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Franco Battiato: “Lo único que me falta es un buen pasaje, una buena muerte”

El cantante y compositor italiano publica en España su nuevo disco 'Ábrete Sésamo', Los músicos españoles J y Manu Ferrón han adaptado las letras al castellano

Diego A. Manrique
El cantante y compositor italiano Franco Battiato.
El cantante y compositor italiano Franco Battiato.

Problema habitual con los cantantes italianos. Ellos y los periodistas españoles parten de la (equivocada) idea de que sus respectivos idiomas son intercambiables. Añaden el cansancio de Franco Battiato (Sicilia, 1945), alguien que, a primera hora de la mañana, ya estaba hablando con Javier Gallego en la cadena SER y que luego ha atendido a docenas de periodistas y televisiones.

En los ochenta, cuando aterrizó en España, todo iba más tranquilo. Vino acompañado por su madre, una siciliana capaz de meterse en la cocina del hotel para conseguir una taza de manzanilla comme il faut. Ella también aparecía en la RAI, mientras Franco cantaba Cuccurucucù. Dado que un tema del mismo título sonaba en una película de Almodóvar, le planteo el paralelismo entre ambas madres, la manchega y la siciliana. Se arma un lío considerable hasta que detecto que Battiato no sabe de quién le estoy hablando.

Lo mismo cuando intento enterarme de sus funciones como consejero de Cultura en Sicilia. Junto a los proyectos previsibles —“un festival de danza contemporánea, otro de música de vanguardia”— parece que su máximo orgullo es presentarse a las reuniones en Palermo sin corbata: “Yo les digo que la corbata forma parte del uniforme de los grandes ladrones”.

La corbata forma parte del uniforme de los grandes ladrones

Se pone lírico al retratar su casa siciliana, “15.000 libros y el mar a 10 kilómetros”. Y una cocinera que le prepara “los platos más sublimes, siempre vegetarianos, naturalmente”. Intento imaginarme la cara ante esa visión de J Planetas y Manu Ferrón, adaptadores de las canciones de Ábrete Sésamo al español. “Ah, no: nos vimos en Milán. Sicilia no es para ellos: son rockeros. Fue una gran idea de Sandra Rotondo el juntarnos, han hecho un buen trabajo”.

A Battiato se le puede preguntar todo, pero tiende a responder con anécdotas. Su relación con el mundo árabe pasa por una búsqueda de los derechos editoriales de un místico sufí. “Les escribí con tanto entusiasmo que pensaron que era un hermano musulmán ¡y me dieron los permisos!”. El periodista intentaba llegar a una de sus aventuras más alucinantes: su concierto en el Bagdad de Sadam Husein, entonces un paria internacional. La indagación sobre sus motivaciones se cruza con el caso de una acompañante italiana que perdió su pasaporte y la intervención decisiva de “¿cómo se llamaba? Aquel ministro que era cristiano”. Siguen llamadas urgentes a diversos amigos hasta que decide que se trataba de Tareq Aziz. “¿Salió de la cárcel? Intenta localizarme su teléfono, nunca pude darle las gracias por su gestión”.

¿Dónde estábamos? En el desierto, parece ser. “Nada me calma como internarme en el desierto, sentirme habitante de una casa universal, el mejor refugio para el alma”. Intento reconducir la conversación hacia la amplitud de su paleta: pocos creadores tienen tanta habilidad para moverse por los diferentes registros de la alta cultura (highbrow) y lo más popular (lowbrow), aunque mucho de su obra caiga realmente en las pretensiones del middlebrow. Para él, todo tiene su valor: “si hago canciones para el verano, prefiero subvertir sus ritmos o sus letras”. Todavía andamos intrigados por Centro de gravedad permanente, donde proclamaba su fobia por “la new wave española, el free jazz punk inglés y la monserga africana”. ¿Qué demonios era el free jazz punk? “No recuerdo, pero sonaba bien ¿verdad?”.

Es usted un hombre afortunado, signore Battiato: todo se le permite. “Tengo un ángel que cuida de mí. Cuando falleció mi padre, yo tenía unos exámenes. Solo pude estudiar a Spinoza, para la asignatura de Filosofía, y Virgilio, para la traducción del latín. ¿Sabes lo que me tocó?”. No me diga, ya lo adivino. ¿Qué le falta por hacer? “Lo único que me falta es un buen pasaje. Una buena muerte”.

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