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Si el zapato ajusta…

La exposición ‘El zapatero prodigioso’ celebra en Florencia el papel que el calzado desempeña en los cuentos y los mitos

Eugenia de la Torriente
La pieza que Jan Svankmajer ha creado para la muestra 'El zapatero prodigioso'.
La pieza que Jan Svankmajer ha creado para la muestra 'El zapatero prodigioso'.

“Era un zapatero que no tenía nada más que su mujer y su mujer no lo quería porque andaba tonteando con los mozos del pueblo y un día el zapatero descubrió que él tampoco estaba enamorado de su mujer y se puso muy contento”, se lee en el manuscrito de La zapatera prodigiosa (1926-1930) de Federico García Lorca. La obra de teatro da nombre a una singular exposición organizada por el Museo Salvatore Ferragamo de Florencia. La muestra, que se puede ver hasta el 31 de marzo de 2014, mezcla moda, historia, arte clásico y contemporáneo, literatura, cine y cómic para celebrar el papel que los zapatos desempeñan en los cuentos y las leyendas. De las sandalias aladas de Hermes en la mitología griega hasta las terribles zapatillas rojas de Andersen, pasando por Cenicienta o El Mago de Oz.

Son más de 300 piezas, tan dispares como una chancleta egipcia del año 1.550 a.C. o una instalación de vídeo, que logran articular un discurso sorprendentemente coherente a partir de esa combinación de tiempos y gramáticas. También se mezclan obras contemporáneas ya existentes, como L’Amant (2003) de la alemana Rebecca Horn, con otras encargadas para la muestra. Sergio Risaliti, uno de los tres comisarios, considera que el hecho de que una empresa de moda encargue piezas de arte inserta el proyecto en la tradición florentina de los mecenas del Renacimiento. “Como entonces, se sugiere al artista un tema, pero luego se le concede libertad para desarrollarlo”, asegura. La generación de obra nueva aleja El zapatero prodigioso del repaso a los archivos que suele protagonizar las exposiciones de firmas de moda.

Una hilera de 30 tarros de cristal en los que otros tantos zapatos de porcelana descansan sobre clavos, arena o pelo ha sido la respuesta del artista chino Liu Jianhua a la propuesta. El checo Jan Svankmajer ha entregado unos zapatos rojos cuya punta se trasforma en un monstruoso esqueleto de cocodrilo. Timothy Greenfield-Sanders ha emparejado una fotografía de los pies de Merce Cunningham con la de unas zapatillas de lentejuelas. Mimmo Paladino ha creado una instalación de 40 hormas de aluminio que se incrustan en las paredes de una sala en penumbra.

Algunos han tomado la historia de Salvatorre Ferragamo, que nació pobre en Italia y viajó a California para convertirse en el zapatero más fabuloso de Hollywood, como materia narrativa. El italiano Mauro Borrelli ha dirigido una película de fantasía de 22 minutos que parte de un episodio de la autobiografía que Ferragamo escribió en 1957: cómo fabricó sus primeros zapatos para la comunión de su hermana. El corto -cuya dirección de arte firma Rick Heinrichs, ganador de un Oscar por Sleepy Hollow- aspira a presentarse en festivales. “El arte no sufre por ser patrocinado”, asegura Borrelli. “Esta película habla de un tema universal, de la necesidad de perseguir tus sueños y del poder de la imaginación”.

La moda atraviesa un momento muy literario. Prada acaba de anunciar la creación de un concurso para escritores y, para esta muestra, Ferragamo ha encargado ensayos, un poema y dos relatos a varios autores. La fábula más original es la que firma, en viñetas, Frank Espinosa. “Nunca pensé que recibiría un encargo así. ¿Por qué iba a estar interesada una marca de lujo en incluir un cómic en un proyecto como este?”, se pregunta el estadounidense. “Es una demostración de hasta dónde ha llegado la novela gráfica, que ya puede tocar cualquier tema. Ojalá sirva también para que algunos dibujantes expandan su visión del mundo y miren al ballet, el teatro o la moda”.

“Los cuentos están por todas partes hoy. Tal vez, porque no nos gusta la realidad que nos ha tocado”, explica la responsable del museo, Stefania Ricci. “La conexión de la moda y la literatura está en las novelas de Proust. La moda es un lenguaje universal y por eso se entiende tan bien con las fábulas”. A su alrededor, la versión de Cenicienta de Walt Disney (1950) se proyecta junto a la Georges Méliès (1899). Varias representaciones del dios romano Mercurio, entre ellas la de Juan de Bolonia (1580), miran de frente a Messenger (2003), de Annette Lemieux, una escultura que recrea unas botas Dr. Martens con alas. Según Vladimir Propp, los héroes se equipan en los cuentos con zapatos, bastón y pan porque esos eran los objetos que se daban a los muertos para su viaje al otro mundo. Pero es la imaginación de los vivos quien más partido ha sacado a la inagotable fascinación que despierta el calzado.

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