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Ellos son el futuro de la música

Unos 60 jóvenes talentos de la música participan en la edición de Red Bull Music Academy que se celebra estos días en Nueva York

Daniel Verdú
El dj y productor estadounidense Octo Octa.
El dj y productor estadounidense Octo Octa.

Olviden ya los costosos estudios de sonido, los locales de ensayo y la furgoneta cargada hasta arriba con los instrumentos de la banda de turno. Todo es mucho más ligero y solitario. Gran parte de la música surge hoy de la intimidad del dormitorio de miles de jóvenes productores que no han visto un instrumento tradicional en su vida, pero que forman una escena hiperfragmentada imposible de resumir con los cuatro tópicos del rock and roll. “Es imposible saber todo lo que está sucediendo, tener una idea del estilo sonoro de estos tiempos. Pero de lo que estoy seguro es de que se hacen cosas fantásticas. No es verdad que esta época sea peor. Al contrario, es un tiempo muy fructífero musicalmente”. El análisis es de Brian Eno justo al término de su conferencia en la Red Bull Music Academy de Nueva York, lugar de reunión estos días de una cuidada selección de músicos que reciben formación y promoción de la mano de otros artistas consagrados como el propio Eno, Masters at work, Flying Lotus, Four Tet o Giorgio Moroder. Un alarde más de la productiva manera de comunicarse con el mundo -más allá de lanzar humanos desde la estratosfera y convertir la Fórmula 1 en un aburrido programa de televisión en el que siempre gana el mismo- que tiene la marca de bebidas energéticas.

Momento de la charla que ofrecieron Masters at Work en al Red Bull Music Academy.
Momento de la charla que ofrecieron Masters at Work en al Red Bull Music Academy.

El evento, que se celebra anualmente desde 1998 en una ciudad diferente del mundo y en el que trabajan 115 personas, congrega este año a 60 participantes repartidos en dos turnos. La marca ha invitado a EL PAÍS para hacer una serie de reportajes y entrevistas. En el primero contacto, puede parecer una especie de Gran Hermano de jóvenes talentos musicales mezclado con una suerte de congreso de empollones de los sintetizadores y la producción digital (aunque este año haya habido algunas concesiones al folk y al pop más clásico). Pero se trata de un increíble espacio recién reformado con la última tecnología en equipos de producción y un entorno inmejorable para trabajar. Todo un master en contactos y producción para unos pocos elegidos llamados a encabezar el cambio generacional. Sí, es posible que prácticamente ninguno sepa solfeo o tenga conocimientos musicales clásicos. El instinto y la intuición, el ensayo/error, guía parte del proceso creativo. Exactamente igual que lo hizo en las revoluciones que se produjeron en el rock. Porque el método, en realidad, cambia a cada rato.

No es verdad que la música de esta época sea peor. Al contrario, es un tiempo muy fructífero

BRIAN ENO

El proceso de selección (este año se recibieron alrededor de 4.000 solicitudes) consiste en un estricto cuestionario y revisión de los trabajos de cada aspirante. Como el que superó el gallego Alex Silva (Astroboyz), músico y técnico de sonido residente en Barcelona, que andaba estos días por la academia como un niño con zapatos nuevos. “Claro que es una oportunidad. Evidentemente, no te prometen nada para después, pero es un gran impulso. Además de los contactos y la experiencia de trabajar con otros músicos de enorme talento que hacen otro tipo de cosas”, explica en la cantina del espacio que Red Bull ha alquilado en pleno Manhattan y que, tras el evento, permanecerá en formato de estudios de grabación y oficinas de la marca. Lo mismo que sucedió en Madrid con la Nave de Matadero y que sirivió para la edición española de hace un año.

Astroboyz (en primer plano y de pie), participante español de la Red Bull Music Academy.
Astroboyz (en primer plano y de pie), participante español de la Red Bull Music Academy.

El caso de Octo Octa, una chaval de 25 años que produce un house de cruda factura para el sello de Los Ángeles 100% Silk es un poco diferente. Aunque se ganaba la vida hasta hace poco desempaquetando cajas de pedidos en un librería de Nueva York, hace algún tiempo que vive ya de su música y los bolos que le salen como DJ. Sobre todo en Europa, donde empieza a ser un artista codiciado en las cabinas más importantes. “Me sugirieron que me apuntara. Mandé la aplicación y me olvidé. No tenía ni idea de qué era. Pero ahora que estoy aquí, excede cualquier expectativa que pudiera tener”, cuenta en una de las salas anexas de los estudios, repletos de cacharrería a la que ninguno de los participantes podría tener un acceso tan fácil en otras circunstancias. Y el nivel es muy bueno. “Se hizo una demo con dos minutos de la música de cada uno y todas eran buenas. Impresiona ver a tanta gente con talento junta intercambiando ideas”, señala.

Esa misma noche, como algunos de los participantes con más experiencia, actúa en un club de Brooklyn junto a otros artistas más consagrados como Andy Stott o Atom TM. Esa es la gracia. Hacer que todas esas ideas suenen al final de la jornada. Todos los días tienen su correspondiente velada con actuaciones que han ido desde desde Kim Gordon a Erykah Badu, pasando por James Murphy y acabando en el gran Giorgio Moroder, uno de los padres de todo este invento sintético.

Los tutores de la academia son músicos como Flying Lotus (que fue participante años atrás) o Four Tet, un brillante productor que lleva años colocando sus álbumes y EPs entre lo mejor de la electrónica. “Yo ya conocía a algunos de ellos. Son músicos activos. No es una escuela con profesores… Diría que es más bien como un congreso”. Su estilo, como el de sus pupilos, surge también de ese cambio en la manera de producir que permite de vez en cuando a alguien con talento y un ordenador entregar alguna pequeña joya desde el dormitorio de casa. “Las cosas han cambiado, especialmente con la tecnología. Se pueden hacer producciones muy ambiciosas en situaciones de soledad. Es algo muy bueno porque al mismo tiempo puedes darle mucha intimidad a tu música. Esa es una de las partes más mágicas. La música se vuelve más personal”. La misma característica que considera que deben tener las colaboraciones musicales que surjan de este encuentro.

Al final, como sucede en cualquiera de las escasas formas de mecenazgo que brotan estos días, el resultado es un ejército de jóvenes músicos con talento desperdigados por el mundo con agradecimiento eterno a quien confió en ellos al principio. Ninguno de los exalumnos lo oculta. Eliminando las vallas de publicidad y los anuncios de televisión de la ecuación, y en plena desaparición de subvenciones a la cultura, para qué ocultarlo, resulta también una brillante forma de promoción empresarial.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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