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CRÍTICA DE 'Oz, un mundo de fantasía'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Política exterior para niños

Arranca con fuerza Sam Raimi, pero al llegar a Oz los colores digitales se incendian y la inventiva huye por el desagüe

James Franco y Michelle Williams, en 'Oz, un mundo de fantasía'.
James Franco y Michelle Williams, en 'Oz, un mundo de fantasía'.

Los deliciosos títulos de crédito que abren esta supuesta precuela de un clásico tan insoslayable como El mago de Oz (1939) parecen toda una invocación al placer generado por el cine entendido como máquina de sueños. En los primeros minutos de la película, rodados en blanco y negro y con el ancho de pantalla académico —en directa referencia al prólogo de la película de Victor Fleming—, da la impresión de que puede palparse el placer de un cineasta tan lúdico y formalista como Sam Raimi manejando un juguete nuevo. Oz, un mundo de fantasía parece alejarse, así, de lo que, de entrada, prometía su imagen publicitaria: no estamos ante otra reiterativa relectura en clave digital del imaginario de los cuentos infantiles, sino ante un trabajo que podría mantener inesperados vínculos con La invención de Hugo, de Scorsese, adaptación del libro de Brian Selznick, pariente lejano del David O. Selznick que, en el mismo año de producción de El mago de Oz, reclutaría a Victor Fleming para otro monumento al simulacro en technicolor, Lo que el viento se llevó (1939). Raimi juega a que las llamas desborden ocasionalmente la pantalla y ofrece un brillante recital de energía cinematográfica —y de eficaces golpes de efecto— en la escena del tornado. La ilusión, por desgracia, dura poco. Al llegar a Oz, la pantalla se ensancha, los colores digitales se incendian y la inventiva huye por el desagüe.

Los incondicionales del musical Wicked difícilmente encontrarán aquí un buen sucedáneo ante la larga espera por la anunciada adaptación cinematográfica. Este crítico prefirió paliar el aburrimiento recordando con nostalgia Oz, un mundo fantástico (1985), esa secuela siniestra que la Disney preferiría esconder bajo la alfombra. En el desenlace, con su reivindicación del simulacro para derrocar tiranías, Raimi descubre otro inesperado parentesco: Oz, un mundo de fantasía es, de hecho, Argo por otros medios, un Argo para niños si Argo no fuera ya política exterior para niños.

OZ, UN MUNDO DE FANTASÍA

Dirección: Sam Raimi.

Intérpretes: James Franco, Rachel Weisz, Michelle Williams, Mila Kunis, Zach Braff, Tony Cox.

Género: fantasía. EE UU, 2013.

Duración: 130 minutos.

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