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Columna
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Todo noticias

Lo que nos faltaba: que la televisión pública enchufe directamente la señal de los partidos políticos

Dolores de Cospedal, Esteban González Pons y José Manuel Soria, con los invitados al debate 'Juntos salimos' organizado por el PP.
Dolores de Cospedal, Esteban González Pons y José Manuel Soria, con los invitados al debate 'Juntos salimos' organizado por el PP.

Como se lleva más la opinión que la información, cuando ocurren noticias importantes nos pillan con las tertulias y cuesta reaccionar. Y así los tertulianos pasan de expertos en desahucios a expertos en Chechenia, pero no acabamos de contar bien lo que pasa antes de debatirlo. La fórmula del todo noticias, el modelo televisivo que mostró al planeta la CNN en los años noventa, lleva tiempo en decadencia, entregados como están los canales a debates cuanto más polémicos mejor, que hasta los programas deportivos parecen combates entre comentaristas.

En España la televisión digital trajo dos canales de información: CNN+ y 24 Horas de TVE. Desde que cerró el primero y el segundo afrontó sucesivos recortes, el espectador ya ni siquiera tiene asegurado el boletín de noticias cada hora. Si lo busca puede topar con refritos de viejos reportajes muy inoportunos cuando la información está caliente, y lo ha estado mucho en Boston, en Caracas y en Madrid.

Lo siguiente es que la pública también pone en cuestión la fórmula de Radio 5, que desde hace dos décadas ofrecía boletines cada 15 minutos. En su nuevo modelo habrá menos titulares y ganarán peso el tiempo y el tráfico. El cambio de filosofía es tal que sopesan cambiar la marca.

No nos sorprende nada ya, porque a esta larga crisis de todo añadimos una muy específica de los medios de comunicación. Lo que nunca deberíamos tragar, pero estamos tragando, es que los periodistas sean meros transmisores de la propaganda política.

La televisión pública tiene menos capacidad de hacer coberturas propias, y sin embargo rellena minutos enchufando directamente la señal de actos organizados (y editados) por los partidos políticos. Y así vemos un falso debate de Cospedal, Pons y Soria con simpatizantes que es un monólogo entre tres. Luego compensan regalando minutos a un mitin (a la antigua) de Rubalcaba que tampoco aporta nada. Como si fuera relevante cada palabra de los que pasan meses sin responder a preguntas.

Conectar con actos partidistas es una obligación tasada en las televisiones durante las campañas electorales; fuera de ellas no tiene ningún sentido. Esos debates con militantes amables que tampoco pueden preguntar lo que quieran son otra simulación como el finiquito de Bárcenas.

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Sobre la firma

Ricardo de Querol
Es subdirector de EL PAÍS. Ha sido director de 'Cinco Días' y de 'Tribuna de Salamanca'. Licenciado en Ciencias de la Información, ejerce el periodismo desde 1988. Trabajó en 'Ya' y 'Diario 16'. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Sociedad, 'Babelia' y la mesa digital, además de columnista. Autor de ‘La gran fragmentación’ (Arpa).

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