba la actividad diaria del teatro en todos sus ámbitos. Este ingente archivo sigue siendo propiedad de la Sociedad, ya que no fue objeto de cesión en los pactos firmados con el Consorcio con posterioridad al incendio. No fue hasta 2006 cuando comenzaron los trabajos para saber el contenido exacto de las cajas que se habían trasladado fuera del teatro y el abasto de la documentación y su estado de conservación.

En 2011 terminaron los trabajos de precatalagación y conservación que comportó restaurar el material con alteraciones como las placas de vidrio y planos que se colocaron en los soportes adecuados. “Tenemos un archivo íntegro y sin interrupción desde la fundación del teatro hasta 1980, año en que se constituyó el Consorcio del gran Teatro por el que se cedió la explotación del Liceo a las administraciones conservando la Sociedad la titularidad”, asegura Manuel Busquet, abogado y vicepresidente de la Sociedad, que durante estos años ha impulsado de forma entusiasta los trabajos.

El conjunto aporta cifras de vértigo: más de 50.000 documentos que ocupan unos 2.000.000 de hojas, entre manuscritos, libros de actas, memorias anuales, escrituras del solar y del edificio, reglamentos del teatro, estados de cuentas, comprobantes de ingresos y pagos, administración de las localidades, correspondencia, documentación de obras, de reformas y de la primera reconstrucción del teatro en 1861, con sus planos y fotografías.

Además de, lo que puede parecer más interesante a nivel musical: todos los programas de mano y carteles de la actividad artística y social, las escenografías que no se quemaron en el incendio, 711 fotografías, 617 placas de vidrio y 633 partituras, la mayoría escritas a mano y algunas firmadas por los compositores, los contratos de los actores, pinturas y objetos, algunos tan curiosos como un enorme pin en el que se puede leer: Liceu. Teatre Nacional de Catalunya, que recuerda la nacionalización del teatro por el gobierno republicano de la Generalitat en 1936 para proteger el edificio. Todo ocupa 18 metros cúbicos de documentación repartida en 357 contenedores de documentos, que representan 170 metros lineales.

El fondo, está considerado como uno de los más importantes de toda España y se puede comparar con los que conservan otros teatros europeos como el Teatro San Carlo de Nápoles, la Scala de Milán o la Royal Opera House de Londres, algunos ya consultables en internet.

El 15 de abril llegaron al campus de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) las primeras cajas para comenzar el trabajo de catalogación y digitalización: índices, libros de actas, memorias, diarios del conserje reglamentos, documentación técnicas, fotografías y escenografías. En 2011 se firmó con esta universidad un convenio que ha dado paso a la creación de una comisión técnica de diferentes disciplinas.

Dirigida por Francesc Cortés, director del Máster de Musicología de la UAB y profesor de la misma, está formada por especialistas de biblioteconomía, archivística, informática o visión por computación. “En el proyecto están implicados hasta cinco equipos de investigación, además de alumnos del máster”, asegura Cortés. Los especialistas ya han entrado en contacto con el material y pese a los trabajos previos de catalogación, pueden aparecer muchas sorpresas: "Hay cajas que son como una sandía: no se sabe lo que hay en su interior", explica Cortés. Se refiere a que en algunas se indica que hay 200 fotografías pero no el contenido de las imágenes. Pronto se sabrá. “Saldrán varias tesis”, explica de forma entusiasta el especialista y profesor musical.

Después, en una segunda fase, el trabajo continuará con los programas, carteles, partituras, documentación administrativa y contable y el archivo entre 1936 y 1939. Cuando concluya, el siguiente paso será su difusión en internet para obtener el máximo provecho de la rica documentación. De eso se encargará el Centre de Visió per Computador y su grupo DAG (Grupo de Análisis de Documentos y Reconocimiento de Formas) de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), que dirige Josep Lladós.

El convenio con la UAB prevé la consulta de los documentos originales, solo para investigadores y previa autorización. Pero todo el fondo será accesible después del verano de forma gratuita, en la base de datos resultante donde se podrán conocer la estructura que se irá completando con nuevos documentos en los dos próximos años. El portal específico estará vinculado a Eropeana, una de las plataformas culturales más importantes de Europa.

Pero el proyecto va mucho más allá de la simple digitalización y su visión en internet. Durante el incendio se quemaron casi todas las escenografías antiguas de papel que se guardaban en una estancia situada bajo el patio de butacas. Algunas, como una de Aida de Verdi se salvaron de milagro, pero no puede utilizarse por estar realizada con materiales que difícilmente aguantarían el calor de los focos que se utilizan ahora en el teatro. Sin embargo, las viejas escenografías se podrán recuperar.

“Una vez todo el fondo esté digitalizado, se creará un motor de búsqueda de metadatos que permitirá, mucho más allá de lo que sería una base de datos de consulta, búsquedas interactivas a través de la interacción entre los diferentes datos conocidos de cada uno de los montajes, la partitura, las fotografías, los actores que participaron y los personajes que interpretaron y cómo estaban colocadas las escenografías en el escenario. El resultado se podrá visualizar de forma virtual y en 3D en una imagen que reproducirá el escenario tal y como se pudo ver en su momento.

Eso tiene, además, una utilidad práctica que no se escapa a los dueños de este archivo y que puede compensar el gran esfuerzo de trabajo e inversión: La posibilidad de proyectar las imágenes de los decorados —como suelen hacer grupos como la Fura dels Baus en sus espectáculos operísticos— mediante la instalación de diferentes pantallas en el escenario, que permitirá a la última diva del bel canto o al tenor del momento cantar mientras pasea por un escenario de hace más de un siglo, mientras se interpreta una partitura que no se ha representado desde entonces. Unas nuevas escenografías que podrán ser comercializadas bien en el propio teatro del Liceo o en otro teatro de ópera. “Las posibilidades son infinitas”, asegura Cortés.

Los trabajos de digitalización tienen un coste. La Sociedad ha aportado 10.000 euros para la primera fase, más lo que aporta la UAB en medios, personal, instalaciones, equipos, etcétera. Para el resto de fases de digitalización se ha previsto un presupuesto alrededor de 200.000 euros. Para sufragar una parte, la Sociedad ha iniciado una campaña de micromecenazgo entre sus miembros para cofinanciar los trabajos junto a la UAB. Con aportaciones de 500, 1.000 y 2.000 euros se espera reunir 80.000 euros.

En cuanto al destino final de la documentación, Busquet cree que lo mejor sería que este archivo acabe junto al que se esté generando en el teatro en los últimos años. "Sería lo lógico, pero es una opinión personal, el tema se tendría que debatir en una junta de socios", asegura el abogado. La historia del Liceo está escrita, pero con la información generada por este archivo musical, no hay duda de que se verá enriquecerá de forma considerable.

LAS 10 JOYAS DEL ARCHIVO DEL LICEO:

La documentación que el Liceo ha conservado desde hace más de siglo y medio, está llena de joyas que por sí solas merecen la pena detenerse en este archivo prácticamente inédito y desconocido. Estas son 10 de las principales:

Libros del Conserje. 26 tomos con anotaciones diarias de la vida del teatro realizadas por los conserjes —en realidad el administrador del teatro, puesto que ocuparon nueve personas comenzando por Pío del Castillo— durante casi 120 años, desde 1862, después del primer incendio, hasta 1981. Inexistente en ningún otro teatro de ópera está lleno de anécdotas y de información de interés para el funcionamiento diario del teatro. Desde las roturas de cristales, la morosidad entre los socios propietarios a la hora de pagar sus cuotas, las medidas para acabar con los ratones, el acondicionamiento de los retretes o el bolso perdido, y no encontrado, de Carmen Polo de Franco en 1941. Inéditos hasta 1999, cuando el Institut del Teatro publicó un libro con una selección de los textos.

Libros de Actas. 46 tomos con las actas de las junstas generales y permanentes de las reuniones de la Sociedad del Gran Teatro del Liceo, desde 1838 hasta 1968. Incluye los acuerdos adoptados por los órganos de gobierno del teatro. Inédito.

Historia del edificio. 800 registros, la mayoría planos, y el resto documentos y fotografías con las diferentes reformas del edificio, tanto de la reconstrucción de 1861-1862 y otras obras relevantes (como un proyecto de 1922 del que se conservan planos realizados por una empresa alemana de Dresde), como de las pequeñas obras de mantenimiento. Es posible construir una descripción del edificio entre 1844 y 1989 y seguir la incorporación de los avances técnicos como el agua corriente, la calefacción, ascensores o el paso de la iluminación con velas a la electricidad. Se tiene conocimiento por publicaciones y exposiciones de parte de este archivo.

Archivo de la Guerra Civil. Más de 1.000 documentos como programas de mano, recortes de prensa, escudos y cartas autobiográficas, sobre la vida del teatro durante los años 1936-1939. Inédito.

Archivo escénico. 580 fotografías anteriores a 1941 de escenografías montadas en el escenario, con planta técnica en la parte posterior con las indicaciones del montaje, así como indicaciones de reconstrucción o doble uso. Inédito.

Placas fotográficas de cristal. 617 placas de diferentes medidas, fechadas entre 1860 y 1920. Muchas hacen referencia a aspectos del teatro y otras a escenografias relacionadas con la colección de fotografías. Una de las cajas documenta el paso de los ballets rusos de Diaghilev que actuaron en 1918, uno de los pocos documentos gráficos de su periplo español. Inéditas.

Escenografías pintadas en acuarela. 6o acuarelas y litografías iluminadas a mano de diseños escenográficos realizados para el Liceo entre 1850 y 1945. Fueron pintadas por algunos de los escenógrafos más importantes del modernismo catalán como Francesc Soler i Rovirosa y Maurici Vilomara, además del autor más destacado del momento en España: José Mestres Cabanes. Contienen las indicaciones técnicas de su construcción y montaje. No ha estado investigado.

Partituras de ópera. 633 juegos de partituras operísticas (la más antigua es de 1835) que incluyen partitura de director de orquesta, de coro, de solistas, coro y banda interna. Los compositores son nacionales y extranjeros. Existe la posibilidad de que existan copias únicas de obras desconocidas. Inéditas.

Partichelas para orquestas de baile de salón. 478 juegos para orquesta completa creadas entre 1845 y 1906 que conforman una colección única de música burguesa de baile del siglo XIX, manuscrita e impresa, de valses, polcas o galop. Inédita.

Programas de mano. Colección completa (entre 1840-1994) que contiene 633 programas de mano de todas las actividades realizadas por la sociedad, desde antes de la construcción del teatro. Es un banco de datos de las actividades artísticas, los artistas y las noticias para desarrollar la ópera de Barcelona. Inédito.

Las diez joyas del archivo

La documentación que el Liceo ha conservado desde hace más de siglo y medio, está llena de joyas que por sí solas merecen la pena detenerse en este archivo prácticamente inédito y desconocido. Estas son 10 de las principales:

Libros del Conserje. 26 tomos con anotaciones diarias de la vida del teatro realizadas por los conserjes —en realidad el administrador del teatro, puesto que ocuparon nueve personas comenzando por Pío del Castillo— durante casi 120 años, desde 1862, después del primer incendio, hasta 1981. Inexistente en ningún otro teatro de ópera está lleno de anécdotas y de información de interés para el funcionamiento diario del teatro. Desde las roturas de cristales, la morosidad entre los socios propietarios a la hora de pagar sus cuotas, las medidas para acabar con los ratones, el acondicionamiento de los retretes o el bolso perdido, y no encontrado, de Carmen Polo de Franco en 1941. Inéditos hasta 1999, cuando el Institut del Teatro publicó un libro con una selección de los textos.

Libros de Actas. 46 tomos con las actas de las junstas generales y permanentes de las reuniones de la Sociedad del Gran Teatro del Liceo, desde 1838 hasta 1968. Incluye los acuerdos adoptados por los órganos de gobierno del teatro. Inédito.

Historia del edificio. 800 registros, la mayoría planos, y el resto documentos y fotografías con las diferentes reformas del edificio, tanto de la reconstrucción de 1861-1862 y otras obras relevantes (como un proyecto de 1922 del que se conservan planos realizados por una empresa alemana de Dresde), como de las pequeñas obras de mantenimiento. Es posible construir una descripción del edificio entre 1844 y 1989 y seguir la incorporación de los avances técnicos como el agua corriente, la calefacción, ascensores o el paso de la iluminación con velas a la electricidad. Se tiene conocimiento por publicaciones y exposiciones de parte de este archivo.

Archivo de la Guerra Civil. Más de 1.000 documentos como programas de mano, recortes de prensa, escudos y cartas autobiográficas, sobre la vida del teatro durante los años 1936-1939. Inédito.

Archivo escénico. 580 fotografías anteriores a 1941 de escenografías montadas en el escenario, con planta técnica en la parte posterior con las indicaciones del montaje, así como indicaciones de reconstrucción o doble uso. Inédito.

Placas fotográficas de cristal. 617 placas de diferentes medidas, fechadas entre 1860 y 1920. Muchas hacen referencia a aspectos del teatro y otras a escenografias relacionadas con la colección de fotografías. Una de las cajas documenta el paso de los ballets rusos de Diaghilev que actuaron en 1918, uno de los pocos documentos gráficos de su periplo español. Inéditas.

Escenografías pintadas en acuarela. 6o acuarelas y litografías iluminadas a mano de diseños escenográficos realizados para el Liceo entre 1850 y 1945. Fueron pintadas por algunos de los escenógrafos más importantes del modernismo catalán como Francesc Soler i Rovirosa y Maurici Vilomara, además del autor más destacado del momento en España: José Mestres Cabanes. Contienen las indicaciones técnicas de su construcción y montaje. No ha estado investigado.

Partituras de ópera. 633 juegos de partituras operísticas (la más antigua es de 1835) que incluyen partitura de director de orquesta, de coro, de solistas, coro y banda interna. Los compositores son nacionales y extranjeros. Existe la posibilidad de que existan copias únicas de obras desconocidas. Inéditas.

Partichelas para orquestas de baile de salón. 478 juegos para orquesta completa creadas entre 1845 y 1906 que conforman una colección única de música burguesa de baile del siglo XIX, manuscrita e impresa, de valses, polcas o galop. Inédita.

Programas de mano. Colección completa (entre 1840-1994) que contiene 633 programas de mano de todas las actividades realizadas por la sociedad, desde antes de la construcción del teatro. Es un banco de datos de las actividades artísticas, los artistas y las noticias para desarrollar la ópera de Barcelona. Inédito.

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José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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