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Transformación creativa

Ramon Saizarbitoria, Harkaitz Cano y Kirmen Uribe publican nueva novela Las letras vascas han dado grandes títulos en los últimos años.

Un palacete cercano al apeadero de Martutene es una presencia recurrente en la novela de Ramon Saizarbitoria.
Un palacete cercano al apeadero de Martutene es una presencia recurrente en la novela de Ramon Saizarbitoria.Javier Hernández

Los movimientos de la literatura vasca se despliegan en long durée. Deben pasar algunos años para que pueda producirse lo que el crítico de la vida social, Iuri Lotman, llamó “una explosión de la cultura”, un momento imprevisible, una “transformación creativa de la estructura de la vida”, que lleva consigo un cambio en la percepción del medio literario. Los medios culturales necesitan de procesos de larga duración. Año a año el movimiento resulta imperceptible, como en la intrahistoria unamuniana, pero, de pronto, una serie de obras vienen a conmocionar un período cultural y literario, a crear una mudanza en las formas de creación.

En marzo y abril de este 2013 han coincidido en las librerías las traducciones al español de tres obras más que estimables creadas en lengua vasca: Twist (2011 en su edición original) de Harkaitz Cano, Martutene de Ramon Saizarbitoria (2012) y Lo que mueve el mundo de Kirmen Uribe (2012), y puede que esa circunstancia no sea más que eso: una coincidencia. Pero desde 2008, año de la publicación de Bilbao-New York-Bilbao de Kirmen Uribe, la literatura vasca ha conocido la aparición de un puñado de obras que, probablemente, marcarán su historia literaria. Tras esa novela y su Premio Nacional, Anjel Lertxundi publicó Eskarmentuko paperak/ Vida y otras dudas en 2009, libro que mereció el Premio Nacional de Ensayo. Ese mismo año Bernardo Atxaga dio a conocer Zazpi etxe Frantzian/ Siete casas en Francia. A ellos siguieron los textos de Cano y Saizarbitoria. Habría que remontarse hasta el ciclo 1993-1996 para encontrar un momento de tal calidad creativa. Entonces se publicaron Gizona bere bakardadean / El hombre solo de Bernardo Atxaga (1993), Otto Pette /Las últimas sombras (1994) de Anjel Lertxundi, y Hamaika pauso / Los pasos incontables (1995) de Ramon Saizarbitoria.

Desde que Kirmen Uribe ganara el premio nacional de narrativa han aparecido obras que marcarán la historia de la literatura vasca

No resulta fácil explicar el fenómeno; probablemente la explosión no se ha producido solo en el ámbito cultural, sino que evidentemente se ha extendido a la esfera económica, social y política. Jordi Gracia ha subrayado la estabilidad del canon narrativo en castellano durante los últimos años y lo ha atribuido al equilibrio social y político que España ha vivido desde 1982. A nadie se le escapa que el paisaje actual está en crisis desde 2008. Y en esta situación económica el País Vasco mantiene algunas características especiales: los recortes sociales no se han producido de manera tan profunda, o han llegado más tarde, no se produjo un boom en la construcción ni su consiguiente desplome, la economía se fija en el tejido industrial, la exportación sigue siendo importante, las cajas de ahorro no se han destruido y el banco creado se define como uno de los principales de España. A esta breve descripción hay que añadir, el alivio que supone la decisión de ETA de abandonar la lucha armada (2011).

Esta situación facilita la exportación de literatura, no en vano los autores vascos son conscientes de la necesidad de responder a un mercado globalizado, y aprender a vivir en un contexto internacional; además parece haber comenzado la dialéctica del cambio en las posiciones del canon.

A la estabilidad económica en medio de la crisis general hay que añadir el alivio de que ETA abandonara la lucha armada hace dos años

Harkaitz Cano (1975) ha mantenido una trayectoria continua en la vida literaria vasca desde sus primeras obras. Ha jugado el papel de mentor de los nuevos movimientos que se han producido en el seno de la literatura en euskera. Seducido por el aspecto novedoso de las vanguardias artísticas, en sus obras siempre está presente un componente innovador. La novela En Twist, basada en el asesinato y la desaparición de Lasa y Zabala (1983), Harkaitz Cano ha volcado su trabajo literario anterior, ha creado una obra mayor que se adentra en la exploración de la convulsa y violenta sociedad de los años 80 en el País Vasco a través de la figura de Lazkano, amigo y también la persona que provoca la detención y muerte de los personajes Soto y Zeberio, representaciones de las personas históricas desaparecidas. La obra gira en torno a Lazkano, un personaje complejo, y desde el eje de composición del personaje el argumento de intriga policial avanza hacia significados que van más allá de la superficie en la composición simbólica de una obra que reflexiona sobre la amistad, la traición y la construcción de la identidad individual en un contexto de omnipotencia de la identidad colectiva. La novela viene marcada por un aliento que recuerda al estilo de Roberto Bolaño (1953-2003), sobre todo en el muy elogiado primer capítulo “Cambalache”, pero desde luego no es fácil mantener esa tensión que por momentos afloja, y además el autor ha querido intercalar líneas narrativas y asuntos argumentales periféricos a la trama central.

La novela 'Martutene', reciente premio de la Crítica, es una obra cumbre de Ramon Saizarbitoria

La monumental novela Martutene de Ramon Saizarbitoria representa una obra cumbre en la historia de la obra del escritor que comenzó con un rompedor relato a favor de la legalización del aborto en ¡1969! Han pasado 44 años y el compromiso con la literatura de Ramon Saizarbitoria ha ido profundizándose paulatinamente. “Martutene, c’est moi” podría afirmar el novelista, porque en este ambicioso proyecto de casi 800 páginas se han encerrado muchas de sus obsesiones literarias y personales, ideológicas y estéticas.

La novela se centra en dos parejas de personajes, Iñaki Abaitua y Pilar Goytisolo, médicos, y Martín y Julia, escritor y traductora, en los que el autor ha vertido algunas de sus más queridos rasgos definitorios de su particular manera de contar: la autoironía (Iñaki es el nombre de su editor, Abaitua de un amigo querido, Martín es un alter ego, levemente disfrazado); la autorreferencia, puesto que los nombres de los personajes han aparecido ya –con otra personalidad ficcional- en otras obras anteriores del autor; la preocupación por la situación social del País Vasco y de sus tensiones (el padre de Pilar, adicto al régimen, se quedó con las propiedades del padre de Martín); su obsesión por conocer el complejo mundo de las mujeres (Abaitua ejerce de ginecólogo en la novela) con la resignación comprensible de que será imposible llegar a una comprensión plena, de la misma manera que Julia modificará en la traducción la obra de Martín; su conocido interés por la recreación de los momentos emocionales más importantes de la vida, ya que como ha señalado Mikel Hernández Abaitua, si su primera novela hablaba del aborto, aquí uno de los momentos epifánicos se logra en la descripción de un nacimiento.

La relación de estos personajes se encuentra en crisis. Una socióloga norteamericana, Lynn, se establece en la casa de Martín, pero mantiene una relación con el maduro Abaitua. Esta unión sirve al autor para recrear otro mundo ficcional. La novela Montauk de Max Frisch (1911-1991) sirve de texto fundacional sobre el que se construye Martutene. Abaitua y Lynn recrean la vida que en Montauk Max Frisch relata que vivió con Lynn, así la novela del suizo establece un nexo de unión metaliterario y emocional entre ambas obras.

Quiere ser también una novela sobre la culpa: Abaitua se muestra obsesionado por la responsabilidad de una mala práctica ginecológica en la que abusó de una paciente, Teresa, víctima del terrorismo. Lynn, el ángel nuevo que le ayudará a “volar más allá”, será su redentora, pero en un giro lleno de paradoja, quedará parapléjica por una operación que le realiza Pilar.

Obra llena de referencias sociales, históricas, médicas, culturales, literarias y artísticas. Las alusiones al pintor Edwar Hopper (1882-1967) entrelazan otro de los significados básicos en la novela: la soledad de los personajes en el mundo contemporáneo.

Tras el éxito de su anterior novela, Kirmen Uribe (1970) ha decidido escribir una obra de medio tamaño. Lo que mueve el mundo comienza su andadura con la evacuación de los niños vascos a Bélgica en 1937. Karmentxu Cundín es acogida por el escritor Robert Mussche, un “héroe pequeño que se dedica a ayudar a la gente” y a quien el narrador seguirá en su andadura vital a través de su compromiso con la resistencia antinazi, su detención y condena en un campo de concentración y su muerte. Muy unido a la estética de Emmanuel Carrère y a su De Vidas ajenas, y a J. M. Coetzee de El maestro de Petersburgo, Kirmen Uribe ha querido homenajear a un amigo prontamente desaparecido, el cineasta Aitzol Aramaio (1971-2011), a quien se dirige, casi en voz baja, el narrador de la novela, para contar una emocional historia de memoria y resistencia. No faltan en el libro los caracteres que definieron Bilbao-New York-Bilbao: la multiplicación de textos de distinto carácter, el aliento poético de ciertas imágenes y comparaciones que dan sentido a la obra, el tapiz de un mundo, en que los personajes van encontrándose a pesar del paso del tiempo, y la reconstrucción de la memoria. Se percibe también la vertiente metaliteraria que tanto gusta al autor. La acción termina realmente en la segunda parte y la tercera establece una sección en la que se cuenta cómo se construyó la novela, una obra en la que vuelve a mezclarse la realidad y la ficción.

Tiempo de crisis, tiempo de cambios. Estas tres obras muestran lo que Iuri Lotman apuntaba: “una transformación creativa” en la configuración de la sociedad actual.

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